El cementerio de coches más flipante que has visto nunca

Un coleccionista algo peculiar...

Todavía con la resaca de la noche de Halloween -¿viste nuestra selección de coches que dan mucho miedo?-, lo normal en el día de Todos los Santos es acudir al camposanto para mostrar respeto a tus antepasados fallecidos, y precisamente eso es lo que hicimos en Top Gear ayer. Con una cámara encima. Empieza a ver las fotos y alucina con el cementerio de coches más flipante que has visto nunca... en el que nunca temerás que los finados vuelvan a la vida. 

Vale, en esto del coleccionismo siempre se puede encontrar de todo: desde gente a la que le encantan las maquetas -como éste tipo, que donó 30.000 coches de juguete a la iglesia al fallecer-, otra que colecciona coches -como el señor Ecclestone- y otra que colecciona... lo que ves en el artículo de hoy. Síndrome de Diógenes es un diagnóstico demasiado suave para lo que vas a encontrar aquí. 

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Se trata de la colección personal de Michael Fröhlich, un vendedor de coches clásicos de Düsseldorf -Alemania- que tiene en el jardín de su casa un auténtico parque temático del automóvil. O de los restos que quedan de varios automóviles. Con una colección compuesta por al menos 50 piezas con una antigüedad de hasta medio siglo, el propietario llama a su particular patio trasero "aparcamiento de esculturas de coches". El arte moderno... ya se sabe. 

Según cuenta el mismo Michael, cuando le gente acude a descubrir el cementerio de coches más flipante que has visto nunca suele quedar estupefacta, aunque no a todo el mundo le hace la misma gracia: "todos los visitantes alucinan cuando lo ven, aunque a veces me llevo más de un insulto". Está claro que nadie se merece ser violentado física o verbalmente -cómo se nota que he ido a colegio de pago- pero, desde luego, lo que ningún coche como el Porsche 356 o el Jaguar XK120 que tiene allí metidos merece es terminar pudriéndose en un bosque en lugar de estar dando paseos por ahí bajo las órdenes de algún entusiasta de los clásicos. 

En su cementerio tiene piezas de todo tipo y procedencia, con algunas unidades registradas con matrículas de Brasil, Suecia, Austria... ¡e incluso Australia! Desde luego se trata de una afición tan respetable como extraña, pero no nos hemos atrevido a comentárselo a Fröhlich: algo en su mirada nos dice que quizá la inyección de su cabeza lleva fuera de punto bastante tiempo. 

Lo sé: todavía no te has recuperado del shock producido por el cementerio de coches más flipante que has visto nunca. En este Porsche 356 Speedster de 1957 tienes un ejemplo de cómo un coche antiguo con algo de polvo y óxido puede ser mantenido en las condiciones adecuadas... para rodar y venderse en subasta. ¡De nada!