Los coches de un piloto llamado Paul Newman, un campeón 'de cine'

Coches eléctricos

Javier Prieto

Uno de sus deseos finales antes de morir fue rodar por última vez en uno de los circuitos en los que había triunfado. Eso es amor a la velocidad y lo demás son...

Hoy tocar hablarte de los coches de Paul Newman. Y esperamos sorprenderte, porque lo suyo no fueron los caprichitos rodantes como los de su colega Steve McQueen, ni excentricidades a lo Michael Jackson.

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Para nada... aunque, como todo un mito que era tampoco iba a pillarse el metro para ir al curro. Algún Ferrari como este sí que se gastaba. Pero nada de flotas al estilo del Sultán de Brunéi, Brian Johnson o Bernie Ecclestone.

  

Porque al ganador de dos Oscar, le tiraban más 'cuatro ruedas' (de competición) que dos carretas. Y si no te lo crees, mira bajo estas líneas el tráiler del documental dedicado a la figura de Paul Newman en los circuitos. Lo fli-pa-rás.

Por si no lo sabías, Paul Newman era un destacado piloto de automovilismo, su gran pasión junto a las mujeres. Y ojito que esto no te lo decimos nosotros, sino que se lo hemos leído a él en varias entrevistas. Seguramente nos preguntarás, ¿y lo suyo con el cine, qué?

Pues que empleaba sus grandes ingresos como estrella de la gran pantalla para sufragarse los gastos de su verdadero amor: la gasolina. Y vistos los resultados, el galán de Ohio lo hacía bastante bien dando gas.

Pero, ¿de dónde le vino ese interés por las pruebas de Motorsport?¿Tuvo una revelación que le dijo que su futuro estaba en el volante? Nada de eso. Se enganchó al participar en Winning, una peli de 1969 en la que interpretaba a un corredor que anhelaba ganar las 500 Millas de Indianápolis.

La cinta pasó con más pena que gloria entre la crítica y los espectadores. Sin embargo, sirvió para que uno de los mitos del celuloide se acercara al mundo de la competición... siendo ya un cuarentón. 

Según parece tomó clases de conducción deportiva con algunos expertos para protagonizar las escenas de los bólidos de la citada producción Y ahí es donde le picó el gusanillo que le acompañaría durante el resto de su vida. Otros dicen que fue un par de años antes cuando Mario Andretti le dio una vuelta en un coche de carreras. Da igual.

Le Mans, el exitazo de Newman

Volvamos a los coches de Paul Newman y a los autódromos, que es lo que nos mola. Unos años después de Winning, concretamente en 1972 debutó en el Circuito de Thomson. Desde ese momento, fue adquiriendo pericia al volante hasta que cosechó un exitazo a este lado del Atlántico.

Firmó el segundo puesto de la general y el primero de su categoría en las 24 Horas de Le Mans 1979. Pilotó un es-pec-ta-cu-lar Porsche 935 junto a su paisano Dick Barbour y el alemán Rolf Stommelen. Y esa hazaña no fue moco de pavo puesto que la logró con un equipo privado -el citado buga era de su propiedad- frente a las formaciones oficiales.

El galán de los ojos azules se mostró tan satisfecho con su experiencia deportiva en la mítica cita de resistencia, como harto del acoso de la prensa. Fruto de esa presión mediática, y de la irresponsabilidad de unos paparazzi, atropelló involuntariamente a tres de ellos a la salida del box. 

Después de aquello dijo eso de :" Una y no más Santo Tomás". Y no volvió a rodar en Le Sarthe, una pena para los aficionados al deporte y para todas las féminas que suspiraban por los ojos azules más seductores de la historia del celuloide.

Mogollón de triunfos en USA

En su país, donde era toda una leyenda de Hollywood, no solo se ganó el respeto de los adversario en la pista, sino que comenzó a cosechar tantos piropos dentro del asfalto como fuera de él.

Como piloto ganó cuatro títulos en las Sports Car Club of America (SCCA) y ocho más como copropietario de la escudería Newman/Haas Racing que compartía con Carl Haas, una de las grandes dominadoras en los autódromos durante los 80 y 90.  

Queremos finalizar este post con unas palabras del famoso intérprete para entender su interrelación entre la existencia humana y los circuitos: "Yo creo que el automovilismo deja muchas enseñanzas de vida. Si uno traslada cada detalle de la conducción de un coche a la propia vida sería mucho mejor. Siempre hay que saber hasta dónde se puede acelerar y cuándo hay que poner el pie en el freno. A veces, cuando el coche se descontrola, ya de nada sirve intentar frenar porque ya no tenemos el control. Igual que en cada maniobra hay que pensar en las consecuencias, lo mismo sucede en la vida".

Además de buen currante delante y detrás de las cámaras, gran marido -estuvo casado con la misma mujer medio siglo- y mejor padre, el amigo Paul era todo un filósofo que aceleraba a fondo con sus ideas existenciales. 

Por cierto, venció en la categoría GT1 las 24 Horas de Daytona 1995 con 70 años y 8 días y entró en el Guiness de los récords. Un hito in-creí-ble. 

Pues si te ha molado el post de los coches de Paul Newman, pásate por nuestra galería de vídeos y fotos. Vas a alucinar viendo al artista apurando frenadas en los autódromos de su tierra.