¡Me siento en la mesa del nuevo mejor restaurante del mundo!

Coches, coches y más coches, pero a veces el disfrute y el placer no se consiguen sobre cuatro ruedas, sino con exquisitas viandas sobre el plato. Hoy ceno en el mejor restaurante del mundo.

Osteria Francescana ya es el mejor restaurante del mundo. Tras años de lucha con nuestro orgullo patrio, el Celler de Can Roca, este restaurante ubicado en Módena y gestionado por el chef Massimo Bottura se ha llevado el gato al agua, relegando al negocio gestionado por los Hermanos Roca al segundo lugar en la tabla de los 50 mejores restaurantes del mundo que año tras año eligen algunos de los críticos de cocina más prestigiosos del mundo.

Te interesa: un día con Massimo Bottura y Maserati: no hubo sexo, pero casi

Estoy seguro que seas o no un apasionado de la gastronomía, si nos lees con asiduidad el nombre de Massimo Bottura te suene familiar. Efectivamente, hace unos días pude compartir con este chef italiano una jornada donde el paladar fue protagonista, compartiendo interés con el espectacular Maserati Levante. Ese día tuve que conseguir una serie de ingredientes para que él me cocinase un menú hecho a medida, hoy te voy a explicar al detalle qué pude saborear e intentar poner negro sobre blanco lo que se siente al comer en el que ya es el mejor restaurante del mundo.

Tengo que decir que a este nivel culinario, los productos, su cocción, su presentación, dejan de tener significado que generalmente se le da. Evidentemente el aspecto es importante, pero lo más relevante aquí es que el comensal sienta cosas al meterte un bocado en la boca. El hecho de conseguir sensaciones y emociones con un pedazo de carne o con un crostón de pan es el verdadero mérito que tienen este tipo de restaurantes.

Cuando te sientas en Osteria Francescana y frente a ti se te pone una tarrina de caviar, piensas: ¡hoy va a ser un día grande! Pero cuando tomas la cucharita, te lo llevas a la boca y te das cuenta que son lentejas, cocidas de una determinada manera para que no pierdan ni textura, ni sabor, ni color. ¡Qué maravilla! El engañar y provocar está también muy presente continuamente en este restaurante.

Osteria Francescana caviar lentejas

Los raviolis de pepino son otro buen ejemplo: sutiles, crujientes, con un sabor de fondo que te resulta familiar pero que no sabes muy bien por qué. Empiezan las sensaciones. El plato de la gran manzana, que sirve como homenaje de Massimo Bottura a Nueva York, es evocador. ¡Cómo cuatro verduras pueden crear un plato tan redondo? Un fondo muy sabroso da el punto de sal que armoniza todo el conjunto. Estéticamente no hace falta decir nada. ¡Brillante!

Maserati es protagonista en esta cena, por lo que Massimo decide elaborar un plato dedicado al Maserati Levante. Se trata de un arroz caldoso con el grano al dente que guarda una sorpresa en su interior: un filete de un pescado típico de la zona cocinado a baja temperatura y que sorprende por una textura tersa y delicada a su vez. Mantequilla en boca, la mezcla funciona, también apoyada por un perfume comestible con toques cítricos que ayuda a refrescar.

El siguiente plato fue posiblemente mi favorito, ya no solamente por lo que era, sino por lo que evocaba. Massimo Bottura adora la Lasagna, como buen italiano, pero lo que yo pude comer poco se parecía a este plato de pasta. Lo mejor de este plato es esa mezcla de queso, bechamel, pasta y carne que se queda rostida y pegada en los bordes de la fuente. Este plato evoca esa sensación y la verdad es que lo borda. Está exquisito y si cierras los ojos te transporta a la cocina de tu casa rascando los bordes de la fuente con un tenedor. Magia.

Osteria Francescana lasagna

El plato de carne es una obra maestra digna de cualquier galería de arte. Los colores provocan un lienzo sobre el plato que te deja con un “ohhh” cuando te lo ponen delante. La carne estaba cocinada durante horas a baja temperatura y su textura es muy curiosa: parece cruda, pero está perfectamente cocinada. A mi que me gusta la carne poco hecha me daba un poco igual, pero estoy seguro que a quien le de respecto, seguro que la preferiría con un toque rápido de plancha.

El último de los platos salados era sorprendente. Una especie de cogollo de lechuga aromatizado hasta los extremos te dejaba con cara te tonto cuando te lo llevabas a la boca. Una bomba aromática que no te esperas y que tras un primer momento de sorpresa, te termina conquistando.

Mi experiencia en la Osteria Francescana terminó con un postre sensacional: una tarta de limón destruida. Sí, has leído bien. La estética, una vez más, es una auténtica maravilla. Da la sensación de estar rota, pero lo que de verdad está es realmente buena.

La cena termina y me siento un tipo afortunado. Sobre los platos se puede ver la personalidad y el talento de Massimo Bottura, un crack de la cocina que se va a comer el mundo con su actitud y su manera de pensar. Está claro que a un restaurante se va a comer, pero en un tres estrellas Michelin, en el mejor restaurante del mundo, comer sin más pasa a un segundo plano y las emociones se ponen por encima de todo. Lo consigue. Bravo.

No te pierdas todas las obras maestras de Massimo Bottura y su Osteria Francescana en la galería de fotos.