Aquí tienes la prueba en el circuito de Montmeló del Hispano Suiza Carmen Boulogne. El escenario no puede ser más estimulante. Eso me da una idea muy clara de lo seguros que están en Hispano Suiza de su modelo más potente y exclusivo.

Diseñado y construido justamente en la periferia de este trazado y en colaboración con la empresa QEV Technologies (estos algo saben de la Fórmula E), el Hispano Suiza Carmen Boulogne ofrece unas cifras espectaculares mires por donde lo mires.

¿Potencia? 1.115 CV. ¿Par Motor? 1.600 Nm. ¿Aceleración? 0 a 100 km/h en solo 2,6 segundos y una punta de 290 km/h. ¿El precio? Igualmente desorbitado y exclusivo: 2 millones de euros. Pero dejemos a un lado las frías cifras de este Hispano Suiza y vayamos a lo importante.

La fibra de carbono está por todos lados y una vez abres las puertas de tijera operadas de forma eléctrica te rodeas en su interior de una mezcla única de lujo retro-moderno, piel de altísima calidad, Alcántara y pantallas. No hay nada parecido a esto en el mercado. En el exterior, las curvas voluptuosas y los bordes afilados le aportan una personalidad muy singular (hay mucho del Hispano Suiza H6B Dubonnet Xenia de 1938 ).

Presiono el botón de arranque, acelero levemente y la batería de 80 kWh comienza a alimentar a los dos motores eléctricos que llevo en el eje trasero, uno por cada rueda. Cada uno desarrolla 557 CV y no os voy a hablar de autonomía, porque en un circuito como este es algo irrelevante, aunque debería ofrecerme unos 400 km (medido en ciclo NEDC) en condiciones normales.

Me deslizo por la calle de boxes con absoluto mutismo, llevando en mis manos una pieza única y sabedor de los más de 1.000 CV que están esperando mis órdenes. No llevo el ESP conectado, así que mis manos y mi pie derecho serán los únicos encargados de que pueda exprimir los límites de esta máquina, pero a la vez devolverla de una pieza.

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De los tres modos de conducción que ofrece (ECO, Normal y Sport), activo el último: hundo el pie y la patada que siento en mi espalda me despierta del relajado silencio. ¡Esto va en serio! Las rectas de Montmeló pasan volando y una y otra vez tengo que echar mano al freno con todas mis fuerzas para detener a esta bestia eléctrica. Menos mal que llevo unos frenos de carbono AP-Racing que no desfallecen jamás.

La sensación en el estómago cada vez que acelero a fondo es tremenda y la capacidad de tracción de es brutal. Y si en recta este Carmen Boulogne es endiabladamente rápido, en curva no se achica lo más mínimo: es capaz de desplegar todo su talento gracias a su bajo centro de gravedad y su bien afinado chasis de carbono (solo 1.700 kilos).

El silencio es tal dentro del habitáculo, que el límite de los neumáticos lo percibo perfectamente en mis oídos. ¿Quién compraría un coche así? Muy probablemente, un excéntrico, enormemente rico que busque una tecnología tan avanzada como la de este Hispano Suiza. ¿Los hay? Sí, hay uno en Miami, que ya espera su Hispano Suiza Carmen este mismo año.