Bentley Birkin Blower: ¡la fascinante historia del primer Bentley sobrealimentado!

Bentley Birkin Blower
Y así fue cómo la sobrealimentación cautivó a los enfermos por la velocidad.

Hoy, pocos coches nuevos renuncian a la sobrealimentación, sí, ese invento que, en resumidas cuentas, facilita que los coches corran bien y gasten poco. En muy resumidas cuentas, lo sé. A mediados de los años 20, la sobrealimentación no se utilizaba de manera masiva en los coches, pero sí en los aviones, para compensar la ausencia de aire en altura. En aquella época la eficiencia de combustible era una broma y la técnica se utilizaba siempre con un fin: ser mejor, ser más rápido. El Bentley Blower fue el primer Bentley sobrealimentado de la historia y llegó gracias a la tenacidad de un loco por la velocidad y por las carreras. ¡Esta es su historia!

La sobrealimentación siempre ha acompañado a los motores de combustión interna: Gottlieb Daimler ya diseñó un compresor allá por el año 1885. No obstante, Walter Owen Bentley, fundador de Bentley, no terminaba de ver la sobrealimentación como la solución, lo consideraba como una perversión tanto en términos de diseño como a la hora de que sus motores generasen potencia. Una herramienta para conseguir potencia fácil, sin esfuerzo, sin mérito.

WO, como le conocían, era un tipo conservador, propio de un ingeniero de finales del Siglo XIX, y tenía clara cuál era la clave del éxito: refinamiento, lujo y fiabilidad. La sobrealimentación no tenía hueco en Bentley, hasta que un tal Tim Birkin tocó a su puerta con una demanda sorprendente. Sir Henry Ralph Birkin, alias Tim, era un ‘Bentley Boy’, un teniente de la RAF durante la Primera Guerra Mundial y un loco de la velocidad sobre cuatro ruedas. En 1921 debutó en el Circuito de Brooklands y su amor por los coches y las carreras se convirtió en su obsesión. 

Tim Birkin: ejemplo de los Bentley Boys

A finales de los años 20, Birkin era ya un piloto reconocido. En 1927, el mismo año en que su hermano perdió la vida en un accidente en la Tourist Trophy de la Isla de Man, Birkin disputó las seis horas de Brooklands sobre un Bentley 3 litros, aunque eso supusiese un grave conflicto familiar. El veneno de la velocidad y la competición ya estaba dentro de su cuerpo y su único objetivo desde ese momento fue conseguir más y más velocidad.

En 1928 compró un Bentley 4.5 Litros con una idea en la cabeza: modificarlo para convertirlo en la máquina más rápida de su tiempo. ¿Cómo lo iba a conseguir? Gracias a la sobrealimentación. W. O. Bentley consideraba que la potencia se conseguía con un coche más grande, con un motor gigantesco y potencia bruta. El Bentley Speed Six era su solución. Birkin conocía bien este modelo, el conocido como ‘el camión más rápido del mundo’: con él ganó las 24 horas de Le Mans en 1929 y gracias a ese hito, Birkin se convirtió en el ojito derecho de Bentley, que lo consideraba como el mejor piloto británico de su tiempo.

Ahora bien, Birkin lo tenía muy claro: la solución no era crear coches más y más grandes, sino tomar un modelo más pequeño y ligero, como un Bentley 4.5 Litros, y añadirle un compresor para conseguir más potencia, más velocidad. Birkin tenía en mente participar en Le Mans con él en 1930 y se puso a trabajar. Bentley Motors rechazó el proyecto, por lo que Birkins se buscó la vida: montó su propio taller en Welsyn Garden City, en Hertfordshire. Buscó apoyos, entre ellos el financiero aportado por Dorothy Paget, el técnico de Clive Gallop y con la inestimable ayuda de un especialista en la sobrealimentación, Amherst Villiers.

Birkin Blower: el sueño de un loco de la velocidad

Con este equipo, Birkin se puso a trabajar en su bestia. El Birkin Blower (blower significa soplador), no era otra cosa que un Bentley 4.5 Litros con un enorme compresor volumétrico tipo Roots situado delante del radiador, accionado por el cigüeñal. Sin duda, modificaba el aspecto del Bentley (algo que WO odiaba) y conseguía un extra de potencia importante: generaba más potencia que el modelo de seis cilindros. Con 180 CV en su versión de competición, suponía un extra de entre 50 y 65 CV respecto al modelo de serie. El único ‘pero’ podía considerarse el consumo: podía llegar a tragar cuatro litros de combustible por minuto circulando a máxima velocidad.

El Bentley Blower No.1 se presentó en el Salón del Motor Internacional Británico de 1929, en Londres. Debutó en las seis horas de Brooklands el 29 de junio de 1929 y las sensaciones eran buenas. No obstante, el objetivo era Le Mans, pero para conseguir participar en la mítica cita de resistencia francesa, había un gran problema: se tenían que fabricar 50 ejemplares y ahí, Birkin, necesitaba el apoyo oficial de Bentley. ¡Ardua tarea!

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Tim sabía que WO se iba a negar en firme, por lo que acudió a Woolf Barnato, quien controlaba económicamente la firma, para conseguir que Bentley fabricase los 50 ejemplares necesarios para participar en Le Mans. Teniendo en cuenta que Birkin había ganado Le Mans en 1929 con un Bentley, era difícil decir que no al ‘chico de oro’ del momento. Bentley accedió a fabricar esta pequeña serie y Birkin pudo homologar su pequeña creación en la carrera más famosa de la historia.

El coche era rápido, no había duda, y Birkin consiguió sorprender al mundo en un épico duelo contra Rudolf Caracciola y su Mercedes SSK: el ‘pequeño’ Bentley sobrealimentado quitó las pegatinas al alemán en plena recta de Hunaudières. No obstante, todas las quinielas se cumplieron y, pese a sus espectaculares prestaciones, su peor fiabilidad le pasó factura: los dos Birkin Blower que participaron en esa edición de Le Mans abandonaron, junto al Mercedes SSK de Caracciola: W.O. Bentley todavía disfruta del ‘ya te lo dije’ cuando su ‘camión’, un Bentley Speed Six, ganó Le Mans simplemente por ser 'menos rápido' y más fiable. 

Birkin Blower: el más rápido, el menos fiable

No obstante, este revés no fue suficiente para desactivar a Birkin y lejos de eso, se propuso fabricar tres ejemplares más. No obstante, las dificultades no dejaron de presentarse: en 1930 Bentley no pasaba por sus mejores momentos y se ultimaba su venta a Rolls-Royce, por lo que decidió retirarse de la competición. Birkin decidió inscribir a un Blower en el Grand Prix de France, donde los dieciséis Bugatti parecían el mejor reto para el pequeño Bentley. En una carrera memorable, Birkin consiguió la segunda plaza, el mejor resultado histórico de su creación: todavía se recuerda los bocinazos que propinó a Louis Chiron (sí, en su honor se bautizó el Bugatti Chiron) para que se apartase con su Bugatti Type 35.

Sin duda, esa fue su actuación más impresionante: el Birkin Blower nunca fue un coche fiable, por lo que no era demasiado bueno en las largas carreras de resistencia. No obstante, el objetivo de Birkin era ser el más rápido y ahí tuvo mucho que decir. En 1931 comenzó una prueba organizada por el Daily Herald en Brooklands que premiaba al coche más rápido sobre la pista. Kaye Don lo ganó en 1931, con 221,41 km/h, sobre el Blower y el propio Birkin repitió la hazaña en 1932, con su Blower Monoplaza y su particular y espectacular carrocería aerodinámica de aluminio pintada de color rojo. Llegó a los 222,03 km/h.

Su palmarés en competición se quedó ahí y, tras la compra de Bentley por Rolls-Royce y el fin del respaldo financiero de Dorothy Paget, Birkin comenzó a correr con coches extranjeros: Bugatti, Alfa Romeo o Maserati. En 1931 y 1932 participó en Le Mans con un Alfa Romeo 8C 2300 y fue un coche italiano el que finalmente originó su fin: en el Gran Premio de Trípoli de 1933, mientras fumaba un cigarrillo en un descanso, se quemó el brazo con el tubo de escape de su nuevo Maserati 3000. Esta herida le produjo una infección y murió de septicemia el 22 de junio de 1933.

Henry Tim Birkin es un desconocido, pero sin duda es una parte importante de la historia en competición de Bentley. Fue el primero en incorporar un compresor a un Bentley, algo que con el paso de los años se convirtió en lo más normal del mundo. Hoy, toda la gama de Bentley cuenta con mecánicas sobrealimentadas y buena parte de ese legado es responsabilidad de este Gentleman Driver obsesionado con la velocidad. 

Buena muestra de su importancia histórica es que el Bentley Blower No.1 fue subastado en el Goodwood Festival of Speed de 2012 por algo más de cinco millones de libras, convirtiéndose en el coche británico más caro de la historia en su tiempo. Hoy, cualquiera de los 50 Bentley Blower fabricados de manera oficial por la marca, para su homologación en Le Mans, son una joya y cualquiera de ellos puede superar, fácilmente, la barrera del millón de euros. ¡Una joya!