La historia del Rolls-Royce Phantom es brillante, como pocas en el mundo del automóvil. Aunque el fin de producción de la entrega actual de su buque insignia y las últimas unidades del Phantom VII hayan salido de la línea de producción de Goodwood -¿te perdiste alguna de las novedades del Festival of Speed?- a finales de 2016 -aquí tienes un resumen del año en nueve cifras- , la marca ha hecho pública la primera imagen del que será el Rolls-Royce Phantom 2018 , una octava generación que volverá a revivir a unos de los modelos más representativos de la firma británica de lujo.
En el Salón de Ginebra 2016 -donde pudimos ver algunas piezas tan interesantes como el Porsche 911 R o el Koenigsegg Regera - la marca presentó una nueva edición limitada con la que se despedirían las versiones Coupé y Drophead Coupé: el Rolls-Royce Phantom Zenith . Al parecer, el futuro Phantom podría no contar con estas ediciones, al menos en los primeros años de vida comercial, por eso esta edición limitada a 50 ejemplares tiene todavía un significado más triste: el fin de dos coches únicos y símbolos del máximo lujo.
Un fin de semana en un Rolls-Royce Dawn
Pero no todo son malas noticias: el nuevo capítulo de la historia del Rolls-Royce Phantom llegará y será mejor: “estoy orgulloso de comunicar que un nuevo Phantom está ya en camino”, afirmaba Torsten Müller-Ötvös, jefe de Rolls-Royce. “Un Phantom contemporáneo y precioso que lucirá innovaciones en términos de diseño y de alta tecnología”. “Cualquier nuevo Rolls-Royce Phantom es un momento histórico para la industria del automóvil, por eso estamos trabajando duro en encontrar la perfección con el futuro Phantom VIII”.
Pero, antes de seguir mirando hacia delante, vamos a echar un vistazo al pasado para conocer las siete generaciones que componen la historia del Rolls-Royce Phantom: casi un siglo de lujo entendido a la inglesa. Esta historia comienza en 1925 con el Phantom I, que hace poco ha salido a subasta por casi un millón de euros…
También es muy divertido ir deprisa con el Rolls-Royce Dawn. Me gusta leer libros sobre los comienzos del automovilismo deportivo, a principios del siglo pasado, cuando los coches tenían nombres como ‘Blitzen’ y llevaban gigantescos motores de 21 litros en la parte delantera… que mandaban la potencia a unas ruedas ridículamente estrechas en la zaga.
Por supuesto, las cosas se han sofisticado tanto como sugieren 110 años adicionales en este tipo de vehículos. Pero el pesado V12 que hay ante ti pide cierto estilo de conducción para extraer lo mejor del Dawn. Es gracioso imaginar que estás pilotando una de estas bestias acoj*****es.
Es necesario tomar las curvas con precisión y despacio. Pero, una vez inscrito en el giro, puedes pisar el acelerador generosamente para impulsarte hasta la siguiente recta. Todo esto ocurre sin que sientas prácticamente nada en el volante, aunque con un montón de agarre.
Pero, mientras que la mayoría de los coches modernos te permiten subir y conducir lascivamente rápido sin mucha consideración, este Rolls-Royce demanda algo de sentido común y bastante atención. Eso es lo que me gusta de él.
Hay muchas facetas del Dawn más allá de su conducción, desde luego. El interior merece un libro. No es necesario decir que los materiales son espectaculares. Casi todas sus superficies están cubiertas en cuero (Rojo Mugello, en este caso) o madera (Roble Tudor) y ambos están varios pasos por encima de los equivalentes empleados en coches de lujo con un precio menos loco. Las alfombrillas son lo suficientemente densas como para perder el móvil y las llaves.
Aunque quizá mi aspecto favorito sea la variedad de sonidos con los que te avisa si te has dejado los faros encendidos, si un pasajero ha olvidado abrocharse el cinturón de seguridad, etc, etc. No se trata de pitidos, sino de notas perfectamente sacadas de instrumentos de cuerda que no soy lo suficientemente culto o sofisticado para identificar. Transmiten información urgente y vital sin romper la paz en el habitáculo. Maravilloso.
En esta región hay cierta tendencia a considerar innecesarios y ostentosos los vehículos caros. Pero no ocurre eso con el Rolls. Detenerme para pagar 1,20 euros por una taza de té demuestra ser una grata experiencia; la mujer tras el mostrador me pregunta un montón de cosas sobre el coche, aunque ya lo ha identificado fácilmente como un Rolls-Royce antes de nuestra charla. Ninguna de sus cuestiones incluye el precio, lo que quiere saber es si mola.
Cuando otro cliente pregunta a quién le he cogido el coche, tengo claro que, por mi aspecto, estoy a muchos cientos de miles de tazas de té de poder permitirme un vehículo así.
Cuando se pone el sol, paramos a por otra taza de té para espabilarnos. Nos metemos en el aparcamiento de una cafetería y el dueño coloca una valla en la entrada inmediatamente, así que lleno por completo el espacio resultante con 5,3 metros y 2,5 toneladas de Rolls-Royce.
“Lo siento, ¿he aparcado donde no debía?”, pregunto, suponiendo que normalmente no clausura el parking. “El establecimiento está cerrado para un evento privado, pero usted puede entrar. Y así nadie se colocará cerca de su coche”, responde.
Nunca me han dado una respuesta tan cálida ante un vehículo que cuesta más que mi casa. ¿Será porque es una marca británica y sus modelos transpiran clase de una forma imposible para un Ferrari que cueste lo mismo? Dinos lo que piensas más abajo. Lo único que sé es que la factura por dos tazas de té y una bolsa de patatas fritas probablemente es mucho menor de la que el dueño de la cafetería esperaba cuando nos dejó colarnos en su fiesta de Navidad.
La otra posibilidad es que le di tanta pena ante la lentitud con la que aparqué que le pareció cruel despacharnos enseguida. Lleva su tiempo estacionar el Rolls-Royce Dawn, ya que exige mucho trabajo mover sus ruedas, con llantas de 21 pulgadas que están esperando un bordillazo, y atender unos sensores que son educados, más que urgentes.
Sin embargo, esta vista de la cámara ayuda. No es novedosa, cualquier Nissan la tiene desde hace años. Pero en la enorme pantalla para el sistema de infoentretenimiento del modelo es más sencillo descifrar las imágenes y asegurarte de que estás a una distancia razonable de la acera.
También te ayuda al comprobar que habrá suficiente espacio para abrir la puerta, algo que se hace hacia atrás. De hecho, dichas puertas son obras de arte, especialmente en el interior, y pueden desplegarse en cualquier ángulo entre 10 y 90º. Pero, hasta que te acostumbres a subir y bajar del coche marcha atrás, parecerás un poco torpe.
Y, mientras que la experiencia completa supone abrir la puerta al máximo, mientras tú y tu acompañante entráis al Dawn como si fuera un hotel pijo y dejáis que se cierre electrónicamente mediante un botón, lo cierto es que eso nunca ocurre. La mayoría de las veces, una pared u otros vehículos se interponen. Una pena
Para estar ante un coche tan grande, el interior no parece una cueva. Hay sitio más que suficiente para cuatro adultos (se trata de uno de los pocos descapotables a la venta que pueden presumir de esto de verdad) e incluso con el techo puesto, no puedo imaginar que nadie en las plazas traseras busque más amplitud para la cabeza. Mido 1,80 m, así que lo digo por experiencia. Es más cómodo de lo que sugieren sus proporciones exteriores.
Aunque el maletero es largo, es poco profundo. Aparentemente, el espacio ha sido invadido por el mecanismo necesario para el techo. Si eso es lo que te hace dudar ante la petición, Rolls-Royce siempre puede venderte un Wraith.
Puedo confirmar que hay suficiente sitio para Max, lo que significa que puede ser llevado a su fiesta de Navidad con el coche más estiloso. Aunque parece que preferiría conducirlo él.