Hasta ahora sabíamos de las múltiples aplicaciones de la tecnología de la F1 lejos de los circuitos. Sin embargo lo que no podíamos sospechar es que también se fuera a colar en los supermercados mejorando la eficiencia energética. Pues eso es lo que acaba de comunicar Sansbury´s. Su red de 1.400 tiendas repartidas por el Reino Unido dispondrá de nuevos sistemas que reducirán un 30% el consumo de energía de sus refrigeradores. Sí, nos referimos a esas cámaras abiertas (sin mamparas de cristal) donde están los alimentos perecederos como la leche, los yogures, los quesos, etc. Hasta ahora transitar por los pasillos de esas secciones es como visitar el Polo Norte. Pero alguien ha conseguido idear un sistema de recanalización de los flujos del aire frío -aerodinámica pura y dura- que generan esos aparatos para que permanezcan en el interior de los mismos.
Este milagro parte del alerón trasero de un monoplaza de la escudería Williams de Fórmula 1 . La innovación ha sido avalada por Williams Advanced Engineering, división de Ingeniería del equipo de Grove, quien asegura que el ahorro podría cifrarse en 44 millones de kWh. Sí, eso es mucho. Insistimos, parece ser que la arquitectura del ala posterior de los Williams ha servido como fuente de inspiración para unos cometidos alejados de la competición. Felicidades por la idea. Se acabó eso de estornudar en los pasillo de las verduras, los yogures y la leche. Por cierto, al margen del rollito marketiniano, los directivos de Sansbury´s han demostrado una gran sensibilización medioambiental. Felicidades por partida doble. Y como premio, su factura eléctrica menguará gracias a esta iniciativa. Así las cosas, la Categoría Reina hará más saludable nuestras vidas gracias.
Foto del texto: Galio vía Flickair.
Resulta imposible contemplar la silueta del Mercedes W196 y no quedar hechizado por ella. La flecha de plata no tiene rival en el campo de las conquistas. Se exhibió por los trazados de medio mundo entre 1954 y 1955. Y despertó comentarios de admiración que sonrojarían al bólido más pintado. Por si había algún extraterrestre que dudara de su guapura se produjo en dos variantes. La original se llama Mercedes W196 S (Streamleaner) y es una auténtica bomba sensual sobre ruedas. La otra versión nació de una iniciativa de Juan Manuel Fangio, piloto de la marca. Éste encontró que sería mucho más práctico para su tipo de conducción dejar al descubierto las ruedas del monoplaza. Porque con esta variación, le resultaría más sencillo encontrar los puntos de referencia para trazar las curvas puesto que los neumáticos quedaban visibles. Y fue dicho y hecho. Fuera parte del vestido plateado. Así, nació con la apariencia clásica de un bólido de carreras la versión conocida con el nombre de Mercedes W196, a secas. Ambos pibones -bólidos- formaron pareja con el mencionado Fangio y con el británico Sterling Moss. Con el pentacampeón argentino a su lado, el bello coche sumó las coronas mundiales de 1954 y 1955. Fueron un matrimonio, o en este caso, un trío muy exitoso. El responsable de la hermosa criatura fue Rudolf Uhlenhaut. Introdujo importantes innovaciones procedentes del campo de la aviación militar, concretamente de los aeroplanos de combate Messerschmitt Bf 109. Y ya se sabe que en el tema bélico, los teutones se llevan la palma.Poseía un ardiente corazón -motor-, con 8 cilindros en línea y 2.496 cc., que desarrollaba una potencia de 290 caballos a 8.700 r.p.m. En esta ocasión, belleza y fortuna fueron de la mano, algo que también ocurre actualmente entre ciertos personajes del paddock. Obtuvo 9 victorias, 8 poles, 9 vueltas rápidas y 17 podios en 12 pruebas.Durante esos años, como puedes ver, Mercedes fue el amo y señor de la pista. Nacía la leyenda de una flecha de plata que llegaba directa al corazón de los aficionados.Para evitar tentaciones, te comentaremos que en 2013 se vendió en la casa de subastas Bonhams un ejemplar de 1954 por 22,7 millones de euros.
La escudería británica siempre ha tenido fama de diseñar monoplazas muy atractivos… y exitosos. Su creador fue Colin Chapman, alma mater de la compañía. De la mente privilegiada de este ingeniero inglés siempre surgían bocetos extraordinarios y soluciones innovadoras para sus coches. Y un ejemplo de ello lo constituye el Lotus 49. Es considerado uno de los monoplazas más influyentes en la categoría. Su motor formaba parte de la estructura del coche con el fin de aguantar y repartir el peso del propio vehículo. A partir de entonces y hasta la fecha, dicha disposición ha sido incluida en todos los bólidos.
Debutó en el GP de Holanda de 1967 disputado en Zandoort, con la pole para Graham Hill y la victoria de Jim Clarck. Se apuntó 4 triunfos en esa temporada. Sin embargo, la falta de fiabilidad de su motor Cosworth le impidieron hacerse con el mundial. El 49, al margen de su indudable belleza estética, fue protagonista de una de las épocas más gloriosas de la firma. Lotus obtuvo 7 campeonatos del mundo de la categoría reina del motor.
La prematura muerte de su creador a los 54 años de edad marcó el inicio del declive del equipo. Había desaparecido la fuente de inspiración y el corazón de la escuadra. Pero el Lotus 49 quedó como un icono de la vanguardia que Chapman representó para la competición.
Los diseños, el savoir faire y la elegancia de la alta costura francesa tuvieron su réplica en el Ligier-Ford de 1979. Este es uno de los monoplazas más elegantes de todos los tiempos. En su carrocería destacaba además del color blanco, el azul de la empresa tabacalera Gitanes. Una combinación cromática muy atractiva. El padre de la hermosura fue el genial Gérard Ducarouge.
Disponía de un motor Ford Cosworth y de una caja de cambios de origen Ligier. El equipo era netamente galo, y sus pilotos Jacques Laffite y Patrick Depallier, como no podía de ser de otro modo, también procedían de aquel país. Sumaron 3 victorias y 8 podios, y terminaron en el tercer lugar del campeonato del mundo, por detrás de Ferrari y Williams.
¿Quién no recuerda al legendario Ayrton Senna compitiendo con un hermoso bólido de color negro y letras de publicidad doradas sobre la carrocería? Pues, amigo, ese es el Lotus 97T de 1985. El mito brasileño llegó a la escudería inglesa tratando de crecer tras debutar el año anterior en el Gran Circo. Y se encontró con un equipo en declive que le ofreció un monoplaza por debajo de su talento. Porque si el coche negro hubiera sido tan bueno como bonito, Senna habría ganado todas las carreras con una mano.
En realidad se trataba de una simple evolución del modelo de la temporada anterior. Al menos contaba con un potente propulsor Renault-Gordini V6 turbo de 1.500 cc. que escondía sus mediocridades. El diseño corrió a cargo de Gerard Ducarouge y Martin Ogilvie que incorporaron una especie de paneles laterales, los bargeboard. Con esta innovación, se mejoraba el flujo lateral de aire a través del vehículo. O eso decían ellos.
Ayrton cuajó una actuación épica en la segunda carrera del año. Fue en el GP de Portugal de 1985. Sobre el asfalto de Estoril y bajo el diluvio universal realizó una carrera memorable que le llevó a su primera victoria en la categoría. Allí se convirtió en el dios de la lluvia. Así comenzaba su leyenda.
El ídolo carioca y su compi Elio de Angelis lograron dos victorias, nueve podios y la cuarta posición en el campeonato de constructores para Lotus. La escuadra británica retuvo en sus filas a Senna hasta 1988.
Para los amantes de la F1 resulta imposible no reconocer al Williams FW15C. El mítico monoplaza tricolor –blanco, azul y amarillo Camel- es, además de un monumento estético, un prodigio tecnológico. En él se introdujeron soluciones y avances electrónicos revolucionarios.
Aunque el diseño del coche fue desarrollado por Adrian Newey y Patrick Head, la aerodinámica no resultó determinante. Sus prestaciones sobresalientes llegaron de la mano del poderoso motor y, sobre todo, de las ayudas electrónicas. Entre ellas destacaba la suspensión activa e independiente que permitía la modificación de su altura para adecuarse a cada sección del asfalto.
Y por si esto fuera poco, el Williams disponía de frenos ABS, sistema de control de tracción y el llamado push to pass, un accionamiento que permitía elevar la parte posterior del monoplaza. Con este invento se reducía la resistencia al suelo, lo que se traducía en un incremento de la velocidad máxima. En el aspecto mecánico, montaba un brutal propulsor Renault V10 de 3500 cc. y unos 780 caballos de potencia.
La superioridad del bólido frente a sus rivales, le llevó a lograr 10 victorias en los 16 grandes premios en 1993. Los pilotos del equipo eran Alain Prost y Damon Hill. El enchufado de Jean-Marie Balestre Prost consiguió en esa temporada su cuarto, y afortunadamente, último título mundial. Y la escudería terminó en 6ª posición de la general de constructores.
Si eres un amante de los datos frikis, te recuerdo que del Williams FW15C se construyeron dos chasis con dimensiones distintas. El motivo, los pies de Damon Hill que eran demasiado grandes para poder encajar en el espacio destinado a los de Prost.
En definitiva, el Williams era un avión, o como lo bautizó Alain Prost, un pequeño Airbus. La superioridad de la bella criatura fue tan descarada que en la siguiente temporada se prohibieron todos los sistemas que incorporaba. No hace falta recordar lo que supuso esta medida para la F1 y en especial para el mítico Ayrton Senna.