Hay momentos memorables de todo tipo en el automovilismo y un día como hoy, hace 98 años, se vivió uno reseñable para Fiat y para la historia de los récords de velocidad: el primer duelo entre el Fiat Mefistofele y el Delage V12 “La Torpille”.
Para entender lo que sucedió, antes hay que conocer las circunstancias en las que nació aquel bólido de Fiat. En su concepción jugó un gran papel Ernest Eldridge, un joven de familia noble que abandonó los estudios para luchar en la Primera Guerra Mundial. Entre sus pasiones estaba la aviación y los deportes de motor, de manera que se enfocó en ello tras la contienda.
Tales eran las ganas de lograr algo grande, que se le ocurrió una idea: firmar un récord de velocidad a nivel mundial. Para ello, pensó en unir a la mezcla su otra pasión, los aviones, de manera que trató de adaptar el motor de una aeronave a un coche.
Un coche con motor de avión
Así lo hizo, en 1921, con un coche asociado a un bloque de 240 CV que pudo llegar a 150 km/h. Sin embargo, aún era necesario mejorar. Por ello, Eldridge optó por comprar un coche de competición de 1907: un Fiat SB4. Además, también se hizo con un bloque Fiat A.1, un seis cilindros que normalmente se usaba en bombarderos como el Caproni Ca.44.
Esta combinación ya era llamativa, pero era necesario hacer algunos ajustes. En el apartado mecánico, el británico pensó en modificar los cilindros, de manera que pudieran contar con cuatro válvulas con bujías Magneti Marelli. Asimismo, para la carrocería se sirvió de un antiguo autobús de Londres que había sido accidentado.
No cabe duda de que la fabricación de este coche era artesanal, pero el resultado fue sorprendente. Más allá del cambio estético, el propulsor del Fiat Mefistofele ahora entregaba 350 CV a 1.800 rpm, el cual además emitía un sonido fuerte e inconfundible. Fue por ello por lo que recibió el apellido con el que se le conoce.
Con esto, el coche tenía cualidades para batir el récord de velocidad y la firma Delage, junto a su piloto René Thomas, retaron a Ernest Eldridge. El desafío era sencillo: el 5 de julio de 1924, en la Route Nationale 20 cerca de Arpajon (Francia), ambos debían enfrentarse para batir el récord de velocidad. Eldridge conduciría el Fiat, mientras que Thomas llevaría el Delage V12 “La Torpille”.
Ambos bólidos contaban con 350 CV de potencia, así como con grandes pilotos al volante. Al fin y al cabo, René Thomas logró ganar varias veces las 500 Millas de Indianápolis. La batalla estaba reñida y todo podía pasar.
En su intento, el Fiat Mefistofele firmó una velocidad de 230,55 km/h, lo que suponía un nuevo récord. Sin embargo, un requisito para que contara dicha cifra es que el coche contara con un mecanismo para circular marcha atrás. El coche italiano no lo tenía y, tras la reclamación de Delage, no fue válida aquella plusmarca.
Un día después, Thomas hizo su intento y marcó una velocidad de 230,63 km/h, pero la competición no acabó ahí. Eldridge añadió un dispositivo de marcha atrás a su coche con la ayuda de un herrero y, el 12 de julio, volvió a intentar superar la marca. Entonces, logró alcanzar los 234,98 km/h.
Esta vez, todo se había llevado a cabo de acuerdo a las reglas. Por ello, tanto el piloto como el Mefistofele, hicieron historia. De hecho, aquel fue el último récord de velocidad batido en carretera, por lo que aún siguen vigentes las dos cifras firmadas entonces: 234,98 km/h – en el primer km con salida desde parado- y 234,75 Km/h -en la primera milla con salida desde parado-.