Retroalimentación de un motor diésel: qué es y cómo evitarla

Esperamos que, por suerte, nunca la hayas sufrido...

Has oído hablar de ello y temes que ocurra pero, ¿qué es exactamente la retroalimentación de un motor diésel? Lo primero que has de saber es que esto suele ocurrir cuando se produce una avería en el turbo. Es entonces cuando el motor entra en un círculo vicioso y, al alcanzar su régimen máximo de revoluciones, comienza a beberse su propio combustible. ¡Apocalipsis! 

Recuerda cuáles son las averías del coche que causas tú mismo... 

Y sí, lo hace hasta haber consumido todo el aceite, así que como puedes ver en el vídeo sobre estas líneas, la situación se torna complicada… La ‘fumata blanca’ indica la llegada de una avería de las caras, el motor gripa y queda destruido. ¡Malas noticias! Acabas de descubrir lo que es la retroalimentación diésel

Si acabas de entrar en pánico, párate. No es algo que ocurra todos los días, sobre todo si cuidas del motor y del turbo, aunque es cierto que la situación también puede darse si hay en el cárter una cantidad excesiva de aceite… 

Vale, ¿pero cómo lo evito? Puede que tu primera reacción sea apagar el motor, pero no adelantarás nada con esto. Si sigue quedando aceite y aire, seguirá ‘retroalimentándose’ y, por tanto, el caos está servido. Así que la única forma de solucionarlo es… ¡tachán! Calando el motor.

Como informan nuestros compañeros de 'Diario Motor', deberás “hacerlo a lo grande”: meter quinta o sexta, poner freno de mano, pisar freno y soltar embrague de golpe puede lograrlo. Si actúas con rapidez, puede ser que consigas minimizar daños y con un poco de suerte solo tengas que reemplazar el turbo. Aunque es una de las averías más caras de tu coche...

Espera, pero mi coche es automático. ¡No puedo calarlo! No, pero puedes tapar la admisión con un trapo, un trozo de tela… Si lo consigues en cualquiera de los dos casos -sea tu coche manual o automático- habrás conseguido parar la retroalimentación. Ahora bien, no vuelvas a intentar arrancarlo, claro está.

Llama a la grúa para que se lleve tu coche al taller a que lo examinen… y prepara la cartera, porque arreglar esto, en función de tu reacción a este momento y el daño ocasionado, puede costar de 200 euros a 800 euros, en función del coche; es decir, entre un riñón y un ojo de la cara. 
 

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