Pikes Peak: así es la carrera hacia las nubes

De todas las competiciones de motor que se celebran en USA, la subida a Pikes Peak es la que no deberías perderte. Del resto, puedes pasar.

Las Montañas Rocosas (Colorado, Estados Unidos), albergan el Pikes Peak, con 4.300 metros de altura. Y allí se celebra la legendaria… subida a Pikes Peak, claro, también conocida como la carrera hacia las nubes. ¿Por qué? En sus 19,99 km de recorrido, una sinuosa carretera te obliga a superar un desnivel de 1.439 metros, previo paso por 156 curvas. Sin arcén y con muy pocas protecciones. Por supuesto, mientras asciendes, las leyes de la naturaleza hacen su trabajo y el oxígeno se empobrece, robando hasta un 30% de potencia a los motores de combustión interna. Por eso han proliferado los coches eléctricos, que no se ven afectados por la menor presión atmosférica. El año pasado, uno de ellos se llevó la victoria: el eO PP03 de 1.368 CV de Rhys Millen.

Si esto no es suficiente para hacerte desear ir hasta allí, te diré que Pikes Peak 2016 marca el centenario de la prueba. Ojo, no será su centésima edición (se trata de la 94ª; hubo algunos años en los que no pudo celebrarse), pero sí cumple un siglo desde su creación, idea de un bendito llamado Spencer Penrose -es una de las carreras más antiguas del mundo; en EEUU sólo las 500 Millas de Indianápolis son más longevas-. Aquí tienes un repaso más en profundidad de la historia de Pikes Peak. Para el viaje, prepara el avión y entra en la web oficial, Pikes Peak International Hill Climb (PPIHC). Los precios van de los 53 euros a un paquete familiar para ocho personas por 212. El público suele acampar en la falda de la montaña el jueves, para los entrenamientos, y se queda hasta el domingo: la carrera empieza a las 8:00 de la mañana, hora local. Se me ocurren pocas cosas mejores este fin de semana, en serio.

Este salvaje Honda NSX 2016 de cuatro motores subirá Pikes Peak 2016.

Este año, podrás ver en acción a Romain Dumas, que viene de ganar nada menos que las 24 horas de Le Mans 2016, y a Nobuhiro “Monster” Tajima, con varias victorias aquí a sus espaldas. Pese a su experiencia, no es el dueño del récord en Pikes Peak: pertenece a Sebastien Loeb, el laureado piloto de rallys, que subió en 8:13.878 en 2013, al volante de un Peugeot 208 T16. Comparado con los casi 21 minutos que empleó Rea Lentz en su Romano Special en 1916, hay un mundo… Entre las dos ruedas, la mejor marca, 9:52.819, es la de Carlin Dunne, quien la obtuvo en 2012 con su Ducati Multistrada.

Hay quien dice que la subida a Pikes Peak ha perdido buena parte de su encanto desde que se asfaltó la totalidad del trazado, hace cinco años, pero los pilotos veteranos comentan que ahora es más peligroso que cuando se derrapaba sobre tierra: el nuevo pavimento no avisa y, si te escupe, lo hace a conciencia. Insistimos: no hay protecciones.

Los espectadores sí lo agradecen; cuando la carretera era de gravilla, los coches obligaban al público a tragar un kilo de polvo. Era lo que indicaba que habías estado en Pikes Peak, una especie de herida de guerra que mostrar con orgullo. Ahora es más cómodo, tampoco hemos venido a sufrir…

La historia de Pikes Peak

Imagina unos intrépidos exploradores escudriñando a conciencia las Montañas Rocosas. Corría el año 1806 y la escuadra, comandada por Zebulon Pike, llegó a los pies del Grand Peak. Por supuesto, quisieron escalarlo, pero cuando la temperatura bajó de los 9 a los -4ºC decidieron que era mejor volver otro día. Dejaron su marca, eso sí, rebautizando la elevación como Pikes Peak. Y pensaron que era tan inhóspito que nadie, jamás, llegaría a la cima.

Apenas 14 años después, ya se había coronado. No hay nada que detenga a los buscadores de oro, amigos. Construyeron muchos caminos, entre ellos, el que conducía a la cumbre. Y unos tipos de Denver, llamados Yont y Felker, ascendieron con un vehículo bicilíndrico que casi tuvieron que empujar. Aun así, su proeza logró tal fama que, a partir de 1916, empezó a celebrarse la subida a Pikes Peak.

Pikes Peak, Noel Bullock

Las carreras tuvieron un éxito abrumador, pero la Primera Guerra Mundial obligó a una suspensión que duró hasta 1920. En esa década se popularizó la categoría Open Wheel, monoplazas con los neumáticos fuera de la carrocería, y empezó a forjarse la leyenda de los pilotos amateur en Pikes Peak (hoy en día, aún hay muchos en la lista de inscritos): Noel Bullock, sin experiencia, se hizo con el triunfo en 1992 en su Ford Special de 50 CV.

La división destinada a los vehículos de producción se creó en 1929, precisamente para acoger a los que quisieran afrontar el reto con sus propios coches. Durante décadas, dominaron los de propulsión trasera y, de hecho, aún son la opción más espectacular para completar la subida a Pikes Peak, aunque las categorías van de los vehículos eléctricos modificados a las motos, pasando por los camiones y los poderosos Unlimited… que son lo que su propio nombre indica. Díselo a Loeb.

Hablando de pilotos de rallys: ellos también se vieron atraídos por Pikes Peak, especialmente en los años 80, cuando acababan de aparecer los Grupo B. Peugeot y Audi utilizaron la carrera hacia las nubes como banco de pruebas incluso cuando esta categoría se prohibió en el Mundial. Los alemanes lograron la victoria en 1985 (Michelle Mouton), 1986 (Bobby Unser) y 1987 (Walter Rorhl). Después fue el turno de los franceses, con el espectacular 405 T16. La subida a Pikes Peak de Ari Vatanen es mítica (puedes verla pinchando en el enlace).

Pikes Peak, "Monster" Tajima

Seguimos avanzando en el tiempo y llegamos a Toyota y Suzuki, repartiéndose primeros puestos con Rod Millen y “Monster” Tajima. Este último ha sido el dominador de la categoría Unlimited en los últimos años con su Suzuki SX4. Fue el primero en lograr un tiempo por debajo de los 10 minutos en Pikes Peak (9:51.278), aunque poco después, Loeb lo pulverizó. Está acostumbrado a eso. Sobre asfalto, sobre tierra o entre nubes.