Probamos una vieja gloria 'sin puertas': BMW Z1

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Esta es la historia del BMW Z1, un modelo legendario que destacaba por sus innovadoras puertas y que tuvo una vida muy corta

Solo dos años (de 1989 a 1991) fue lo que duró el ciclo de vida del BMW Z1, un coche diferente por el concepto de sus puertas retráctiles, que se abrían… hacia abajo. Con el paso de los años, el deportivo alemán se ha convertido en un deseado gracias, sobre todo, a estas puertas salvajes y su magnífico chasis. Entre sus aspectos más criticados están que podría ser más rápido y que, según el ángulo desde el que se mire, puede parecer poco elegante.

Pero antes de meternos de lleno con la prueba del BMW Z1 déjame que te cuente un poco de su historia. Y es que el Z1 puede considerarse el origen de la innovadora línea de pequeños roadster de BMW que dio lugar a los BMW Z3 y Z4, modelos que pasaron a la hisitoria de su carácter distintivo.

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Curiosamente, la intención inicial de la marca alemana no era específicamente construir un roadster. Se trataba de un proyecto que pretendía que su nueva subsidiaria de investigación, BMW Technik, explorara nuevas ideas en el campo de la ingeniería, los procesos de desarrollo y la construcción de carrocerías para coches de bajo volumen. Eso sí, la ‘Z’ de ‘Zukunft’ (futuro en alemán) se mantuvo en el nombre del deportivo resultante, un BMW 325i E30 al que quitaron toda la mecánica y convirtieron en un roadster futurista.

Un roadster tan futurista que sus puertas no se abrían hacia fuera, ni hacia arriba… sino hacia abajo: el cristal se metía en la puerta poco profunda, que a continuación hacía lo propio y se escondía, gracias a un mecanismo eléctrico, dentro de la carrocería. ¡Magia!

Y ese era uno de los grandes placeres de este BMW, conducir con las puertas abatidas. La gente se volvía loca cuando veía pasar un coche de apariencia poco común (roadster) en aquellos años que además parecía no tener puertas. Pero el Z1 es mucho más que sus puertas. La carrocería es un monocasco de acero innovador, mientras que el suelo es un sándwich de plástico reforzado. Los laterales y las puertas son termoplásticos..

Según contaba la marca, el coche podía cambiar de color: solo era necesario un juego completo de paneles exteriores para convertir un BMW Z1 rojo en azul en una hora y sin necesidad de coger un destornillador. Eso era la teoría, porque según los valientes que lo intentaron, se necesitaba un día para hacerlo... 


Historia del BMW Z1

El roadster fue diseñado por Harm Lagaay, que más tarde se convirtió en el señor de los lápices en Porsche y creó el Boxster y el 996. El jefe de ingeniería era Ulrich Bez, que hizo el viaje al contrario: llegó de Porsche, donde había desarrollado el 993. Más tarde, se mudó a Aston Martin.

El BMW Z1 bajó sus puertas por primera vez ante el mundo en el Salón de Frankfurt de 1987. Su éxito fue tan grande que la marca comenzó a producirlo antes de los 5.000 pedidos. Sin embargo, y sin que se conozcan las causas, la producción del biplaza germano cesó en junio de 1991 con solo 8.000 unidades a sus espaldas.

Entre sus aspectos más destacados se encuentran su parabrisas poco anguloso (ofrece poca resistencia al viento), su estudiada aerodinámica y su eficaz suspensión trasera (adoptada posteriormente por el BMW Serie 3 E36 y otros modelos).

BMW Z1 (estática)

Y esa bola de cristal de BMW funcionó. Tres décadas después, el coche sigue teniendo una imagen fantástica. Los voladizos cortos, un capó curvo y sus proporciones casi perfectas esconden un trabajo titánico. La tecnología también es relevante: cosas como el escape, con formas aerodinámicas, o los bajos, tipo coche de carreras, están pensados para cortar el viento.

Es imposible conducirlo sin una sonrisa. Bueno, si quitas las puertas; de lo contrario, es como cualquier otro descapotable. Pero deja caer los sistemas de acceso y añadirás de forma inmediata cierto sentido del humor, otra dimensión del viento agitando tu viaje.

El motor, en posición central-frontal, ofrece 170 CV y 227 Nm mediante una caja manual de cinco marchas… que pide una sexta. Es probablemente la mayor decepción del BMW Z1. No por su diseño, un suave seis cilindros, sino por su potencia. Los 170 CV de este 12 válvulas podían haber sido bastantes más si se tiene en cuenta el agarre y dinamismo del coche. Con un peso de 1.250 kg, además de una propulsión trasera decente, lo verás pasar de 0 a 100 en 7,9 segundos. Gracias a su aerodinámica, llegará a una velocidad máxima de 227 km/h.

Y es que el BMW Z1 no es un coche cuyas prestaciones puedas despreciar. No le importa ser el más rápido. Es uno de esos vehículos que entienden los elementos fundamentales de la conducción y recompensan a quien esté al volante con una actuación impecable de todos ellos.

BMW Z1 (interior 2)

Su interior es sencillo. Cuatro relojes: combustible, velocidad, revoluciones, temperatura del motor. Lo justo y necesario. Los asientos recogen bien el cuerpo en los apoyos. La dirección es lenta, pero informativa. Y con las puertas bajadas, se enfatizan el ritmo y la diversión.

Tras un día entero a sus mandos, no puedo evitar pensar que muchos coches modernos deberían aprender algunas cosas del Z1. Simplificar los sistemas y concentrarse en disfrutar, por ejemplo. Y añadir puertas extrañas que puedes manipular mientras conduces.

Nuestro veredicto

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