Chrysler ME Four-Twelve: el superdeportivo V12 que jamás pudo hacerse realidad

Chrysler ME Four-Twelve

Iba a llegar a la producción, pero no fue posible

Si pensamos en un superdeportivo de mediados de los 2000 que traspase los límites, lo primero que nos vendrá a la mente es el Bugatti Veyron. Sin embargo, hubo otro que estuvo a punto de plantarle cara, aunque nunca pudo llegar a la producción. Esta es la historia del Chrysler ME Four-Twelve.

En 1998, la firma americana y Daimler se fusionaron para poder llevar a cabo varios proyectos, pero este era el más sorprendente de todos ellos. Ambas compañías querían fabricar un superdeportivo que superara a cualquier otro y le plantase cara a los más grandes, así que crearon algo que no pudo pasar desapercibido.

Lo llamaron Chrysler ME Four-Twelve y era un coche avanzado y realmente veloz. Contaba con un chasis monocasco de aluminio y fibra de carbono, materiales que fueron utilizados también en muchas otras zonas del coche. Así, aunque se trataba de un deportivo de 4 metro y medio, pesaba solo unos 1.310 kg.

Aun así, como sucede normalmente con este tipo de vehículos, lo más interesante era la mecánica. Se optó por un motor V12 de 6 litros de origen AMG colocado en posición central -de ahí las letras ‘ME’ de su nombre, que significan ‘Mid Engine’-, el cual contaba con 4 turbocompresores. De esta forma, se firmaba una potencia de 850 CV y un par máximo de 1.150 Nm.

Sin duda, eran cifras llamativas y para transmitir esta fuerza a las ruedas traseras se decidió utilizar una caja de doble embrague con 7 marchas, la cual era capaz de subir de marcha en menos de 200 milisegundos. Así, sobre el papel el ME Four-Twelve era capaz de pasar de 0 a 100 km/h en 3 segundos, marcando una velocidad máxima de 400 km/h.

Mejorable, pero con mucho potencial

Sea como fuere, esto había que comprobarlo y por ello se fabricó una unidad funcional, la cual fue utilizada para realizar pruebas en el circuito californiano de Laguna Seca. Posibles clientes y algunos periodistas pudieron ponerse a los mandos del coche para comprobar sus cualidades.

Para lograr un buen comportamiento, este superdeportivo contaba con una avanzada aerodinámica y neumáticos especiales desarrollados por Michelin. Asimismo, montaba unos discos de freno carbocerámicos con pinzas de seis pistones para compensar la fuerza del coche. La combinación era buena, pero había detalles por mejorar.

Tras conducir varias vueltas, algunos periodistas apuntaron que el motor no estaba dando todo de sí y que las sensaciones al volante eran mejorables. Aun así, era una buena base y, con algunos retoques, podía resultar en algo grande. Sin embargo, jamás se llegó a comprobar.

Las razones fueron varias. De entrada, la producción de cada unidad podía superar los 500.000 dólares, lo que iba a disparar su precio de venta. Además, no se percibió un interés claro por el coche y Daimler estaba tratando de potenciar la presencia del SLR McLaren de Mercedes, el cual podría verse algo amenazado por este nuevo modelo.

Al final, un cúmulo de motivos hicieron que el futuro del Chrysler ME Four-Twelve se desvaneciera. Quizás podría haberles plantado cara a algunos de los superdeportivos más punteros del momento, pero no llegó a tener la oportunidad. Solo podremos preguntarnos cómo le habría ido de haber llegado al mercado.