BMW Z8: el roadster atemporal que marcó sus propios límites

BMW Z8

Un coche de espía, un deportivo emocionante y uno de los BMW más bonitos

El año 2000 fue un momento de cambios en el mundo. El siglo XX había acabado y entrábamos en el nuevo milenio, que prometía todo tipo de avances y novedades. No sabemos si realmente se han cumplido las expectativas, pero lo cierto es que la entrada en el siglo XXI también se caracterizó por algunos coches sensacionales y uno de ellos fue el BMW Z8.

En la década de 1990, la marca alemana tenía grandes modelos a la venta. Hablamos de coches como los Serie 3 E36 y E46, los Serie 5 E34 y E39 o el Serie 7 E38. Sin embargo, querían lanzar algo distinto, un roadster. Sí, estaba el Z3, pero pensaron en crear algo que mostrara cómo sería en aquel momento el 507, uno de los descapotables más especiales de BMW.

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Por ello, bajo esta idea se pusieron a trabajar en una especie de reinterpretación de aquel coche. Uno de sus elementos diferenciadores fue su carrocería, diseñada por Henrik Fisker, que contaba con un largo capó y una línea de cintura baja. Asimismo, incorporaba referencias al BMW 507 de los años 50, como la fina parrilla delantera o las tomas de aire de las aletas delanteras.

El BMW Z8 y el BMW 507

Eso sí, esos no eran los únicos guiños a aquel clásico. Aunque su denominación fue finalmente Z8, en un primer momento se dio a conocer como BMW Z07. Así fue como se presentó en forma de prototipo, en el Salón de Tokio de 1997. No sería hasta el de Frankfurt de 1999 cuando se desvelaría el coche de producción.

La idea era lanzarlo al mercado europeo en la primavera del 2000. Así, se comercializaría un roadster de 4,4 metros de largo con estilo futurista y toques retro. Además, también traía consigo detalles curiosos como los neumáticos Run Flat de serie, que se sellaban con un gel cuando se pinchaban y permitían recorrer 140 kilómetros.

En cualquier caso, el exterior solo era una de las partes que llamaban la atención en este deportivo. Debajo de su inconfundible carrocería, la cosa se volvía aún más interesante, ya que el objetivo era producir un deportivo emocionante.

Para fabricar el BMW Z8, se optó por un chasis con zonas de aluminio que ayudaran a lograr un reparto de pesos 50:50 entre el eje delantero y el trasero. Esto ayudaría a mejorar su comportamiento y a que se pudieran aprovechar mejor las cualidades de su motor: el V8 atmosférico de 4,9 litros con 400 CV que montaba el icónico M5 E39. 

La marca bávara pensaba que el bloque de serie más potente que jamás habían fabricado era la mejor opción para su nuevo roadster y decidió asociarlo a una caja de cambios manual con 6 velocidades. Así, su potencia se transmitía al eje trasero y elementos como el control de estabilidad Dynamic Stability Control y el autoblocante trasero ayudaban a manejarla.

Con esto, el BMW Z8 no solo era llamativo, sino que también era un coche bastante rápido. Podía pasar de 0 a 100 km/h en 4,7 segundos y alcanzaba una velocidad máxima de 250 km/h, que estaba limitada electrónicamente. 

De 'coche Bond' a Safety Car

De esta manera, concibieron un deportivo tan especial que llegó a ser el coche de James Bond en la película El mundo nunca es suficiente (1999), aunque no saliera muy bien parado… Asimismo, también llegó a ser el Safety Car del Moto GP en la temporada 2002.

Entre el 2000 y el 2003 se fabricaron 5.703 unidades del BMW Z8, pero no estaba al alcance de todo el mundo, ya que costaba casi 140.000 euros. Eso sí, por ese precio te llevabas un coche que se fabricaba a mano, así como la posibilidad de visitar la planta de Múnich para verlo salir de la línea de montaje. Además, incluía un libro con fotos del ensamblado y muestras de su pintura y tapicería.

El BMW Z8 Safety Car de Moto GP en 2002

Sin duda, fue un roadster sorprendente y actualmente es uno muy cotizado, ya que puede encontrarse a la venta por unos 200.000 euros. La exclusividad tiene un precio, y más aún en el mercado de segunda mano…

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