Prueba del Rolls-Royce Wraith Black Badge: el negro pega con todo

Más exclusivo, por favor...

Texto: Jason Barlow

¿Black Badge? No participó un Rolls-Royce Wraith Black Badge en Goodwood este año?

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Bien visto. Sí, y además fue el quinto supercoche más rápido de cuantos completaron la mítica subida en el festival inglés más célebre, por delante de aparatos tan serios como el Jaguar F-Type SVR, el McLaren 675LT, el McLaren P1 GTR o el Aston Martin Vantage V8. Una hazaña memorable teniendo en cuenta que el Wraith tiene el mismo tamaño y peso que las propias islas que conforman el Reino Unido, juntas. 

Vaya, ¿no es un tanto extraño ver a un Rolls participando en una carrera así? O en cualquier carrera, en realidad... 

No hay que ser tan antiguos. Teniendo en cuenta que la edad media de los propietarios ha bajado de 55 a 43 años en los últimos tiempos, Rolls-Royce quiere continuar en esa línea e intentar dirigir sus productos a un abanico de público mayor. Y cuanto más joven, mejor. Al respetable empresario de 60 años que puede enterrarnos a ti y a mí en dinero no es necesario decirle lo bueno que es un Rolls-Royce, pero puede que Skillex o Calvin Harris empiecen a considerar comprar un Rolls para acudir a los eventos más importantes y quemar algo de dinero en Las Vegas. Y es para esos clientes para los que el Black Badge está pensado. 

Con una clara demanda de coches aún más exclusivos y muchos preparadores realizando personalizaciones brillantes y horribles a partes iguales, el jefazo de Rolls Torsten Muller-Otvos ha pensado que la mejor idea es que sean ellos mismos quienes hagan esas piezas todavía más especiales que un RR normal. Echaos a temblar, chicos de West Coast Customs, llega West Sussex Customs. 

¿Pero no se pueden personalizar ya los modelos Wraith y Ghost?

Sí, pero no puedes hacerlo en el mismo sentido que con las ediciones Black Badge, porque van más allá que los meros detalles estéticos. Su motor es el mismo bloque V12 de 6,6 litros de 624 CV que equipa el Wraith normal. Pero su par motor aumenta hasta los 870 Nm -70 más que antes- y su caja de cambios automática de ocho relaciones estira más los cambios en función de la marcha engranada. Si quieres exprimir al máximo al motor, ahora podrás hacerlo hasta las 6.000 rpm, con un sonido espectacular como acompañamiento. Además también se han modificado los ajustes de la suspensión y la dirección para mejorar la respuesta y comportamiento del coche. Así que además de exclusividad con el Rolls-Royce Wraith Black Badge te llevas un coche que se deja llevar mejor. 

No veo ahí a un Wraith GT3 Clubsport, precisamente... 

Pues no. De hecho en Rolls-Royce ni siquiera quieren catalogarlo como un superdeportivo. Ni como deportivo a secas, aunque tenga capacidades más que sobradas para sacarle los colores a más de uno de pura raza en Goodwood. En cualquier caso, nos invitaron a probar el nuevo Black Badge en un circuito llamado Speed Vegas situado a tan sólo media hora de la Ciudad del Pecado norteamericana. Cuando llegamos allí había oscurecido bastante, y no eran las condiciones idóneas -ni el coche idóneo- para intentar realizar el mejor tiempo del trazado. Las luces LED del Wraith van bastante bien, por cierto. 

Pues vaya bajón, ¿no?

En realidad nadie debería confundir un RR con un Radical -al menos alguien en su sano juicio-, pero lo cierto es que el comportamiento dinámico de esta bestia es loable, teniendo en cuenta sus dimensiones. En Rolls dicen que el Black Badge es el coche para "hombres jóvenes con algo de prisa", y desde luego sus pasajeros no se marearán tanto cuando al conductor le dé por pisarle un poco más de la cuenta gracias a su puesta a punto. El Ghost también mola mucho más en su variante BB. 

Bueno, ¿y qué hay del maquillaje de esta versión maquillada del Wraith?

En estos niveles de exclusividad y elegancia, cualquier detalle cuenta. El coche que pudimos probar tenía el interior equipado con tapicería de cuero en color azul cobalto, que ofrecía un elegante contraste con la pintura negra exterior. Las llantas estaban fabricadas en aluminio y fibra de carbono, e incluso la figurita del Espíritu del Éxtasis lucía en el Black Badge en un delicioso color negro brillante. Gilles Taylor es el Jefe de Diseño de Rolls-Royce y tiene un afinadísimo ojo para los detalles: el salpicadero y la parte superior de las puertas del Wraith BB emplean un material compuesto por una mezcla muy compleja de aluminio y fibra de carbono, mientras que los aireadores de la climatización están pintados utilizando una técnica llamada Physical Vapour Deposition -PVD- que evita la decoloración con el paso de los años. Es el cliente el encargado final de personalizar el interior de su coche, pero lo que está claro es que la calidad del mismo estará fuera de cualquier escala de medida. 

Vamos, que os ha gustado

Pues sí. Para qué nos vamos a engañar. Pero nos ha gustado como todos los Rolls nos gustan. El verdadero crimen en este segmento del mercado -donde los clientes están acostumbrados a tener todo tipo de lujos, juguetes y excentricidades- es hacer un coche aburrido. Las versiones Black Badge del Wraith y el Ghost son magníficos ejemplos de cómo convertir a un vehículo en algo el doble de interesante. No existe automóvil que ofrezca una experiencia a bordo equiparable a la de un Royce, y ahora los BB han llevado esa sensación un poco más lejos. 

¿Cuánto cuesta?

Pues su precio arranca en 276.000 libras esterlinas, a las que puedes añadir tanto dinero como extras quieras disfrutar en tu coche. Pero a estas alturas, ¿te preocupa la factura?

Decidme las especificaciones otra vez, a ver si me convencéis

Ahí van: motor V12 de 6,6 litros que entrega una potencia de 623 CV y 870 Nm, gestionados a través de una caja automática de ocho relaciones. Alcanza los 100 km/h desde parado en 4,3 segundos y su velocidad máxima -limitada- es de 250 km/h. Nada mal para los 2.440 kg que pesa. Y tampoco gasta mucho: 12,2 litros cada 100 kilómetros. 

¿Ya? Pues a por él...