Bugatti Type 41 Royale, el coche más lujoso del mundo hace 100 años

Bugatti Type 41 Royale
Una obra de arte sobre cuatro ruedas.

El Bugatti que estás a punto de conocer fue, es y será, uno de los coches más especiales jamás creados por el ser humano. El Bugatti Type 41 Royale era la culminación de una idea, el punto de inflexión para alcanzar el máximo nivel de lujo, sofisticación y altas prestaciones sobre cuatro ruedas. Un coche cuya historia resulta interesante, ya que era tan absurdamente caro y exagerado, que no fue un éxito de ventas. ¡Hoy podría ser el coche más caro del mundo!

A ver, espera, no vayas tan rápido. Tienes razón, en cuatro líneas he expuesto algunas de las líneas maestras del Bugatti Type 41 Royale, un coche que debes conocer. A mediados de la década de los felices años 20, Ettore Bugatti estaba en la cúspide de su carrera: sus coches eran los más deseados tanto dentro como fuera de los circuitos. Era una empresa de éxito y decidió crear el mejor coche de todos los tiempos.

Bugatti Type 41 Royale, el mejor en todo

El objetivo de Ettore Bugatti era crear no solo el coche más lujoso de todos los tiempos, mejor que cualquier Rolls-Royce o Hispano-Suiza, sino también que fuese agradable de conducir y tremendamente potente. Hablamos de una berlina gigantesca, con una batalla de 4,3 metros de largo y el motor de un avión. O al menos basado en él.

Ettore Bugatti decidió colocar un motor de ocho cilindros en línea con un desplazamiento de 12,8 centímetros cúbicos y una potencia de 300 CV. ¡En 1926! Era una auténtica barbaridad y permitía a esta mole de 3,5 toneladas alcanzar los 200 km/h. ¡Toda una temeridad!

El coche era muy avanzado tecnológicamente, con un sistema de refrigeración por aceite con 43 litros de capacidad, un embrague multidisco asociado a una transmisión de tres velocidades o una suspensión elíptica para alcanzar el máximo confort y efectividad sobre el asfalto. Era toda una revolución.

Por supuesto, era un súper GT, pensado para viajar a toda velocidad alrededor del mundo. Contaba con un depósito de combustible de 200 litros, necesario para no quedarse sin gasolina a las primeras de cambio. El coche era opulento, aunque ojo, porque Bugatti solo se encargaba de la parte técnica.

Cada Bugatti Type 41 Royale podía ser diferente

Así es, en los años 20, las marcas te vendían el chasis, el motor y poco más. Cada comprador debía elegir entonces su carrocero de confianza para diseñar la carrocería y los diferentes detalles del vehículo. Ese nivel de personalización es algo que todavía no hemos vuelto a alcanzar, ni de lejos. ¡Y es una pena!

El Bugatti Type 41 Royale era un coche extraordinariamente caro. Costaba 100.000 marcos alemanes, más o menos 3 veces más que sus rivales directos de Rolls-Royce y aproximadamente 10 veces más que otros modelos de Bugatti. Era extraordinario por su concepto de lujo extremo y altísimas prestaciones. Un concepto que casi un siglo después volvió a poner sobre la mesa el Bugatti Veyron.

Bugatti Type 41 Royale

Pero ese altísimo precio hizo que el proyecto fuera bastante problemático a la hora de venderlo. El proyecto se presentó en 1926 pero no fue hasta 1932 cuando la empresa pudo colocar el primer ejemplar, al empresario industrial francés Armand Esders. Este eligió una carrocería roadster diseñada por Jean Bugatti y con acabados del hermano escultor de la familia, Rembrandt Bugatti, con su clásico elefante bailando como emblema del coche. Lo más curioso es que afirmó que no lo conduciría de noche, por lo que prescindió de faros delanteros para obtener una silueta lo más estilizada posible (ver foto de portada).

Finalmente se fabricaron solo seis ejemplares: el roadster del señor Esders, un cabriole, una limusina Pullman, una limusina con techo practicable y dos coupé: en el Bugatti Type 41 Royale Coupé Napoleon el pasajero se podía comunicar con su chófer a través de un sistema de comunicaciones eléctrico. ¡Increíble!

El coche fue el mejor de su época y los seis ejemplares fabricados han llegado hasta nuestros días como auténticas joyas: dos de ellos se encuentran en la Ciudad del Automóvil de Mulhouse, en Francia, mientras que otro es propiedad de la propia Bugatti. Si alguno de ellos fuese subastado, probablemente hablaríamos del coche más caro del mundo.