Viejas glorias: Nissan Skyline GT-R R34 Z-Tune, el R34 más caro

Victor Delgado

Cuesta una pasta pero... ¡qué coche!

Los coches deportivos siempre suelen ser llamativos. Hay algunos que resultan algo más sobrio, y otros que hacen que gires tu cuello por la calle como si de un avestruz se tratase. Nissan es una marca que siempre ha sabido hacer muy bien estos últimos y, siendo una marca generalista, ha sacado modelos como el Nissan Skyline GT-R R34. Un deportivo a la altura de, por ejemplo, el Supra coetáneo. Pero, ¿cuánto cuesta uno? Mucho. Y más si se trata del Nissan Skyline GT-R R34 Z-Tune, el R34 más caro del mundo.

El Nissan Skyline GT-R R34 Z-Tune: un broche de oro

Efectivamente, este Nissan Skyline GT-R R34 Z-Tune es el más caro del mundo en su especie. Sí, se trata de esa edición limitada con las que muchos hemos tenido sueños húmedos a lo largo de varias décadas, el R34 más especial de todos los tiempos. Un coche que todo petrolhead (rico) debería tener el en garaje al menos alguna vez en la vida. De hecho, si eres fan de los japos sería imperdonable que no lo tuvieras a escala en tu estantería.

Nissan Skyline GT-R R34 Z-Tune habitáculo

El motivo de la fabricación de esta versión fue la celebración de los 20 años de Nismo, apellido que llevan los Nissan más deportivos. Sin embargo hubo un problema bastante grande: para cuando el proyecto recibió luz verde el Skyline GT-R R34 ya se había dejado de fabricar. ¿Cómo hacerlo entonces? Pues Nissan compró a sus dueños aproximadamente una veintena de unidades con menos de 30.000 km y que estuvieran estrictamente de serie. Al final hubo 21 ejemplares, incluidos dos prototipos.

¿Qué cambios recibió con respecto al R34?

Las modificaciones que sufrió el Nissan Skyline GT-R R34 Z-Tune en comparación con un R34 estándar (un coche que ya de por sí tiene poco de normal) fueron llevadas a cabo para encontrar la perfección sobre cuatro ruedas. Ya sabemos cómo son los japoneses, cuando se ponen a hacer algo en serio normalmente no bajan del sobresaliente. Sea como fuere, la base de trabajo era el modelo GT-R V-Spec II.

Nissan Skyline GT-R R34 Z-Tune llanta

Para empezar, todas las unidades recibieron un kit aerodinámico fabricado en plástico reforzado con fibra de carbono o CRPF que incluía, entre otros, un enorme alerón fijo en la tapa del maletero, un difusor trasero, unos paragolpes más agresivos y algunas entradas de aire extra. Además, en un principio las unidades fueron pintadas en el tono gris Z-Tune Silver, si bien con el paso del tiempo hay algunas que han sido repintadas en otro color.

Los cambios buscaban funcionalidad sobre estética, pero lo cierto es que le quedaban que ni pintados. Por otra parte, creo que todo coche japonés deportivo que se precie debe llevar unas estupendas llantas Rays, y este Nissan Skyline GT-R R34 Z-Tune equipaba unas LM GT4 GT500 Model tan simples como preciosas. Cinco radios, 18 pulgadas y envueltas en unos neumáticos Bridgestone Potenza REO1R.

Otro motor mejor

Pero claro, todo lo anterior no cuadra si no tienes un motor a la altura. Y Nissan sustituyó el RB26DETT por otro llamado Z2 derivado de la competición. Fue una evolución del Z1 con el que la marca nipona participó en campeonatos como Le Mans y el GT500. Con un nuevo turbocompresor, los componentes internos forjados y un bloque reforzado, las cifras conseguidas fueron de al menos 500 CV y 545 Nm, aunque la cifra exacta se desconoce.

Nissan Skyline GT-R R34 Z-Tune escape

Para soportar toda esta fuerza el chasis fue reforzado en diversos puntos clave, mientras que la rigidez del vehículo fue aumentada a través de la instalación de una barra de torretas en el vano motor y de unas barras estabilizadoras modificadas. También cuenta con una suspensión específica firmada por Sachs, con unas vías 15 mm más anchas y con los sistemas de refrigeración y escape rediseñados. Era otro coche, en realidad.

La caja de cambios a la que va asociada su motor es una automática de doble embrague y con ella es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en menos de 4 segundos y de hacer el cuarto de milla en 10,8 segundos. En definitiva, una pieza de colección que ahora está valorada en más de medio millón de euros. Así que, al menos en lo que a mí respecta, me tendré que conformar con verlo en las fotos.