Rolls-Royce Sweptail: quizá el coche más caro jamás fabricado

Rolls-Royce Sweptail

Gustavo López Sirvent

Dicen las malas lenguas que ronda los 11,5 millones de euros...

El lujo en todas sus variantes siempre tiende a la ostentación, opulencia, elegancia (aunque no siempre) y a la exacerbación del dinero. Hoteles de 7 estrellas, megayates, relojes, diamantes, aviones privados y un largo etcétera que vamos a completar con el que quizá sea el coche más caro del mundo jamás fabricado: el Rolls-Royce Sweptail.

Esta barbaridad con cuatro ruedas se presentó en su día en  el Concorso d'Eleganza Villa d'Este. Es el encargo de un señor que tiene el dinero por castigo y en 2013 se lo encargó a la firma británica. De ese cliente no se sabe nada, como suele ocurrir en estos casos. Cuatro años más tarde, la firma del 'Espíritu del Éxtasis' culminó ese proyecto dando luz al Sweptail. 

El precio nunca se desveló para no humillar a la plebe, pero fue Torsten Müller-Ötvös, CEO de la compañía, quien dio alguna pista de por dónde podrían ir los tiros: “Ha sido sustancialmente caro. Podrías decir con probabilidad que es el coche más caro en años... jamás construido".

La lógica elucubración ante tamaña declaración no se hizo esperar y hubo un rumor (que no se desmintió) que esa berlina había costado la friolera de 10 millones de libras, lo que en 2017 serían unos 11,5 millones de euros al cambio de moneda.

Rolls-Royce Sweptail

Tras la petición del acaudalado cliente, Rolls-Royce se puso manos a la obra con unas pautas muy concretas: crear un modelo único, inspirado en el mundo de la navegación pero que, además, también tomara rasgos de los modelos clásicos de la marca de los años 20 del siglo pasado.

El fabricante británico tenía muy claro desde el principio cual iba a ser la base del proyecto, aunque con éste terminado apenas se pueda reconocer: el Rolls-Royce Phantom. De él se ha aprovechado su mecánica: un V12 de 6.75 litros. Este propulsor desarrollará 571 CV y 900 Nm de par máximo. Su transmisión será una automática ZF de ocho relaciones.

Lo primero que vemos en su exterior es el frontal en el que permanece la característica parrilla de los modelos de la firma, si bien sus ojos son dos grupos ópticos dobles, con la parte inferior en forma de pilotos redondos. Su chasis se ha montado dentro de una moldura de aluminio, a juego con la propia parrilla.

Si lo observamos desde el lateral vemos que es un coche muy particular. A partir del pilar A la caída del techo presenta una línea muy alargada que hace que este gran modelo tenga un acabado mucho más atrás que el eje trasero, dando lugar a un voladizo posterior enorme.

En su retaguardia, si centras la visión en lo alto de la berlina, en su punto más elevado, verás que el techo está compuesto por cristal en su mayoría, en una forma de triángulo con su punta en la zaga y dejando a la vista un interior inspirado por los yates, con la madera oscura como protagonista combinada con cuero claro.

En la zaga propiamente dicha se recupera el formato de la moldura delantera, aquí en forma de ‘U’ y que une ambos pilotos, de orientación vertical, con el paragolpes.

Hemos de señalar que, a pesar de ser un coche grande en dimensiones, estamos hablando de un modelo de solo dos plazas. Una vez entras en su habitáculo seguirás babeando, ya que todo son detalles: maletines integrados en las puertas, que van a juego con dos maletas, o un compartimento para alojar champán y dos copas para beberlo. Por ejemplo...