Ford Mustang Fox Body: la generación que recuperó la deportividad

Ford Mustang GT de 1991

Así era uno de los Mustang más conocidos

Un coche como el Ford Mustang tiene una historia que se remonta a varias décadas atrás. Concretamente, comenzó en los años 60 y aún hoy se mantiene como uno de los deportivos más relevantes del mercado. Sin embargo, no siempre fue así y hubo una generación que le devolvió ese carácter: el Mustang Fox Body.

Para ponernos en contexto, la década de 1960 fue el paraíso de los muscle cars. Había muchos en EE.UU. y convivían con los pony cars, que también ofrecían buenas prestaciones, pero lo hacían de una forma más modesta, ya que eran modelos más asequibles. El Mustang trajo este concepto al mercado, pero todo cambió con la llegada de la década de 1970.

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La crisis del petróleo sufrida en aquellos años afectó especialmente a los deportivos norteamericanos y, aquellos que no desaparecieron, se vieron obligados a cambiar. Esto se tradujo en coches de menor tamaño y motores menos potentes. Con estas premisas nació el Ford Mustang II.

Como coche, no tenía grandes defectos, pero su mayor inconveniente es que ya no contaba con la deportividad que definía a aquel nombre. Este ya no era un deportivo como tal, sino un vehículo económico, que era lo que se buscaba en ese momento.

Pasaron los años y esta generación no tuvo una mala acogida, pero a finales de la década, era hora de sacar otra. Esta vez, en Ford optaron por crear algo con un estilo más europeo, ya que los modelos de importación estaban ganando popularidad en Estados Unidos. Se basaron en la plataforma Fox -usada por el Fairmont- y en 1979 se lanzó al mercado.

Ford Mustang Cobra de 1979
Ford Mustang Cobra de 1979

En un primer momento, los aficionados al modelo se mostraron algo reticentes por el diseño, pero lo cierto es que poco a poco lo fueron aceptando. Sin embargo, aún faltaba ese toque prestacional, que regresó de forma definitiva en 1982. Ese año marcó el regreso del Ford Mustang GT, que no había estado presente desde 1969. 

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El cambio fue evidente. Si en la generación anterior apenas había motores V8 presentes, y los que había rendían menos de 140 CV, aquí era diferente. Esta nueva variante montaba el motor Windsor V8 5.0 de 4,9 litros, el cual entregaba unos 160 CV que le permitían pasar de 0 a 100 km/h en unos 7 segundos, lo cual era bastante aceptable. 

A esto se unían detalles como una suspensión más rígida y neumáticos deportivos, de manera que el Mustang GT tenía un carácter diferente al de la variante convencional. No obstante, este solo fue el comienzo de una lista de mejoras que llegarían con los años. 

Ford Mustang GT de 1982
Ford Mustang GT de 1982

En 1983 se aumentó la potencia a unos 175 CV y dos años después se alcanzaron unos 210 CV. Por otro lado, en 1986 se lanzó una versión de inyección del motor y en 1987 se ofreció un nuevo restyling del coche, que incorporaba un motor con 230 CV. Además, el GT no fue la única cara deportiva de esta generación. 

Entre 1984 y 1986 hubo otra opción interesante. Fue el Mustang SVO -Special Vehicle Operations-, que es considerado como uno de los más equilibrados de la gama, aunque no fuese el más prestacional. 

En este caso, el motor era un cuatro cilindros de 2,3 litros con turbo que entregaba unos 175 CV en las primeras versiones y 200 en las posteriores. Esto le hizo destacar por unas prestaciones más que respetables, mientras que otros elementos como su avanzada suspensión hacían que también se tratara de un coche realmente cómodo. Sin embargo, no triunfó.

Ford Mustang SVO de 1986-1987
Ford Mustang SVO de 1986-1987

Las versiones SVT, el gran final

Aún así, lo mejor se estaba quedando para el final. Ya en el ocaso de la vida comercial del Mustang Fox Body, llegó su versión más radical y codiciada. Con la entrada en la década de 1990, era necesario seguir avanzando y se creó la división SVT -Special Vehicle Team- para desarrollar las versiones más prestacionales de algunos modelos de la marca. 

Pronto llegaría la nueva generación de este deportivo, pero aún había algo que hacer. Así, en 1993 se presentó el Ford Mustang SVT Cobra, que traía de vuelta esta icónica denominación -asociada actualmente a los Shelby- e incorporaba todo tipo de detalles estéticos y de rendimiento. Para muchos, es la configuración definitiva de esta generación.

En este caso, el motor era el V8 de 5 litros, pero contaba con 235 CV. A esto se unían otras mejoras como las realizadas en el chasis para favorecer el manejo. Con todo, se trataba de un pony car con un buen comportamiento y con unas cualidades que le permitían hacer un cuarto de milla en algo menos de 13 segundos.

Sin embargo, la guinda final la aportó el SVT Cobra R, una edición limitada enfocada a la competición. Solo se fabricaron 107 y se caracterizaban por montar frenos mayores, suspensión de altura ajustable, llantas de 17”, un enfriador de aceite… Además, carecían de ‘lujos’ como los aislantes acústicos, la radio, los asientos traseros y el aire acondicionado.

Poco después de estas versiones llegó la cuarta generación de este icónico coche americano, pero es innegable la importancia del Fox Body en su historia. Sí, el Mustang II supo mar este nombre durante la crisis, pero su sucesor fue el que se encargó de recuperar algo aún más importante: la esencia que estaba asociada a él.

Etiquetas: Muscle car, Motor