Fiat Mefistofele: un motor gasolina de 1923 que bate todos los récords

Fiat Mefistofele

Victor Delgado

Una bala sobre cuatro ruedas.

Seguro que piensas que un motor de gasolina que a día de hoy sea capaz de superar los 230 km/h de velocidad punta es una buena mecánica, una orientada hacia las prestaciones y que no montaría cualquier coche nuevo que se vende en el mercado. Y amigo, estarías en lo cierto. Pero, ¿qué dirías si te cuento que Fiat consiguió esto... hace casi 100 años? No, no estoy loco. Eran los ingenieros de la firma italiana los que lo estaban. De atar. Y por eso crearon el Fiat Mefistofele, un coche que es más bien una bala con cuatro ruedas. ¿No crees?

Fiat Mefistofele: ¡menudo motor de gasolina!

La historia del motor de gasolina del Fiat Mefistofele comienza cuando fue lanzado el Fiat SB 4 a principios de siglo. Este coche de carreras duró más de tres lustros en los circuitos con su propulsor de 18 litros. Y fue en 1922 cuando le llegó su gran oportunidad: el británico Ernest Eldridge, descendiente de una familia de ricos banqueros y veterano de guerra, lo compró para convertirlo en algo infernal, como nos deja entrever su nombre.

Para empezar, el bueno de Ernest se encargó de quitarle su mecánica y plantar otra procedente de la aviación militar. Un motor de gasolina de seis cilindros en línea generalmente utilizado en bombarderos y aviones de reconocimiento. Respondía al nombre de A-12 Bis y tenía un cubicaje de 21,7 litros. Su potencia, claro, era desmesurada para aquella época, pues podía desarrollar 260 CV. Casi nada.

Fiat Mefistofele

La idea que rondaba la cabeza de Eldridge era batir los récords de velocidad vigentes, pero la empresa no fue nada fácil. Dada la envergadura del motor de gasolina del Fiat Mefistofele, fue necesario reforzar el chasis y aumentar la distancia entre ejes. Incluso necesitó la ayuda proporcionada por un autobús típico de Londres. Sí, ese de dos plazas en el que estás pensando. Además, se le instalaron cuatro bujías y cuatro válvulas por cilindro, con lo que la potencia aumentó en 60 CV hasta alcanzar los 320 CV.

Su nomenclatura viene de todas las llamaradas que soltaba por el escape. Aunque seguro que también tuvo que ver que marcase un récord de velocidad establecido en 234,980 km/h, algo fácilmente alcanzable en la actualidad, pero no por cualquier coche. Tras ser restaurando por completo ha sido expuesto en numerosos salones y eventos. Y no es para menos, ya que lo que la compañía transalpina consiguió con este motor de gasolina es para estar bien orgulloso.