Cómo parar a lo loco a un rival en el Dakar: ¡qué pirao!

Javier Prieto

Un copiloto cometió en 2001 la mayor imprudencia jamás vista en el Dakar. Se bajó de su coche durante la penúltima etapa y trató de detener al rival tramposo que le precedía. No fue arrollado de milagro. ¡Cómo se van las cabezas!

A lo largo de la historia del rally más duro y legendario del mundo el riesgo y la rivalidad han sido su seña de identidad. Entre las dunas han florecido los grandes duelos y las maniobras increíbles de los mejores campeones, quienes elevaron la leyenda de la prueba.

Sin embargo lo que sucedió en la penúltima etapa de la edición de 2001 pasó de castaño oscuro. Fue la mayor imprudencia en el Dakar. No exageramos lo más mínimo.

De hecho, jamás habíamos visto una actuación tan irresponsable de un competidor profesional...ni amateur. Te contamos la peripecia que te pondrá los pelos de punta.

Dos listillos se saltan la salida

Para ponernos en situación, te diremos que el numerito de la cabra sucedió en la penúltima etapa del Dakar 2001. Ese día el japonés Hiroshi Masuoka y su copiloto francés Pascal Maimon, líderes destacados de la general, debían partir los primeros con su Mitsubishi Pajero. 

Sin embargo, los buggys de Jean-Louis Schlesser y José María Serviá se saltaron el orden establecido y arrancaron por delante de Masuoka. 

Con esa artimaña, mantendrían al nipón detrás de ellos y sin posibilidad de superarles, ya que las dificultades orográfícas del trazado desaconsejaban salirse de la senda marcada por el road book. Estaba en juego la victoria final. 

Inmediatamente, Masuoka se dio cuenta de la trampa de los dos sucios rivales. Y ante esta situación, tomó la peor decisión posible. Abandonó la pista para transitar a ¡160 km/h! por un terreno irregular y plagado de baches. En uno de ellos, aunque aunque rebasó a Serviá, dañó la suspensión izquierda de su Mitsubhisi.

Seguidamente, el 4x4 del oriental se topó con una rodera y su amortiguación dijo basta. Las posibilidades de proclamarse campeones se esfumaban.

A este le paro yo por co**nes

A partir de ahí vino todo el lío que desembocó en la mayor imprudencia en el Dakar. Maimon, al ver que se había terminado la carrera para ellos, se bajó en marcha del Mitsubishi. Estaba enfurecido por la jugarreta de los buggys.

¿Y cómo expresó su cabreo? Pues, ni corto ni perezoso, se situó en medio del camino a esperar la llegada de uno de sus enemigos, Serviá. Cuando este se aproximó, Pascal trató de detenerle haciendo señales con sus brazos.

Es decir, que el español se encontró de sopetón a un hombre delante de su vehículo en una zona de escasa visibilidad debido al polvo en suspensión. 

Por fortuna, los reflejos de Serviá evitaron el atropello del imprudente y mosqueado copiloto. También éste colaboró en su propia salvación al retirarse de la trayectoria del vehículo.

La actuación del copiloto de Masuoka pudo haber provocado un accidente gravísimo y quién sabe si su propia muerte. Para nosotros no hay duda de que esa actuación fue y sigue siendo la mayor imprudencia jamás vista en el Dakar.

Quien a hierro mata...

Seguramente, te preguntarás qué pretendía Pascal con esa maniobra tan suicida. Pues, recriminarle al catalán su ardid y pedirle explicaciones por su conducta antideportiva.

Por cierto, el listo de Schlesser fue sancionado con una hora y no se llevó el Dakar. Dicha penalización le entregró la corona a su ex pareja Jutta Kleinschmidt.

¿Existe peor castigo para ese tramposo galo? Sí, que su adversario, Masuoka, se llevara el título en las dos ediciones siguientes (2002 y 2003) del raid, como así sucedió.

A veces, las carreras, al igual que la vida, ponen a cada uno en su sitio.

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