Space Hooper: de paseo a la estratosfera

Subir a 110.000 k de altura. Lo típico

Cuando aparece en tu vida el concepto de Sapce Hooper, te das cuenta de que tener un cochazo o convertirse en astronauta no es la pregunta que la mayoría de nosotros nos podríamos plantear... Pero para los que tengan una cuenta corriente con muchos ceros, Virgin Galactic les ofrece la posibilidad de gastarse una fortuna de una forma más extrema.

Seguramente si tienes un Ferrari 488 GTB, un McLaren 650S o un Lamborghini Huracán podrás disfrutar de una aventura al volante sin límites. Pero, ¿y si inviertes la misma cantidad en viajar al espacio? Conducir a 320 km/h es de por sí una auténtica pasada, pero hacerlo a más de 4.800 km/h te convierte en una leyenda. Especialmente en tu comunidad de vecinos.

La VSS Enterprise y su accidente

Ser capaz de rozar los límites del planeta, viajar a una velocidad de Mach 4 y estar flotando sin gravedad durante cinco minutos mientras se contemplan unas vistas de la Tierra que, hasta ahora, han sido el privilegio de tan solo 536 personas, es una seria opción a tener en cuenta. Mientras la Unidad VSS se presenta en la sede de Virgin Atlantic, en Mojave (Estados Unidos), llego a la conclusión de que todo ello es más un lujo que una elección. La unidad es remolcada hasta el frente de la nave nodriza, llamada WhiteKnight, por un Range Rover blanco inmaculado, con el fundador y director del proyecto, Richard Branson, asomado por el techo solar y saludando con entusiasmo. El día de hoy marca un hito en un viaje largo y difícil. A las 10:51 de la mañana del 31 de octubre de 2014, la VSS Enterprise, una vez desanclada de la nodriza WhiteKnight y encendido el motor a reacción, sufrió un fallo fatal en el quemador durante 11 segundos, cuando el sistema de estabilización horizontal se desplegó fuera de los parámetros operativos. El resultado fue el trágico fallecimiento del piloto Michael Alsbury, y la caída de piezas y partes de la nave en un área de 56 kilómetros del desierto de Mojave.

En este coche la NASA pretende rodar en Marte

De forma milagrosa, Peter Siebold, el segundo miembro de la tripulación, consiguió sobrevivir cuando estaba a 16 kilómetros de altitud. En una hazaña de la que Iron Man estaría orgulloso, Siebold perdió la consciencia en el momento en que el Enterprise se accidentó, y cuando volvió en sí se enfrentó a temperaturas de 70 grados bajo cero y a la falta de oxígeno. En caída libre y al borde de la inconsciencia, consiguió liberarse del asiento y su paracaídas se desplegó automáticamente.

La correspondiente investigación por parte de la National Transport Safety Board (NTSB) reveló que el fallo que motivó el accidente no era mecánico, sino humano. Inexplicablemente, Alsbury desbloqueó el sistema de estabilidad horizontal del Enterprise a una velocidad de Mach 0,92, cuando debía haberlo hecho no antes de haber alcanzado Mach 1,4; la presión aerodinámica del motor que controla las alas de la nave se sobrecargó cuando ésta rompía la barrera del sonido, con catastróficas consecuencias.

Como en muchos otros negocios que emprenden riesgos de este tipo, la realidad no tiene nada que ver con la fantasía. Virgin Galactic tiene su sede en el Air and Space Port de Mojave. Por mucho que pueda sonar glamuroso, hablamos de un conjunto indefinido de cabañas en medio de un secarral polvoriento a 160 kilómetros de Los Ángeles. Pero contrasta con las últimas y más potentes tecnologías con las que se trabaja en su interior. Justo enfrente del lugar en el que se acaba de presentar al público la Unidad VSS me encuentro con el CEO de Galactic, George Whitesides, y le pregunto por lo que han aprendido del accidente de 2014.

“Uno nunca espera que esto suceda, pero cualquier pequeño fallo que tengas en un programa de vuelo de prueba hará que tu vehículo sea mejor en el siguiente test. En eso se basa todo… En lograr aprender todo lo posible sobre tu vehículo, para que cuando comience su uso en la aviación comercial, todos los retos y problemas hayan sido solventados”.

El precio de viajar al espacio

Tal y como están las cosas, un total de 700 personas se han apuntado a viajar al espacio, teniendo que abonar por el capricho los 220.750 euros que cuesta el billete. Después del accidente, 12 astronautas en potencia renunciaron al vuelo. Pero “desde entonces, todo el mundo ha decidido seguir con el plan previsto”. Esta perseverancia es un punto en común con Branson. Fundó Virgin Galactic en 2004, y en 2008 predijo que los vuelos espaciales se llevarían a cabo en un plazo de “18 meses”. Muy al estilo de Elon Musk, que quiere llevarnos as Marte ya mismo...

El VSS Unity, cuando lo presentaron

Branson es un auténtico showman, y ha hecho coincidir la presentación y lanzamiento del Unity con el primer cumpleaños de su nieta Eva. Tras una introducción de Stephen Hawking -que también tiene un billete reservado para un vuelo próximo-, Eva y el hijo de Branson, Sam, bautizan el Unity rompiendo una botella de leche en el morro de la nave.

El Unity es una nave realmente bonita, y el público congregado no tarda en acercarse y pasear a su alrededor; no son pocos los que sucumben a la tentación de acariciar la superficie con sus dedos. Todo bajo la sombra de la WhiteKnight, la nodriza que hará subir a la Unity y a su pasaje de futuros astronautas hasta los 14.600 metros, desenganchándose entonces para que la nave cubra el resto de su recorrido con la fuerza de los cohetes que utiliza como motores.

Lo que hay que hacer para ir al espacio

Primero, varios días de entrenamiento en las instalaciones de Galactic en el Spaceport America, diseñado con el inconfundible sello de Norman Foster. El programa incluye algunos vuelos parabólicos no demasiado agradables y un buen rato en la centrifugadora high-g.

Pasado este trago, uno ya está capacitado para volar. Eso sí, esto no ha hecho más que empezar... Whitesides nos lo cuenta: “Despegaremos en dirección norte y subiermos a 14.600 metros de altura . En ese momento, la Unity se soltará y encenderá su cohete motor. La trayectoria es muy vertical y el cohete se apaga en más o menos un minuto. Los pasajeros experimentarán el empuje de una fuerza de entre 3,5 y 4 g”. En ese momento estarán a 110.000 metros, habiéndose convertido en astronautas nada más pasar los 100.000 en los que se encuentra la línea de Kármán -el límite entre la atmósfera y el espacio exterior-. Los pasajeros experimentarán lo que es la ingravidez y disfrutarán de unas vistas excepcionales y únicas de nuestro planeta, desde una perspectiva privilegiada. Pero no por mucho tiempo.

Space Hooper

Con una duración de dos horas de principio a fin, el tiempo de ingravidez rondará los cinco minutos antes de que los pasajeros vuelvan a sus asientos. “La mayoría de la gente coopera porque quieren estar segura en todo momento. Si no quieren sentarse será la propia fuerza g la que les obligará a pegar su culo al asiento”, indica Michael Masucci, expiloto de la NASA y ahora piloto de pruebas de Virgin Galactic.

Con todo el pasaje en sus asientos y con las alas recogidas, la Unity comenzará su descenso. A 21.500 metros la nave se convertirá en un planeador al desplegar las alas. Mientras los pasajeros se felicitarán por haberse convertido en astronautas y por haber vivido una experiencia que les cambiará su vida, el piloto tendrá aún un buen marrón: ¿cómo se pilota un planeador mientras un cohete propulsor te mantiene a una velocidad de 4.800 km/h?

Mientras la multitud se dispersa, Branson mira con admiración su creación y tengo la oportunidad de hablar con él. “Nos embarcamos en esto hace diez años y esperábamos tenerlo todo listo en cinco. Tardamos mucho más de lo que creíamos en un principio y ha sido duro, pero creo que al fin podemos marcar la diferencia y estamos empeñados en hacerlo posible. He conocido a gente maravillosa, como Buzz Aldrin y alguno más, y todos volvieron siendo otras personas desde que estuvieron en el espacio”.

Pero el objetivo es también otro

Pero la visión comercial de Branson va más allá de ofrecer vistas espectaculares. Su mayor aspiración relacionada con el proyecto incluye arrebatarle al resto de aerolíneas los trayectos de larga distancia y revolucionar los vuelos comerciales… a la larga. “Queremos marcar la diferencia, así que además de enviar gente al espacio tenemos listos para lanzar 800 satélites que permitirán a millones de personas estar conectadas en lugares en los que no hay Internet o cobertura wifi. Una vez termine con el espacio, me encantaría fabricar un submarino con ventanas para poder bajar al lugar más profundo del Atlántico, la fosa de Puerto Rico a 9.000 metros, a ver qué hay por allí”.

El proyecto de Virgin Galactic es una apuesta firme y visionaria por convertir sueños inalcanzables en realidad. Por el precio de un cochazo, la próxima generación de astronautas estará contribuyendo al desarrollo de la nueva generación de transportes y comunicaciones. Algo que sin duda deberían celebrar en Mojave.