Citroën C-Zero

Las nuevas tendencias en movilidad urbana han supuesto una revolución en los planes de producción de los fabricantes más generalistas. Los sistemas de propulsión alternativos, así como la necesidad de automóviles versátiles capaces de desenvolverse con soltura en los núcleos urbanos, han llevado a los diseñadores a tener que cambiar su concepción de los automóviles. El mercado manda, y quién no pone a la venta un automóvil eléctrico y compacto, se queda fuera de él. Hoy día ya existen muchos modelos totalmente eléctricos que pueden cubrir sin ningún problema las necesidades de desplazamiento de muchos conductores. Incluso los motores híbridos resultan atractivos para aquellos que necesitan una autonomía más extensa. Resulta difícil destacar en un segmento tan saturado, pero los fabricantes no cejan en su empeño de desarrollar automóviles urbanos con cero emisiones. Con este firme propósito encontramos al grupo PSA, que ha creado su propio concepto de compacto eléctrico. En el caso del Citroën C-Zero se apuesta por un diseño interesante y una autonomía sorprendente dado su precio, 26.000 euros.

La propulsión del Citroën C-Zero corre a cargo de un pequeño motor eléctrico síncrono con imán permanente. Esta tecnología permite que el par se desarrolle desde el momento que el motor empieza a girar, de manera que se puede prescindir de la caja de cambios. Esto también es un ahorro de peso considerable, y todos los kilos de menos son buenos para aumentar la autonomía. Las baterías utilizan tecnología de iones de litio, y permiten la recarga rápida con tomas de corriente de 400V. De esta forma, el C-Zero puede obtener el 80% de su autonomía en apenas media hora. Además, para aumentar el rendimiento de las baterías, este coche incorpora un sistema de recuperación de energía, que las recarga durante los tramos de desaceleración y frenado. Este mecanismo actúa también como freno motor, y permite reducir el desgaste de los componentes de los frenos. Con todos estos elementos, el C-Zero puede ofrecer una autonomía máxima de 150 kilómetros, más que suficiente para cubrir las necesidades diarias del conductor medio.

En lo referente a su diseño el Citroën C-Zero comparte la mayor parte de sus elementos estéticos con el Peugeot iON. Ambas marcas pertenecen al grupo PSA, por lo que no sorprende que ambos coches sean hermanos gemelos. El exterior de este Citroën es claramente una llamada al futuro. Su línea de la carrocería es un único trazo curvo que le aporta un aspecto de 'cápsula', y que automáticamente nos traslada varios años hacia delante. El frontal es sencillo, pues solo recoge los chevrones identificativos de la marca y los faros del coche. En la parte inferior una entrada de aire trata de romper la linealidad del diseño. Sorprende el diseño del parabrisas, que se dibuja con formas suaves y que alarga la presencia delantera del coche, haciéndolo parecer más alto. La trasera, por su parte, es bastante similar. Simple y funcional. Los conjuntos ópticos se colocan a los lados de la luneta trasera, mientras que la luz de niebla del centro del paragolpes remata el conjunto. El diseño del C-Zero es tan sencillo como llamativo. Puede que no atraiga la atención de los amantes de las líneas agresivas y las grandes tomas de aire, pero definitivamente responde al concepto con el que este coche fue creado: adaptarse al tráfico urbano.

El interior del Citroën C-Zero sorprende desde el primer vistazo. Alguien podría pensar que dada la sencillez que transmite el coche, el habitáculo pecaría de austero o de demasiado básico. Sin embargo, ocurre más bien lo contrario. Este automóvil pone a disposición del conductor todo aquello que pueda necesitar, pero sin excesos. Esto significa que no vamos a echar ningún elemento de menos, pero tampoco podemos esperar un equipamiento de lujo. Así, el puesto de conducción incluye mandos en torno al volante, un salpicadero completo, radio e incluso climatizador. Y al hablar del espacio para los pasajeros, este compacto ofrece un habitáculo perfecto para albergar hasta cuatro adultos con comodidad.

El Citroën C-Zero no es exactamente una revolución en el sector de los eléctricos, pero sí que constituye una de las alternativas de las más coherentes para quien quiera disfrutar de un automóvil de cero emisiones. Su autonomía es más que suficiente para un uso diario normal, el interior no escatima en comodidades para los pasajeros y el equipamiento es incluso superior al que encontramos en algunos coches con motor de combustión. Su único punto en contra, si es que puede haber alguno, es que su diseño es idéntico al del Peugeot iON. Ambos coches resultan tan parecidos que elegir entre uno y otro puede ser cuestión de lanzar una moneda al aire. Sin embargo, frente a otros eléctricos del mercado, el precio del C-Zero lo colocan como uno de los favoritos. Puede que no sea el más barato (el Renault Twizy es infinitamente más económico, aunque menos práctico), pero sin duda es un coche que acerca la movilidad eléctrica al público más heterogéneo.

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