Prueba del Ford Mustang GT: sensaciones puras 'made in USA'

Ford Mustang GT

El icono se mantiene con fuerza

Un cúmulo de sensaciones. Eso es lo que define mi prueba del Ford Mustang GT. Y es que, cuando sabes que vas a conducir un muscle car -o pony car, como fue originalmente concebido- que está considerado como uno de los más emblemáticos de los Estados Unidos y que va camino de los 60 años de historia, sabes que la cosa se va a poner interesante. Durante décadas ha triunfado en Norteamérica, pero ahora el deportivo de Ford ya ha cruzado el charco. ¿Cómo se desenvuelve en nuestro terreno?

Seis años después de su desembarco en Europa, el diseño del Ford Mustang sigue captando miradas allá por donde pasa gracias a una línea que evoca el estilo del coche original en detalles como la línea descendente del techo o el aspecto de los faros traseros. Sin embargo, a mí lo que más me llama la atención es el agresivo frontal, fruto del restyling que sufrió este modelo en 2018. Con unos faros más afilados, un nuevo paragolpes y una parrilla más baja, la presencia de este deportivo es aún más desafiante.

No obstante, otra cosa que me llama la atención en el primer vistazo es que este coche es muy, muy grande. Estando acostumbrado a los coches que vemos habitualmente por las carreteras, sorprende ver un coupé con 4.789 mm de largo y casi dos metros -concretamente, 1.916 mm- de ancho. “Va a ser difícil meter esto en mi plaza de garaje”, pienso para mí, acostumbrado a aparcar allí mi humilde Seat Córdoba 6K2.

Interior del Ford Mustang: todo, a lo grande

Pero ahora no es momento de pensar en eso. No me hago esperar más y salto al interior, donde ese tamaño exterior se traduce en una gran amplitud para los ocupantes, al menos, en las plazas delanteras. Las traseras, por su parte, sufren de un limitado espacio para la cabeza y las piernas, así como de un acceso algo complicado. 

En cualquier caso, los asientos de cuero son cómodos en ambas zonas del coche y se caracterizan por un buen equilibrio entre comfort y deportividad. Sentado al volante, me siento a gusto para realizar un viaje, pero también noto un agarre suficiente para ir más alegre en carreteras con curvas. De manera opcional puedes montar unos asientos Recaro por 2.050 euros, pero no son una opción imprescindible.

Una vez acomodado, me fijo en que el habitáculo, al igual que el exterior, también cuenta con referencias a aquel coche que se lanzó al mercado en 1964. La forma del salpicadero o el enorme volante aportan ese aire retro en un interior fabricado con unos materiales generalmente agradables al tacto. Asimismo, esos toques clásicos se combinan con elementos como el cuadro de instrumentos digital, que se ve siempre con buena claridad; y la pantalla de 8” con el sistema SYNC 3 en la consola central que, si bien responde adecuadamente, obliga a retirar demasiado la vista de la carretera.

Por debajo de esta pantalla veo numerosos mandos físicos para manejar el control de tracción, el modo de la dirección o las luces de emergencia. Además, me encuentro con una palanca de cambios y con un freno de mano ‘de los de toda la vida’ en una posición sorprendentemente alta. El Mustang puede montar una caja manual de 6 velocidades o una automática de 10 relaciones, pero yo agradezco que mi unidad de pruebas monte la primera opción. Es hora de ponerse en marcha. Esto va a ser divertido.

¿Cómo se comporta?

Pulso el botón de arranque y el motor V8 atmosférico de 5 litros del Ford Mustang GT cobra vida con un sonido inconfundible. En el cuadro de instrumentos se me indica que el escape está en modo ‘Silencioso’, y es que también puedes seleccionar los modos ‘Normal’, ‘Deportivo’ y ‘Circuito’.

En cada una de estas configuraciones, una mariposa se abre cada vez más en las salidas de escape centrales, quedando totalmente abiertas en la última y generando un sonido más bronco. Creo que no será difícil adivinar por qué opción me voy a decantar.

Me pongo en marcha y el Mustang me transmite unas sensaciones que no me esperaba. El tacto de los pedales es algo duro, pero no incómodo, el sonido del motor no se entromete demasiado en el interior a velocidades normales y la conducción puede incluso llegar a ser suave si lo deseas. 

Puedes regular la dureza de la dirección o alternar directamente entre los modos del coche: ‘Normal’, ‘Deportivo’, ‘Deportivo+’, ‘Circuito’, ‘Nieve y mojado’… Hasta tiene un modo ‘Carril de aceleración’, por si de repente te ves con ganas de realizar una drag race en alguna pista de Kentucky.

La postura al volante es cómoda y te permite tener suficiente visibilidad del entorno. Eso sí, necesitarás un proceso de adaptación al largo capó y a la anchura del coche. Este es un modelo pensado para las grandes carreteras estadounidenses y en algunas zonas más estrechas puedes sufrir con sus dimensiones y su amplio radio de giro. 

En definitiva, es en carretera donde realmente puedes disfrutar al volante. Los 450 CV del V8 empujan con fuerza, aunque empiezas a notar la potencia a partir de las 3.000 rpm. Este es un motor grande y potente ‘made in America’, eso sí, por lo que el depósito de gasolina de 58,5 litros baja con más rapidez que la que desearías. Es fácil marcar un consumo situado en torno a los 12 litros cada 100 km, lo cual no es demasiado realmente, teniendo en cuenta el tipo de coche que es. 

Ford Mustang GT

Aun así, ¿qué más da? Piso el acelerador, el V8 ruge con fuerza y me pego al asiento. Dan igual esas nimiedades. Ahora solo tengo una sonrisa de oreja a oreja. Sé que el Mustang tiene un potente sistema de sonido firmado por Bang & Olufsen, pero he desarrollado una adicción por el sonido del motor. Si te gusta la música tanto como a mí, vas a tener una difícil elección entre manos.

Ahora bien, ¿cómo se le dan las curvas al Ford Mustang GT? Pues mejor de lo que cabría esperar. Los neumáticos de 255/40 ZR19 delante y 275/40 ZR19 detrás mantienen bien el agarre y el coche lucha para lograr mantenerse en las curvas en todo momento. Eso sí, no esperes que el eje trasero no se deslice si desactivas las ayudas.

En general, el coche se mueve con suficiente soltura, aunque puede notarse algo menos ágil que otros deportivos en este campo. Aun así, paso un buen rato en estas carreteras con el cambio manual y me sorprende cómo realiza una especie de ‘punta-tacón’ automático cada vez que reduces de marcha.

Conclusión

Ford Mustang GT

Tras comprobar las distintas facetas del Ford Mustang, quedo muy sorprendido. Es un coche puramente americano -hasta tiene una pegatina que acredita que ha sido fabricado en la planta de Flat Rock, en Michigan- y se nota, pero es capaz de combinar las buenas prestaciones con la comodidad para el día a día. Puedes exprimir el V8 y sentirte como Steve McQueen en San Francisco o ir a comprar y poder hacer uso de su maletero de 408 litros, aunque su boca de carga sea algo estrecha.

Por un precio que parte de los 50.471 euros, puedes hacerte con un deportivo de más de 400 CV que, puede utilizarse a menudo, se ofrece con cambio manual y te transmite unas sensaciones muy positivas al volante. ¿Qué más se puede pedir?

Nuestro veredicto

8.5