Opinión: ¿qué podemos esperar del futuro del automóvil?

Tesla Model S
¿Te gusta conducir? Pues lo llevas claro.

Estoy convencido de que en más de una ocasión te has encontrado debatiendo con tus amistades más petrolhead sobre el futuro del automóvil... para llegar siempre a la misma conclusión: para quienes amamos colocarnos tras el volante y sentir el olor a gasolina de alto octanaje, pinta mal. Estoy desoladoramente convencido de que tienes toda la razón, pero: ¿cuál será el camino que seguirá una de las creaciones más interesantes jamás alumbradas por el ser humano? 

Siete hiperdeportivos eléctricos que necesitamos ver ya

Vale, quizá las palabras del primer párrafo de este artículo te hayan sonado demasiado pesimistas teniendo en cuenta que fui el primero que cambió de parecer después de llevar a cabo la prueba del Tesla Model S 100D... y no te culpo. Pero que el coche eléctrico sea una realidad mucho más agradable de lo que pudiera parecer hace años no significa que su implantación definitiva en el mercado no vaya a traer consigo unos cuantos golpes duros de verdad para cualquier persona realmente enamorada del automóvil. Y eso por no hablar de la conducción autónoma, claro. Que tampoco te quiero amargar el fin de semana. 

Deja de mirarme así, porque no estoy siendo tremendista: siempre que hablo con alguien sobre el futuro del automóvil recuerdo una anécdota que viví en mis propias carnes mientras hacía una sesión de fotos hace un par de años. Era viernes, los redactores encargados de hacer las distintas pruebas y yo estábamos en un lugar recóndito de la serranía madrileña y, tras haber terminado de tomar las últimas imágenes de uno de los protagonistas de la sesión, decidimos dejarlo bien aparcado mientras rematábamos la faena con otro. Hasta aquí parece un día normal, ¿verdad? Pues no: al intentar ponerlo en marcha de nuevo apareció un mensaje de error en su tablero de mandos que nos recomendaba contactar con el servicio técnico. Sin más. Bromeando, decidimos que lo mejor sería salir del coche, cerrarlo, volverlo a abrir y probar de nuevo... para comprobar con estupor que esas fueron exactamente las indicaciones dadas por la persona que nos atendió cuando llamamos al servicio de asistencia del artefacto en cuestión. Como si de un maldito ordenador se tratara. 

¿Has tenido ya suficiente? Pues eso no es nada: tras una espera de aproximadamente una hora -estábamos básicamente en el punto geográfico donde da la vuelta el viento, así que es normal-, por fin llegó la ayuda que ansiábamos con desesperación... bajo la forma de un coche taller sin plataforma que pudiera llevarnos a ninguna parte. ¿Quieres saber qué hizo el técnico que acudió al rescate? Desconectar la batería para volverla a enganchar unos minutos después con la esperanza de que fuera suficiente como para que el sistema entrase en razón. Sin resultados. Durante la hora que tardó en llegar la grúa mi compañero y yo pudimos debatir largo y tendido sobre qué demonios estaba ocurriendo para que un sistema perezoso diera al traste con un viaje en vacaciones. Y terminamos convencidos de que la cosa iría a más. Muy pronto. 

¿Conoces las ventajas de un coche eléctrico frente a un diésel o uno de gasolina?

¿Te flipan los coches eléctricos? A mí también: permiten alcanzar un nivel de prestaciones con el que los deportivos de combustión no pueden ni soñar y gracias a ellos la movilidad pronto será más sostenible que nunca... hasta que lleguen las averías. Y para mostrarte mi preocupación por el futuro del automóvil, recurriré a otra anécdota que, esta vez, no he vivido en mis propias carnes: hace unos meses un colega de profesión de otro país me contaba cómo, durante un recorrido de prueba de un artefacto propulsado por pilas, se vio completamente tirado sin remedio en mitad de una concurrida calle de un pequeño pueblo portugués tras haber visto en el cuadro de instrumentos una alerta sobre un fallo en la batería. Sin ruidos previos que avisaran de que algo no funcionaba bien. Sin humo. Sin más. Comentaba amargamente que, debido a la tecnología presente en este tipo de vehículos, ni siquiera le quedó la opción de abrir el capó y rascarse la cabeza simulando entender cuál era el origen del problema. ¿Adivinas qué solución trataron de aplicar los especialistas que acudieron en su ayuda? Dilo tú, que a mí me da la risa... 

VÍDEO: un Jaguar I-Pace contra un Tesla Model X... ¿alguna apuesta?

Vale, está claro que con propuestas como el Porsche Mission E, el Tesla Roadster 2020 e incluso SUV de la talla del Jaguar I-Pace el camino hacia la electrificación de nuestro parque móvil no pinta tan negro como hace sólo un lustro... pero vamos a sufrir por el camino. Porque ya no podremos entender qué le ha ocurrido a nuestro cacharro sin un ordenador de por medio por mucho que sepamos de mecánica. Porque enredar tratando de mejorar su rendimiento pronto quedará limitado a cargar uno u otro programa -que tendremos que parchear para la ITV, claro-. Y porque ir a más de 200 km/h sin que el cohete sobre el que vayamos montados emita más ruido que el del viento azotando sus retrovisores es tan curioso como triste. Pronto sólo podremos despertar al vecindario poniendo el equipo de música a todo volumen. Arañando kilómetros al contador de autonomía del coche por el consumo que ello implica. ¡Ay!

Etiquetas: Opinión