Prueba Ford F-150 Raptor: volar sobre la tierra

Corre, vuela... ¡salta!

El único problema del Ford F-150 Raptor que voy a probar es el sonido. Echarás de menos la banda sonora del V8 para aderezar la espectacular experiencia que genera la segunda generación de esta bestia concebida para conquistar el desierto. Algo tan grande, tan rápido y tan divertido necesita un motor grande para conseguir una experiencia completa. O, al menos, eso es lo que te pide el cuerpo cuando haces pruebas de coches de este tipo.

Muy americano, pero sí se vende en España: el Ford Mustang 2018

Pero tu cuerpo está equivocado esta vez. Muy equivocado. Mientras que cualquier otro coche puede mejorar con la incorporación de ocho cilindros bajo el capó, los hechos dejan claro que el nuevo Raptor es una excepción, sí, la que confirma la norma. El departamento de Ford Performance especializado en asustar a los cactus ha creado un nuevo motor V6 biturbo que genera 450 CV y casi 700 Nm: con él, esta bestia mejora en todo: ¡juega en otra liga! En Europa no vamos a poder disfrutarlo, por desgracia. Lo que sí tenemos es el nuevo Ford Ranger que ya hemos probado y que, la verdad, tiene muy buena pinta...

Una liga donde poder recorrer los caminos de tierra a más de 150 km/h sin sufrir porque una pequeña protuberancia pueda terminar con tu coche esparcido en mil pedazos. Una liga en la que ya no necesitas estar pendiente constantemente de saber donde están las estaciones de servicio más cercanas. ¡Ah! Y ahora los neumáticos son capaces de resistir 15 km/h extra antes de entrar en territorio inexplorado.

Todo esto tiene una clara vocación: conseguir la máxima diversión. Por supuesto, nada ha ocurrido por casualidad: Ford ha invertido mucho tiempo y dinero en su nuevo pick-up. Empezando por el chasis, se puede apreciar claramente dónde ha ido cada céntimo: ahora el F-150 Raptor es una bestia que no te da la sensación de que se vaya a desmontar a las primeras de cambio, la nueva suspensión con amortiguadores hidráulicos ayudan a absorber de una manera más eficaz tanto las irregularidades del terreno como los aterrizajes forzosos. Forzosos…claro.

Hay más altura libre al suelo y crece en 15 cm a lo ancho. El nuevo propulsor de 3,5 litros solventa su falta de voz con 40 CV y 103 Nm extra respecto al anterior V8 de 6,2 litros. Una serie de mejoras que se notan desde el primer segundo: utiliza un 23% menos de combustible y mejora un 22% su ratio peso/par. Además, su carrocería de aluminio (y sus dos cilindros menos) obran el milagro, con una rebaja de 227 kg de peso que le dan más agilidad y unas prestaciones mucho más serias: es un segundo y medio más rápido que su antecesor en el cero a cien. Ah, y tiene una caja de cambios de diez velocidades.

El Ford F-150 Raptor dispone de seis modos de conducción y por supuesto los he probado todos. El modo Sport es el ideal para circular sobre asfalto, el Rock Crawl sirve para conquistar las zonas más complicadas, mientras que el modo Baja, bueno, creo que ya sabes para qué sirve el modo baja: ¡saltos, velocidad, diversión! También puedes configurar la dirección y el tipo de tracción, trasera o integral. Con semejante capacidad de configuración, esta bestia siempre consigue sacar lo mejor de sí en cada circunstancia. Y, bueno, si se te quedase corto este, siempre podrías acudir a por un Ford F-250 Megaraptor...

Que empiece la prueba del Ford F-150 Raptor

Te lo podría resumir en una frase: es capaz de pasar por lugares a una velocidad y con una voracidad que te da la sensación de vivir al límite. Ese espíritu es el que comparte con la anterior generación, aunque esta generación actual pierde un poco de la locura de la anterior: no es tan macarra... ¡hasta que conduces fuera del asfalto!

Salto a la versión SuperCab, el coupé de la gama con sus 3,4 metros de batalla. Elimina de un porrazo otros 100 kilos y sin duda es la opción más divertida. Pese a su menor peso, cuenta con la misma potencia que la versión SuperCrew, con cuatro puertas. ¡La cosa promete!

Estoy con Shawn Umphries, que ha participado en el desarrollo del modelo y ha ganado varias veces la Baja 1000. Me da un cursillo avanzado de ‘cómo convertir un camino de arena en una montaña rusa’ a más de 100 km/h. Por increíble que parezca, el Raptor no se inmuta lo más mínimo y resulta sorprendente lo fácil que es manejar su dirección. La suspensión traga con absolutamente todo y de verdad que tengo que mirar dos veces de reojo el velocímetro para comprobar que no es una broma.

A esa velocidad, encontrarte con un profundo socavón por sorpresa no es lo justo lo que desearías, pero eso es justamente lo que el destino nos tenía preparado. Shawn me dice que no deje de acelerar. La suspensión sufre irremediablemente el terrible impacto: en la primera generación seguro que algo así no habría terminado bien y tengo las cicatrices para corroborarlo. En la nueva, la única consecuencia es una invitación a correr más. Eso hacemos.

A 150 km/h no hay rastro de que el Ford F-150 Raptor no esté en su salsa. El habitáculo sigue en calma y Shawn y yo no podemos hacer otra cosa más que reírnos de pura felicidad. Pero nos queda una cosa por hacer, una cosa fundamental y a la que no pienso renunciar: ¡saltar!

Shawn está de acuerdo conmigo y creo que el momento ha llegado. Shawn me guía ahora cual torre de control y yo le hago caso a pies juntillas. “Vamos allá, lo tienes allí delante, debes enfrentarte a él completamente de cara.” Me comenta haciendo aspavientos que lucho por comprender. “Sigue acelerando cuando empieces el salto y no dejes de hacerlo mientras estemos en el aire, eso asegurará la estabilidad del vuelo. Si frenas o sueltas el acelerador el morro se zambullirá en la tierra y probablemente resultarás herido. Si mantienes el punto de aceleración tendrás un aterrizaje suave.”

En ese momento, el Raptor, Shawn y yo, además de un bolígrafo que se me había escapado del bolsillo, volamos por el desierto de California. Poco después, estábamos aterrizando en lo que parecía una montaña de plumas de ganso. Desde fuera, podría parecer que sabíamos lo que estábamos haciendo. La escena en el interior era muy diferente: gritando, riendo y dando golpes con el puño de la emoción, absolutamente alucinados de lo fácil que este Raptor se tiene en el aire.

Sin duda, probar un Ford F-150 Raptor  es una experiencia que todo el mundo debería realizar alguna vez en la vida, solamente mejorable con algún que otro decibelio extra. ¡Oh yeah!

Texto: Pat Devereux / Fotos: Webb Bland

Nuestro veredicto

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