Pelea de pacotilla entre dos pilotos de la Nascar

Javier Prieto

La pelea de John Wes Townley y Spencer Gallagher en una carrera de la Nascar se puede considerar cualquier cosa… menos una pelea. Mejor que lo veas tú mismo.

La noche discurría con toda normalidad en el Circuito Gateway Motorsport Perk, situado en la localidad sureña de Madison ( Estados Unidos). Nada hacía presagiar la pelea que acabarían protagonizando John Wes Townley y Spencer Gallagher. En la pista, los vehículos de la Camping World Truck competían por ser lo más veloces de la carrera. Y en las gradas, las familias también pugnaban por ser el miembro que ingiriera el mayor número de calorías y azúcares en forma de hamburguesas, perritos calientes, cervezas y refrescos.

Hasta ahí, todos los actores, pilotos y espectadores, cumplían con el papel asignado. Sin embargo, todo cambió cuando dos vehículos colisionaron para terminar detenidos uno al lado del otro en medio del trazado peraltado. Parecía una irónica mueca del destino, la calma que precede a la tormenta... Porque las cuentas pendientes entre John Wes Townley -vehículo nº 5-, y Spencer Gallagher -coche nº 23- venían de otro incidente previo. Tras el segundo accidente, la explosión de rencor estalló en el interior de ambos contendientes, poco duchos en el arte de la pelea callejera. Eso sí, una vez más estallaba una pelea en la Nascar. Y van... 

John salió de su vehículo enfundado en un mono de color negro y amarillo -estética ochentera de la abeja Maya-, y se abalanzó con la rapidez y la mala leche de un hipopótamo sobre su enemigo automovilístico, Spencer, vestido de azul. Éste, sorprendido por el extraño movimiento que ejecutó su rival, una combinación de golpe a lo Kung Fu con artrosis y típico de un Jackie Chang ebrio, hizo que terminaran los dos en el suelo rodando cuesta abajo. Rápidamente, quizá por la excesiva temperatura del asfalto, los dos macarras del volante recobraron la verticalidad. Y, como les pareció que el ridículo que habían hecho en directo y por televisión no había sido suficiente, se encaminaron al segundo asalto del combate, todavía más patético que el primero. Se fundieron en un vigoroso abrazo, en el que todavía no ha quedado claro si pugnaban por interpretar el 'Bailar pegados' de Sergio Dalma o por darse un piquito. Ya se sabe que del amor al odio hay un paso...

De nuevo, los dos protagonistas de esta pelea de la Nascar terminaron en el pavimento en una postura comprometida -uno encima del otro-. Afortunadamente no fueron capaces de acertar un solo golpe en el rostro del contrario. Los absortos asistentes pensaban que estaban ante unos malos especialistas de peleas de clase b venidos desde el Mini Hollywood de Almería. Finalmente, John, derrotado por su propia inoperancia pugilística, se marchó abatido. Su falta de puntería con la cara del enemigo y algunos reflejos de éste dejaron al desnudo sus carencias como boxeador. Spencer, su media naranja, se mostró algo más aliviado, pero decepcionado por su falta de habilidad en el campo de las artes marciales. Por último, esta singular pareja que protagonizó un lamentable episodio se introdujo en sendas ambulancias. Se desconoce si en su interior continuaron mostrando su impericia con el personal sanitario. En los asientos del autódromo, unos reían y otros se mostraban indignados por lo que acababan de presenciar. Pero todos exigían el reintegro del importe de la entrada como compensación por lo allí vivido. El vicepresidente de la Nascar, Steve O'Donnell, ha anunciado que los dos impresentables serán sancionados a lo largo de esta semana.

Todo sea por el bien del espectáculo. Como medida cautelar y pedagógica deberían obligarles a ver en compañía de vecinos, amigos y familiares el sainete que protagonizaron una calurosa noche en Madison. Lo dicho, una ridícula pelea de pacotila.