Alfonso de Portago: 60 años del primer podio español en la F1

Alfonso de Portago

Javier Prieto

Alfonso de Portago consiguió hace 60 años el primer cajón para el automovilismo español. Fue en el GP de Gran Bretaña de 1956, cuando se clasificó en segunda posición en el Circuito de Siverstone al volante de un Ferrari.

Recientemente os hemos presentado los mejores pilotos de la F1 y los mejores F1 de la historia. Hoy, volviendo a los grandes nombres, queremos ocuparnos del primer gran corredor español, Alfonso de Portago. Él fue el responsable del primer podio español en la F1, hace ahora 60 años. Algo que logró a los mandos de un Ferrari. 

El 14 de julio de 1956, el piloto Alfonso de Portago logró el primer podio español en una carrera de F1 para el automovilismo nacional. En concreto, obtuvo la segunda posición en el GP de Gran Bretaña disputado en el Circuito de Silverstone (Inglaterra). Firmó un hito reservado en aquellos años a los automovilistas de otras nacionalidades.

Bueno, os quiero aclarar que en realidad no cruzó la meta con su coche rojo. ¿Cómo? Pues resulta que nuestro paisano rodaba en tercer lugar en la vuelta 64. En ese momento tuvo que prestarle su monoplaza a Peter Collins, que sufrió un problema con la presión de aceite. Collins acabó la prueba en segunda posición, aunque con el bólido de su compi español. Ante este hecho, el marqués fue recompensado con el segundo puesto del cajón. Este primer podio era impensable en el país de los Seat 600. 

¿Quién era Alfonso de Portago?

Supongo que al recordar el primer podio de un compatriota, os preguntaréis: ¿quién era ese Alfonso que podía permitirse el lujo de competir en la entonces -y ahora- elitista F1? Pues, la respuesta es sencilla. Un acaudalado aristócrata, el XI marqués de Portago, cuyo nombre completo era Alfonso Antonio Vicente Eduardo Ángel Blas Francisco de Borja Cabeza de Vaca y Leighton. No, no me lo he inventado, se llamaba así. Parece que sus padres, de rancio abolengo, medían la importancia de sus descendientes por el número de letras que contuvieran sus nombres...

Fon de Portago  -así le conocían sus amigos- siempre sintió una gran pasión por el riesgo, los deportes y la velocidad. Por eso, pilotó avionetas –con una de ellas cruzó el Támesis por una simple apuesta-, practicó el bobsleigh -unos trineos con los que te lanzas a toda leche por unas pistas- y fue un gran jinete que venció en varias citas. Pronto le picó el gusanillo por los coches de carreras. Su  nuevo sueño, o quizá el último capricho, en el que puso el ojo fueron las competiciones de bólidos. Y como él no podía ponerse al volante de cualquier coche le envió una carta al mismísimo Enzo Ferrari. En ella le solicitaba un asiento para correr con su escudería. El Commendatore le respondió con una misiva que incluía la foto de su accidente en Nürburgring. Sin embargo, finalmente le aceptó en su formación.

Y así, como el que no quiere la cosa, llegó a ser el primer españolito en Maranello. Sus compañeros en el equipo más famoso del mundo fueron un tal Juan Manuel Fangio -no sé de qué me suena a mí este hombre-, Peter Collins, Eugenio Castellotti y Luigi Musso. Alfonso de Portago debutó en la temporada de 1956 con los bólidos rojos. Su paso por la categoría reina incluyó su participación en 5 grandes premios en los que sumó un total de cuatro puntos, siempre con la formación del Cavallino Rampante.

Por las cosas del destino, encontró la muerte en 1957 mientras disputaba la última etapa de la Mille Miglia, una cita a la que fue obligado a asistir por los jefes de Ferrari. Según cuentan las crónicas de la época, uno de los neumáticos de su coche sufrió un reventón, provocando el fatal suceso.

Para que os hagáis una idea de lo importante que fue el podio de Alfonso de Portago, deciros que tuvimos que esperar 47 años para que otro corredor nacional subiera al podio. Fue en el GP de Malasia 2003 y su nombre, Fernando Alonso Díaz. En la actualidad, sumamos 99 cajones en la historia de nuestro automovilismo.