Citroën C-Métisse: del Salón de París al olvido casi absoluto

Citroën C-Métisse

Era tan peculiar por dentro como por fuera

Los prototipos no dejan de ser algo apasionante en el mundo del automóvil, especialmente si echas un vistazo a aquellos que vieron la luz hace años. Algunos resultaron en modelos de producción y otros tuvieron una influencia mayor o menor en lanzamientos posteriores de las marcas. Todos tienen una historia y hoy es el turno de este Citroën. Llamado C-Métisse, estaba llamado a ser uno de los protagonistas del Salón de París de 2006, pero terminó cayendo en el olvido no mucho después.

En esencia, el Citroën C-Métisse era una especie de gran berlina, de esas que solo se hacen en Francia. Se trataba de crear un coche grande, llamativo y especialmente cómodo. Pero todos sabemos que, por unas razones u otras, esos coches no terminan de funcionar. Un ejemplo claro es el C6 que se vendía en aquellos años.

En cualquier caso, este concept supo llamar la atención en su momento gracias a su aspecto. Contaba con un capó sorprendentemente largo, un paragolpes delantero con grandes entradas de aire y faros verticales. La trasera, sin embargo, era especialmente corta y se definía por los pequeños pilotos traseros y una característica luneta.

Eso sí, un prototipo siempre cuenta con una apariencia peculiar, así que se podría decir que esto no era tan especial. Lo que sí sorprendía particularmente en el diseño del Citroën C-Métisse eran sus puertas. Las delanteras estaban ancladas al pilar A, mientras que las traseras lo estaban al pilar C. Se abrían hacia arriba y creaban una estampa impresionante.

De esta forma podíamos acceder al interior, que realmente tenía la configuración que se espera en un coche de este estilo. Había un aura futurista, con unos relojes del cuadro de instrumentos y un volante que casi parecían sacados de una nave espacial en ese momento. Además, como es habitual en estos modelos, podíamos encontrar detalles más llamativos que prácticos. Por ejemplo, el botón de arranque se situó por alguna razón en el techo, donde además estaban anclado el reposacabezas del conductor. ¿Y por qué no?

¿Un diésel híbrido?

Y, por supuesto, en este concept no podemos dejar pasar el aspecto mecánico. No, esto no era tan solo una ‘carcasa’ sin ningún tipo de propulsión. El motor del Citroën C-Métisse era un V6 diésel de 2,7 litros. 

En aquellos años, el pensamiento general sobre los motores diésel era muy diferente al de ahora y por ello fue la elección aquí. Rendía 210 CV, pero la cosa no acababa ahí, ya que además estaba asociado a dos motores eléctricos de 20 CV cada uno. Correcto, este coche era un híbrido.

Esta mecánica se gestionaba a través de una caja de cambios automática de seis velocidades y toda esta combinación permitía que este prototipo pasara de 0 a 100 km/h en unos 6,2 segundos. La velocidad máxima era de 250 km/h, una cifra nada despreciable.

Aun así, la historia del C-Métisse no fue más allá de aquel Salón de París. El coche no captó la atención que esperaba y no se avanzó más. Tras su presentación, el coche probablemente quedó guardado junto a muchos otros prototipos de la marca y no se volvió a hablar de él. Hasta ahora, claro.