Prueba: BMW M2 2016. Amor verdadero

Tu mundo nunca volverá a ser igual.

Así que has hecho la prueba del BMW M2 2016…

Sí, y tengo que confesar que ha cambiado mi visión de la vida. Porque tener algo así entre las manos, un coche tan brutal y tan equilibrado, hace que te replantees muchas cosas. Te da la medida de todo lo que has probado hasta ahora y sabes que quieres conservarlo en tu garaje, que es el que merece la pena.

10 cosas que tienes que saber sobre el nuevo BMW M2.

¿No estás exagerando un poco?

Ni un ápice. Cierto, hay rivales muy parecidos: un Porsche 718 Cayman S, un Audi TTS, incluso un Mercedes-AMG Clase A 45. Pero todos tienen algo que… El anteriormente conocido como Cayman -a secas- es más caro. El Audi no es tan potente (y su habitáculo es angustioso) y el Mercedes es automático. No son tan completos, tan redondos.

¿Qué armas son las del BMW M2 para hacerlo tan especial, entonces?

Empecemos por su motor. Pon en marcha este seis cilindros turbo y su sonido te envenenará para siempre. Ofrece 370 CV que van directamente al eje trasero; se gestionan gracias a una caja de cambios manual de seis velocidades… y en este punto debo hacer un inciso: con la transmisión automática de siete relaciones, las prestaciones del BMW M2 son mejores (sabía que me lo ibas a decir, por eso me adelanto). Pero los recorridos cortos y ultraprecisos de la palanca te harán perdonar las dos décimas que rebajarías en el 0 a 100 con el automático… y los 4.800 euros más que cuesta éste. Tendrás que manejarlo con algo más de esfuerzo, aplicando más fuerza que en un cambio al uso, por ejemplo, para encajar la marcha atrás. Y no te importará, porque sabrás que estás en un coche deportivo de raza, de los de verdad. Los puristas ya habrán empezado a sonreír.

Pinta bien, la verdad.

Y eso que todavía no te he hablado de cómo responde al acelerador. Puedes dosificarlo al milímetro; sentirás que te da exactamente lo que buscas en ese preciso instante, con esa posición del pedal. Su reserva de fuerza te asombrará: gracias al turbo, notarás la potencia de forma prácticamente inmediata, subirá de vueltas instantáneamente, sin desfallecer… ¡y no hemos pasado del modo Normal de conducción!

¿Modo Normal?

Puedes escoger, tras éste, los programas Sport o Sport +, con los que obtendrás un BMW M2 2016 completamente distinto. Hasta ahora ha sido dócil, te ha permitido todos tus caprichos y se ha mostrado obediente. Pero sube escalones en deportividad y encontrarás un tipo más serio, que te exigirá mucha concentración. Para meterte en el papel, el motor sonará más, el acelerador responderá antes (por si no era suficiente) y todo se volverá más rígido, más preciso. En el modo Sport + incluso podrás desactivar la función punta-tacón que el cambio ha realizado por ti hasta ahora. Se acabaron las ayudas, si así lo pides, aunque te advierto que los controles de estabilidad y tracción son muy poco intrusivos. Diré una obviedad que no está de más: cuidado si los desconectas, porque esto te deja sólo ante el peligro.

Así es el BMW M2 de Hamann: más potencia, más sonido, más... ¡todo!

¿Es entonces cuando te mete en problemas?

No exactamente; más bien diría que te incita a buscarle las cosquillas y que debes hacerlo con cierta delicadeza si quieres extraer lo mejor de su prodigioso motor. El BMW M2 te obligará a ser muy fino en tu conducción; nada de aspavientos o brusquedades: perderás tiempo y no merecerá la pena. Tampoco te harán falta: su volante, grueso y con un tacto y peso excelentes -se adapta perfectamente a mis manos, a pesar de que son pequeñas- manda órdenes a una dirección rapidísima. La carrocería no se mueve lo más mínimo, los neumáticos se agarran al asfalto con ansia, los frenos cumplen con su trabajo. Todo se alía para que el ejercicio resulte fácil, no una tortura. No intentes forzar las cosas; disfruta buscando más detalle y precisión en tus movimientos.

Ajá. Cuando tengas dominado este apartado, entonces… ¿es hora del M3/M4?

Parecería el salto lógico, pero el M2 2016 no se va a ‘quedar corto’. Es más equilibrado que sus hermanos mayores; puedes usarlo a diario y también desmelenarte sin perder los papeles. Es posible ir muy, muy deprisa sin necesidad de montar un show de drifting. Su zaga te ayuda a redondear las curvas en una coreografía más parecida al ballet que al baile callejero. Y todo envuelto en unas formas discretas, aunque con un punto que dice “no soy como los demás BMW Serie 2… aunque no sabes por qué”.

Ya veo. Quiero saber por qué.

Es debido a que comparte elementos con los BMW M3 y M4 y, entre ellos, están los ejes. Así, es necesario ensanchar la carrocería unos ocho centímetros, por eso parece más robusto, más musculoso y tiene una presencia mayor… sin ser amenazadora. También en sus formas hay equilibrio.

No puede ser que todo resulte tan perfecto. Dime algo que me devuelva a este planeta.

Primero vamos a lo asumible: su consumo es alto. No lo he visto por debajo de los 10 l/100 km, pero supongo que esto ya te lo imaginabas. Quien está interesado en este tipo de coche deportivo cuenta con ello. Aunque sí hay algo que no es de recibo: sus plásticos interiores, con un entramado que imita la fibra de carbono. Son cutres al tacto y a la vista, algo que no se puede obviar en un modelo por el que pagas 62.900 euros. Ahora bien, ¿impediría esto que lo llevase a mi garaje? No. De hecho, es uno de los vehículos que podría, perfectamente, acompañarme para siempre.

Nuestro veredicto

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