Un vistazo al pasado: viaje con el Mercedes SLK 55 AMG Black Series

Un deportivo que fue referencia y que ahora, es un clásico.

Sobre el papel, el Mercedes SLK 55 AMG Black Series es el sueño de todo aficionado al motor. De todo aquel que puede pagarlo, al menos. Porque oscilan los 80.000 euros, y no es de esos coches que bajen de precio con los años precisamente. 

Pero sobre todo, es uno de esos coches que evocan esos hombres excesivamente masculinos y perennemente solteros en un pub, con unas cervezas encima cuando ya no hay fútbol.

Posee un motor de 5,5 litros M113 V8 con una potencia de 400 CV y 520 Nm de par, combinado con una transmisión 7G-TRONIC con cambio rápido de AMG de 5 velocidades. Tanta potencia para 1.495 kg de peso... Evidentemente sí, es muy rápido. Al menos en recta.

Son concretamente 45 kg menos de peso que la versión AMG estándar, y esto se consiguió a base de componentes de fibra de carbono que son ostentosamente visibles. Para empezar, con el techo rígido, seguido de un interior con paneles de puertas también en carbono.

Por el exterior, más de lo mismo, como las tomas de aire del capó que enfriarán ese V8 que cualquier conductor que se precie, llevará calentito. Y un coche biplaza tan deportivo no puede llevar otros asientos que unos baquet que no te dejan moverte ni un ápice pero que, a su vez, son cómodos.

Volante en alcántara con las levas para el cambio de marchas y algún que otro detalle en (falso) carbono con algunas molduras del salpicadero. Es un interior vistoso pero deportivo, pocos lujos y licencias.

Entonces, un coche para circuito. ¿No?

Ajustar el chasis en un coche así no es necesario, es obligatorio. Suspensión regulable en altura y dureza para empezar. Ruedas más grandes y ligeras, para sumar tracción pero no tirar piedras contra tu propio tejado (o techo, mejor dicho) de carbono. 19" de llantas con neumáticos Pirelli P Zero Nero, para ser aún más exactos.

Junto a ello, frenos con discos ventilados perforados de 360 mm delante y 330 mm detrás y un diferencial autoblocante. Porque claro, hay curvas en las que será necesario, y un V8 trasera lo pide a gritos.

Motor V8 de 5,5 litros del Mercedes SLK 55 AMG Black Series.
Motor V8 de 5,5 litros del Mercedes SLK 55 AMG Black Series.

Todo ello combinado le permiten hacer el 0 a 100 km/h en 4,9 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 249 km/h. Casi 80.000 euros a pedidos cliente en Europa a través de Mercedes que puede empezar a elevarse por esos extras hechos para sacarle más dinero a según que tipo de personas.

Cuero en el interior por aquí, inserciones de carbono interiores por allá, un paquete de carbono exterior (que solo comprende alerón trasero, partes de la parrilla y espejos retrovisores)... Al final, puestos a pedir, te encuentras con un extra que supera los 10.000 euros, ni más ni menos.

En la factura, prácticamente lo mismo que cuesta un Porsche 911 S estándar, un Lexus RC cargado de extras o un Alpine A110S. ¿Es digno de la compañía entonces? Pues siendo directos, no.

Interior del Mercedes SLK 55 AMG Black Series.
Interior del Mercedes SLK 55 AMG Black Series.

Y es que Mercedes y su división AMG cogió esa antigua herencia de los deportivos británicos, de mucha potencia y poca ingeniería. Mucho motor pero a la hora del pilotaje, poca carne en el asador. Y esa carne no sabe demasiado bien.

Afortunadamente, y hay que remarcarlo, es algo que ha cambiado posteriormente con modelos como el Mercedes AMG C63. Si bien, los gustos y aquello que ensalzan con los CL los Clase S con potencia de V12, enormes aleaciones e interiores de 'gánster' son un recordatorio de lo que la estrella alemana pretende con su marca deportiva.

Volviendo al viaje con el SLK... Para viajar no es, precisamente

Quitando que es un coche para trackdays en circuito y no para viajar, y dejando de lado que hay coches por el mismo precio que hacen las dos cosas mejor y sin problema... El viaje es absolutamente espantoso.

Sí, en pista puede llegar a rendir, pero la falta de comodidad será un enorme problema para cualquier persona que quiera gastarse algo más de 80.000 euros en un coche que, con razón, podría llegar a tener la intención de usarlo de forma semi-regular.

Llegados a este punto, saquemos al Porsche 997 GT3. Uno de los mejores coches que TopGear ha probado. Un automóvil cuyo hábitat natural es la pista, pero que se conduce magníficamente bien y con comodidad sobre cualquier superficie y situación. Pero con la excepción de que el bólido de Stuttgart se puede encontrar por unos 90.000 euros. Poco más que su compatriota alemán.

Mercedes SLK 55 AMG Black Series.
Mercedes SLK 55 AMG Black Series.

El Porsche no es una limusina, claro, pero absorbe los golpes maravillosamente bien, y en el proceso, conserva la compostura. Vamos, todo de lo que carece el Mercedes SLK, que lo convierte en alarmante a grandes velocidades a no ser que el camino sea totalmente plano y perfecto. Y no tiene pinta de que eso sea así en ningún sitio.

Luego, surgió un ruido que no terminamos de dilucidar de dónde venía. Parecía algo que se estuviese soltando, pero en fin. Uno de esos momentos en los que es mejor encender la radio y obviar lo demás.

Lo que no se podía obviar era el chirriar de ese 'techo rígido' que, al parecer, no era tan rígido. En definitiva, estos problemas, en un automóvil de 80.000 euros y con la calidad que se le presupone a Mercedes, son los típicos que se agolpan luego en las colas de la garantía en los concesionarios.

Mucha potencia y muchas buenas ideas que, combinadas, no han cuadrado y chirrían entre ellas como el techo de este SLK 55 AMG Black Series. Una experiencia demasiado imperfecta, y demasiado cara.

Etiquetas: Viajes