El eterno debate: ¿Turbo o supercargador?

Turbocompresor y supercargador

La discusión sin final entre amantes del turbo y los del sonido de los motores Hemi de Dodge...

Ya sabéis que en TopGear.es no solo hablamos de noticias, marcas de SUVs de lujo o familiares. Aquí nos gustan especialmente los coches deportivos, y algunos somos muy cercanos a las modificaciones que se mueven en las calles y talleres de todo el mundo. Y hoy toca hablar sobre los sistemas turbo y los supercargadores.

Se trata de dos opciones sensacionales para todo tipo de coches, incluidos coches atmosféricos cuyos dueños quieran dar el gran salto. Sin embargo, son dos tecnologías muy diferentes que han enfrentado a sus defensores durante décadas. ¿Qué es mejor, un turbo o un supercargador?

Sistemas turbo

Motor de Fórmula 1 Porsche TAG biturbo para McLaren, 1983.
Motor de Fórmula 1 Porsche TAG biturbo para McLaren, 1983.

Porsche

Un coche con turbocompresor, en esencia, cuenta con una turbina capaz de comprimir el aire que entra del exterior utilizando la fuerza generada por los gases de escape. Ese aire exterior pasa después de ser comprimido a través de un intercooler (un radiador) que lo enfría antes de entrar al motor.

La mayoría de coches actuales llevan sistemas turbo, que pueden incluir uno o más elementos (véase los motores biturbo y triturbo de BMW o el bloque W16 tetraturbo de Bugatti), debido a su eficiencia. Son capaces de comprimir una gran cantidad de aire y aumentar fácilmente la potencia de un motor.

De hecho, tanto en reprogramaciones como actualizaciones mecánicas, uno de los primeros puntos a modificar son los turbocompresores. Desde alterar electrónicamente la cantidad de revoluciones por minuto que necesita para empezar a funcionar hasta la presión de soplado.

Sin embargo, esto puede conllevar cambiar directamente el turbo por otro más grande, con geometrías variables, o modificar otros sistemas auxiliares como el intercooler, downpipe o válvulas de descarga. Entre algunas famosas marcas de estos componentes se encuentran Garret, Mishimoto o Forge.

Supercargadores

Mazda MX-5 Supercharged y el sistema de BBR.
Mazda MX-5 Supercharged y el sistema de BBR.

BBR

La diferencia principal con los turbocompresores es que el supercargador no funciona con los gases de escape, sino que aprovecha la fuerza del motor mediante un sistema de correas, igual que lo hacen el alternador o la bomba de agua.

La clave está en que la potencia 'robada' al bloque es inferior a la ganada con su funcionamiento, que es a efectos prácticos, muy parecido al del turbo. El aire entra a través de la admisión hasta la carcasa del supercargador, que cuenta con unos rotores helicoidales que giran a gran velocidad comprimiendo el aire antes de enviarlo a los cilindros.

Por el contrario al turbo, el supercargador no es exponencial en su compresión de aire. Su respuesta es inmediata desde el primer momento en que e toca el acelerador, con la ventaja adicional de que al no emplear gases de escape, no soporta temperaturas de más de 900º, como hace su rival. Por norma, es bastante más fiable que un sistema turbo.

¿Cuáles son las desventajas de cada uno?

Motor HEMI V8 del Dodge Challenger SRT Demon.
Motor HEMI V8 del Dodge Challenger SRT Demon.

Courtesy of RM Sotheby's

Aunque a priori ambas opciones parecen geniales (y ojo, que lo son), tienen sus puntos débiles. Y será en base a ellos que debas decidir por cuál de las dos soluciones debes apostar.

Los principales puntos negativos del turbo es el llamado turbo-lag, el retardo de tiempo que tarda el turbo en cargar hasta que empieza a entregar el aire comprimido al motor, y se suele notar durante el cambio de marchas.

Además, se trata de un elemento mecánico delicado. Un coche con turbo no puede apagarse después del uso así como así, ya que la turbina sigue girando a gran velocidad y mucha temperatura. Hay que esperar unos minutos a que se enfríe. Es un elemento fácilmente propenso a averías en la caracola, el intercooler o la lubricación de aceite, así que hay que cuidarlo meticulosamente.

Por otro lado, el supercharger tiene una capacidad de compresión inferior a la de los turbos, y hace sufrir al motor para su funcionamiento, ya que se aprovecha de su fuerza. Esto implica que la correa y componentes auxiliares deben ser mantenidos correctamente para su trabajo.

Finalmente, el supercargador suele ser un elemento bastante más grande y pesado que el turbo. Aunque consigue generar mucha potencia, la relación con su tamaño no es del todo positiva.

Entonces, ¿es mejor un turbo o un supercargador?

Dodge Challenger Demon SRT.
Dodge Challenger Demon SRT.

Claramente, depende del uso y del tipo de motor donde se va a instalar. Hay que destacar que en cuanto a conversiones de motores atmosféricos, un supercargador es más simple de instalar, ya que su presión no maltrata tanto a componentes como el bloque, pistones, bielas o válvulas.

En líneas generales, un turbo es una gran apuesta cuando se quiere una entrega exponencial del par y la potencia, y quizá por eso se suele usar bastante en carreras de todo tipo o disciplinas como el drift.

El supercargador, por otra parte, suele ser un elemento bastante más caro que su rival y sus mantenimientos deben ser aún mas exhaustivos que los de un turbo. Es cierto que la potencia generada desde el primer segundo es mayor y mucho más lineal, lo que lo hace perfecto para competiciones de aceleración, por ejemplo.

Sin embargo, no suele estar permitido por muchas normativas de competición y su instalación suele adjudicarse a motores de gran cubicaje con una disposición en V de los cilindros, que facilita el trasvase de potencia a través del cigüeñal. Ya habrás notado que es la solución favorita para muchos coches americanos con grandes motores, como los HEMI de Dodge.

¿Y tú? ¿Con cuál de las dos soluciones te quedarías para tu proyecto?