Prueba: Abarth 124 Spider

Ya teníamos ganas de realizar la prueba del Abarth 124 Spider. ¿Es tan bueno como el Mazda MX-5? ¿Es deportivo? ¿Merece el calificativo de roadster?

¿Por fin tenemos un Abarth deportivo adecuado?

Pues sí. Bueno, igual Abarth no se ha dejado la piel en el intento. Es más bien una versión encantadoramente trucada de un Fiat. Pero de un Fiat deportivo.

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Venga ya, en realidad debajo no hay un Fiat, ¿verdad?

Vale, no vamos a evitar el tema, mejor lo decimos ya. El nuevo Fiat 124 Spider es, de hecho, una versión modificada del Mazda MX-5. Y vamos a mencionar muchas más veces este coche porque es esencial para el contexto.

Pero Fiat/Abarth han hecho mucho más que poner sus logos italianos en un modelo japonés. Han conseguido que se parezca al 124 Spider clásico de 1966 y han instalado su propio motor, de 140 CV en el caso del Fiat.

Muy bien. ¿Y en qué se diferencia el Abarth?

El propulsor sube a los 170 CV, lo que son 124 CV por litro, oh, yeah. Tiene un escape de cuatro salidas y un botón deportivo que abre una válvula y hace que el sonido sea más cachondo. También afila el acelerador, da más peso a la dirección y relaja el ESP.

El chasis cuenta con una configuración similar a la de la versión Sport del MX-5, aunque se ha afinado de forma distinta. Lleva amortiguadores Bilstein, muelles y estabilizadoras más rígidas, junto a frenos Brembo en el eje delantero y un diferencial mecánico de deslizamiento limitado. Los neumáticos son unos modestos 205/45 17; no necesita balones, dado que es un peso ligero: 1.060 kilos. Está llamado a derrapar, algo que hace ridículamente bien.

No se te habrán escapado el capó y el portón del maletero en color negro; son una referencia al Abarth 124 Rally que cosechó éxitos a principios de los años 70.

¿Y el interior?

Pocas novedades: más alcántara, detalles metálicos y un toque de color rojo para que luzca más emocionante: no es necesario, cuando te pones a sus mandos ya estás suficientemente emocionado. Eso sí, hay que reconocer que sorprende por su amplitud y comodidad general: no es un coche radical, ni en su comportamiento, ni tampoco en su manera de tratar a los pasajeros. ¿Quizás debería diferenciarse más del Fiat? Quizás, pero este coche quiere llegar a mucha gente, quiere ser la opción más potente  de la familia, pero no la más radical o menos práctica. Se nota.

Eso sí, tiene detalles que enamoran, como la placa de aluminio con el mapa técnico del coche serigrafiado: lo quieres arrancar para ponerlo en el salón de casa. Lo único que podría mejorar del interior es el puesto de conducción, que debería ser un poco más bajo y con el volante en una posición más centrada: más parecido al de un Lotus y menos parecido al de un TT. ¿Me pillas por dónde voy? 

Por lo demás, el interior del Abarth 124 Spider no sorprende: buena calidad, buen espacio, una capota que se cierra muy fácil desde el interior y un maletero pequeño: ¿qué esperabas?

Entonces, ¿cómo funciona un turbo italiano en un Mazda MX-5?

Sorprendentemente bien. O quizá no tan sorprendentemente. Los ingenieros italianos insisten en que trabajaron con Mazda desde el inicio en el desarrollo de la actual generación del MX-5, para garantizar que todo se ajustaría después a sus necesidades.

Al principio no estarás seguro de esto, sobre todo si vas un poco relajado. El turbo es perezoso a bajas revoluciones, aunque el motor es muy agudo. De cualquier forma, cuando la aguja rebasa las 3.000 rpm, el turbo ya se ha tomado su café espresso y ha cogido los mandos. De ahí hasta las 6.500, todo genial.

El par es un poco más alto que en el Fiat 124 Spider, 250 Nm frente a 240, pero la potencia extra del Abarth hace que su mecánica sea más aplicada a la hora de llegar a la línea roja. Pasa de 0 a 100 en 6,8 segundos. El escape suena redondo desde el principio… siempre que hayas pulsado el botón Sport. Al ralentí tienes los bajos de un grupo heavy, después rock’n’roll y, cuando sube de vueltas, tensión pura.

La palanca de cambios de este Abarth es una recompensa. Como un apretón de manos preciso y rápido; no hay casi nada similar en el reino de la automoción. Está un átomo por debajo de la del Mazda, ya que se ha reforzado para soportar el par del turbo. Pero, aun así, es pura diversión.

El tema es que no necesitas estar cambiando de marcha si tienes algo mejor que hacer. Disfrutar de la oleada de fuerza es un sustituto muy efectivo, lo que lo convierte en un vehículo más relajado para la lucha diaria. El empuje del turbo se mantiene en las curvas, por cierto.

¿Curvas? El MX-5 es una leyenda en este terreno. No me digas que la han cagado aquí.

El Abarth 124 Spider adora los giros y tú también lo harás. La dirección es precisa y rápida, pero evita limpiamente caer en el nerviosismo. Cuando te inscribes en una curva, empieza a deslizar, aunque progresivamente. Este roadster no sabe cómo subvirar. Pero tampoco hace lo mismo que el Mazda, que se apoya prematuramente en el neumático exterior trasero. Se nota más calmado.

Es entonces cuando el turbo empieza a trabajar y puedes establecer tu ángulo de trazada con una facilidad hilarante. Sí, su personalidad se altera, pero para bien. Especialmente, si estás en una carretera que no conoces y, por lo tanto, no puedes garantizar escoger la marcha adecuada para salir de los giros de la manera más ágil. O, si quieres, de la más espectacular. El sobreviraje es algo muy sencillo que sopesar para, después, lanzarte a ello.

Tambien resulta interesante el nuevo equipo de frenos Brembo, con un tacto más deportivo y una mordida contundente. El Abarth demuestra su buen hacer en curvas pero podría tener un tacto algo más radical para diferenciarse de una manera más evidente del su hermano de Fiat. El comportamiento entre ambos es demasiado parecido, especialmente al compartir esa sobrealimentación que modifica por completo el carácter del coche respecto al Miata.

 

Entonces, ¿se ha ganado ese sonido, sus cuatro salidas de escape y el capó negro?

No estoy muy seguro, no es para tanto. Si olvidas el botón Sport, puedes emplear el turbo para rodar con discreción. El comportamiento se ve un poco empañado, comparado con el Fiat 124 Spider en el que se basa. La mayoría de los compactos deportivos son más rígidos.

Perfecto. ¿Es el mejor de la familia de roadster construidos en Hiroshima?

Podría serlo perfectamente. No es el más puro: es mayor que un MX-5, además de tener turbo (sí, volvemos a recordarlo. No es la última vez) y más moqueta en el interior. También es más caro. ¿El mejor? Sí, lo diría. Especialmente si, como a nosotros, te mola su imagen y recuerdas con cariño el modelo original.

Nos ha sorprendido lo contentos que estábamos al contar con un turbo. En el Mazda, has de ir en la marcha correcta en cada curva interesante. Si quieres adelantar, debes mantenerte a 5.000 rpm hasta que encuentras el hueco adecuado. En el Abarth, esta maniobra es más relajada y ocurre más rápido. Además, puedes regalarte unas clases de patinaje en las curvas amplias o en las glorietas con mayor despreocupación.

Pero no todo tiene que ver con trayectos frenéticos. En la zona media del cuentavueltas, el Abarth 124 Spider se revela como un coche más tranquilo para el día a día. En ese papel, disfrutarás de su habitáculo, un poco más cuidado que el de Mazda, y del mayor equipamiento de serie.

Vale, un precio que comienza en los 40.000 euros no es para tomárselo a broma. Pero a pesar de su herencia mestiza, regala una actuación felizmente coherente e intensa. Además de un buen puñado de todos esos sentimientos que rodean el estilo italiano y las carreras. Lo deseamos.

Texto: Paul Horrell

Nuestro veredicto

8

Etiquetas: roadster