Prueba BMW X7: una mole a la conquista de Norteamérica y China

Prueba BMW X7
En el BMW X7 todo es grande, desde su parrilla frontal, pasando por su espacio interior hasta su nivel de confort

Primera prueba del BMW X7. Cuando te invitan a participar junto un reducido grupo de periodistas de todo el mundo en un descomunal road trip desde Spartanburg –en el estado de Carolina del Sur, en la costa Este, donde la marca bávara fabrica el BMW X3, el BMW X4, el BMW X5, el BMW X6 y el flamante BMW X7– hasta Los Angeles (California, en la costa oeste), solo puedes responder con un lacónico: "¿A qué hora me ha dicho que tengo que estar en el aeropuerto?".

El BMW X7 es uno de esos coches nuevos que es todo un desafío, sobre todo de dimensiones, al menos a ojos de un europeo residente en una ciudad ratonera como Madrid. El X7 mide 5.150 mm de longitud, es decir, 241 mm más largo que un X6 y 228 mm más que un X5. A ello se le suma una enorme batalla de 3.100 mm, una anchura de 2.000 mm y una altura de 1.805 mm. Vamos, un trolebús en toda regla. 

¿Y con quién compite? Teniendo en cuenta que los responsables de BMW han puesto sus miras de conquista al oeste (Norteamérica, incluyendo México y Canadá) y el este (China), dos mercados en los que cuanto más grande, mejor, el BMW X7 se batirá el cobre con el Mercedes GLS (5.130 / 1.934 / 1.850 mm), Range Rover (5.000 / 2.073 / 1.869 mm), Audi Q7 (5.052 / 1.968 / 1.741 mm)... pero sobre todo con todos los trucks que pululan en Estados Unidos como, por ejemplo, el Cadillac Escalade (5.179 / 2.061 / 1.896 mm), el Ford Explorer (5.046 / 2.005 / 1.778 mm), Ford Expedition (5.334 / 2.029 / 1.943 mm), Lincoln Navigator (5.334 / 2.029 / 1.989 mm) o el gigantesco el Chevrolet Suburban (5.690 / 2.045 / 1.890 mm), junto al que el X7, por cierto, parece casi un BMW X1... 

Así, pues, nada mejor que realizar la primera prueba del BMW X7 en uno de sus principales mercados objetivos, Estados Unidos. Antes de ponerme al volante, me cuenta Daniel Nowicki, jefe del Proyecto de Dinámica del X7, que la nueva criatura de BMW ha sido desarrollada pensando en el conductor norteamericano. ¿Qué quiere decir eso? Confort, confort y más confort. "Hay que pensar cómo se conduce en Estados Unidos, relajadamente, sin estrés, disfrutando del viaje", me indica. Le pregunto cómo se conduce en China y responde socarrón: "De atasco en atasco, pero relajadamente". Pues entonces ese será mi espíritu: relax total.

Y con esa predisposición me dispongo a iniciar la primera toma de contacto. El BMW X7 está disponible con cuatro motorizaciones: dos gasolina (xDrive40i de 340 CV y la xDrive50i de 462 CV y no disponible en Europa) y dos diésel (xDrive30d de 265 CV y M50d y 400 CV). Al tratarse de Estados Unidos, donde el diésel no goza de muchas simpatías, la variante con la que pasaré mis próximos 600 kilómetros es la xDrive40i de 340 CV, y con configuración de seis plazas (el X7 puede albergar hasta 7 plazas).

El BMW X7 impone por fuera y por dentro

Visto desde fuera el BMW X7 impone. Y lo hace sobre todo por esa pedazo de parrilla en la que se podría asar perfectamente un cabrito entero... Por detrás, me gusta mucho la apertura del maletero, de dos piezas, y ambas automáticas; todo un acierto.

Acceder al interior del X7 es como hacerlo a otro mundo; este coche es enorme... tanto que si grito seguro que se produce eco. Mire donde mire hay espacio, lujo y todas las pijaditas que te puedas imaginar: faros láser, dos pantallas de 10,2'' para sendas plazas de la segunda fila, tercera fila escamoteable eléctricamente, techo panorámico 'Sky Lounge', equipo de sonido Bowers & Wilkins con 20 altovoces repartidos por todo el habitáculo, head-up display de tercera generación... En resumen, todo lo imaginable y más para que el viaje se convierta en una experiencia fabulosa, ya sea yendo como conductor o como pasajero.

Prueba BMW X7

Comienzo la prueba del BMW X7 como conductor (más tarde lo haré como pasajero). El X7 es una mole, pero desde el primer segundo demuestra que es un BMW, pues es ágil y manejable, aunque claro, en Estados Unidos, con esas enormes calles preparadas para este fin, todo resulta más fácil. Lo primero que me llama la atención es lo bien aislado que está este artefacto; es como circular a bordo de una burbuja de aislamiento, con la diferencia de que la soberbia dirección te permite seguir sintiendo todo aquello que acontece debajo de las ruedas. Echo una mirada a través del espejo retrovisor y sorprende ver que hay todo un mundo detrás. Y es que el X7 es en realidad la reinterpretación del monovolumen de los años 90.

Entre lo bien aislado que está el BMW X7, el sonido envolvente que penetra hasta el tuétano como si fuera una aguja hipodérmica, el excelente trabajo realizado en el apartado de las suspensiones y una querencia personal inevitable a darle más gas, lo cierto es que sin darte cuenta te pones en 90 millas por hora (unos 150 km/h), y el límite en los tramos más generosos es de 75 mph (125 km/h). Me autocontrolo porque no quiero tener un encuentro personal con un officer, así que activo el ACC. Cuando circulas por EEUU entiendes por qué el Cruise Control nació allí, pues se convierte un aliado indispensable para evitar recetas.

Así que, a falta de poder sacarle el jugo al coche, es momento de disfrutar del viaje con el ACC activado. Océanos de ideas brotan por mi cabeza, recuerdos de mis primeros periplos en coche por estas tierras. Y es cuando empiezas a fijarte en los pequeños detalles del BMW X7: el head-up display es un prodigio de la tecnología, el asistente de mantenimiento de carril es excesivamente intrusivo y decido desconectarlo...

Los paisajes que recorremos son una pasada: tan pronto atraviesas un campo de cactus, como pasas a un erial que seguidamente se convierte en un vergel. Y para colmo, los carteles de señalización te advierten de que estás cerca de la mítica Ruta 66, la carretera madre, la vía que conectaba Chicago con Los Ángeles, la que utilizaron miles y miles de empobrecidos okies (de Oklahoma, en el centro del país) en busca de la supervivencia en la próspera California y que tan brillantemente describió John Steinbeck en el libro 'Las uvas de la ira'. 

Tras hacer un alto en el camino en la localidad de Seligman, en plena Ruta 66, y apretarme un enorme hamburguesa como mandan los cánones, decido probar la tercera fila de asientos. Hay que reconocer que son relativamente espaciosas incluso para un adulto de 1,83 metros como yo, pero no para hacerte 300 km. Aun así, y aunque el tren trasero es un poco rebotón aquí atrás y se notan mucho más las oscilaciones de la carrocería en las curvas, las suspensiones filtran casi todo y el confort es absoluto.

Vuelvo a ponerme al volante. Aprovecho una escapada de la ruta hacia la presa Hoover para comprobar el poderío del BMW X7 en subidas pronunciadas encadenando varias curvas. Los 340 caballos del X7 resultan suficientes para tirar de los casi 2.600 kilos (los 2.395 kg del coche, más los tres ocupantes y nuestras maletas). La caja automática Steptronic de 8 relaciones tiene transiciones lógicas, aunque si se necesita más brío, basta con configurar a modo Sport. Me preguntó en este sentido Daniel Nowicki si no echaba de menos un sonido del motor más intenso, más deportivo. Particularmente, y si viajo en modo 'viaje confortable con la familia', el sonido es secundario, pero si lo hago solo, mi respuesta es querría rock & Roll del bueno. Cuestión de prioridades.

Prueba BMW X7

Atrás vamos dejando, previo desvío, el bosque de Joshua Tree (árbol de Josué en español), el Gran Cañón y, por tanto, el estado de Arizona, para adentrarnos en Nevada. La subida hacia Las Vegas es una prueba de fuego y para los 364 CV del X7 son pan comido... aunque se resienta la autonomía.

Una vez en la ciudad del pecado, me viene a la mente una frase extraída de una de las biblias de la llamada generación beat, On The Road (En la carretera), de Jack Kerouac: “Todavía nos quedaba mucho camino, pero no nos importaba: la carretera es la vida”. 

A falta de conocer los precios para España, me imagino que el BMW X7 no será precisamente barato, y ese será uno de sus principales defectos, junto con un tamaño descomunal para ciudades españolas.

¿Te parece demasiado el BMW X7? Aquí puedes encontrar muchas más alternativas.

Nuestro veredicto

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