El Porsche 911 GT3 RS y sus 'antepasados' conquistan la Isla de Man

Porsche 911 GT3 RS en Isla de Man

Javier Prieto

Una excursión por el trazado más peligroso del mundo a lomos de la bestia teutona de 520 caballos.

Después de pulverizar el récord de vuelta rápida en Nürburgring, el Porsche 911 GT3 RS ha saltado a la Isla de Man, perteneciente a Gran Bretaña. Allí, en el circuito más peligroso del mundo -254 corredores muertos en 110 años-, ha rodado con su estirpe de Nueve Onces.

Sin embargo, en esta ocasión el 911 GT3 RS no ha tratado de destrozar el crono. La cosa iba de darse una vuelta con sus ancestros -modelos precedentes- en uno de esos trazados que forman parte de la Mitología del Motor con mayúsculas. Y así, sin pensárselo dos veces, el Porsche atmosférico más radical ha cogido los bártulos y se ha presentado con sus ascendientes en el puerto de la capital de la isla, Douglas. Allí a la comitiva de los 911 les daba la bienvenida un cartel con la frase: "Si no te gustan nuestras reglas, zarpa un barco cada media hora". 

A pesar del mensaje poco acogedor para los visitantes, el Porsche 911 GT3 RS y sus familiares estaban dispuestos a hacer una excursión por los legendarios 60´67 kilómetros del trazado del TT (Tourist Trophy) de la Isla de Man. Al frente de la comitiva se puso el más joven de la estirpe, exhibiendo músculo entre los lugareños. Así el 911 GT3 RS no tardó en ponerse en marcha y encontrarse con la Ruta Snaefel. Se trata de una sinuosa carretera de montaña urbana donde hay que tener un par de pistones para ir rápido. Pues de eso al Porsche 911 GT3 RS le sobran. 

En ese imponente escenario puso a trabajar a su corazón de 4 litros, 520 purasangre y 470 Nm. Sin embargo, la sinuosa vía no le permitió demostrar que acelera de 0 a 100 km/h en 3,2 segundos, ni que tiene una velocidad punta de 312 km/h. Además, se trataba de lucir palmito ante los paisanos de la zona y de pasear con los ancianos de la familia 911.

De este modo finalizaba una jornada emocionante donde más de uno de esos experimentados Porsche miraba hacia atrás. Veía las estrechas calles, las carreteras rurales, el asfalto alfombrado de baches, bordillos, tapas de alcantarilla, farolas y muros. Y se preguntaba: ¿por aquí compiten motos a 300 km/h? Ese es el precio de la gloria... a veces.