Recorremos Madrid 'derrapando' en un Mercedes-AMG A45

AMG V-Race (I)
Si Carmena se entera…

“Toda ciudad esconde un circuito”. Suponemos que los responsables municipales de seguridad vial no estarán muy contentos al escuchar esto, pero no es lo que parece. Aunque se queda muy cerca: el Mercedes-AMG A45 ha convertido el trazado de El Jarama en las calles de Madrid por obra y gracia de la realidad virtual.

Te explico un poco cómo va el tema: te subes (como acompañante) en un A45 AMG. Al volante, un experto piloto. Te fías de sus manos y de que él sí está viendo el circuito madrileño, en el que te encuentras. Te colocas unas gafas de realidad virtual y tu cerebro sufre un vuelco: estabas en la calle de boxes del Jarama, pero lo que ves ahora mismo es el paseo del Prado, en pleno centro de la capital.

Los responsables de este evento te piden que tengas la mente abierta para disfrutar de la AMG V-Race, una experiencia virtual única y pionera, ya que se realiza en movimiento, no en un simulador. Es la única forma de asimilar que el piloto está encarando la recta del trazado, trazando las curvas de Nuvolari, Fangio, Varzi, Le Mans… mientras lo que hay ante tus ojos es la puerta de Alcalá, la Gran Vía o el Palacio Real. Las frenadas se han acondicionado al tráfico (¿o es al revés? Los límites están difusos). Nos ‘saltamos’ un par de semáforos y sonrío de forma estúpida ante nuestra rebeldía sin límites. Pasamos muy cerca de un par de motos y me encuentro encogiéndome y hundiendo el pie derecho en la moqueta con la intención de frenar. El coche se balancea, las fuerzas G llevan mi cuerpo hacia el lado izquierdo cuando pasamos de costado por delante del Palacio de Correos para subir, a la derecha, hacia Alcalá. Mi sonrisa se hace más amplia.

La tecnología provoca que sientas la experiencia casi como real, pese a los cortes empleados para ensamblar algunos planos. Se han suprimido aquellas imágenes en las que vas directamente hacia un grupo de peatones con el fin de que esto no parezca el videojuego GTA V. Aunque la impresión de velocidad es más que creíble para tu cerebro, pese a que en ningún momento se superan los 120 km/h en el circuito.

Para que te hagas una idea de la complejidad de esta acción, sólo tienes que pensar en el trabajo que ha representado encontrar las calles y curvas en Madrid que fueran más parecidas a las del Jarama, pasar por ellas mil veces, medir los tiempos empleados en los recorridos por la urbe y por el trazado, hacer que coincidiesen, grabar todo en cámaras 360º -con soportes realizados específicamente por una impresora 3D- y montarlo para que cuadrase perfectamente con el circuito. Un infierno que ha durado meses.

De hecho, el despliegue exigido ha sido tal que sus responsables han tenido que ir un paso por delante y desarrollar tecnología que no existía. El procesador de los millones de imágenes y sensores se ha creado ad hoc (“lo que ves dura poco menos de 3 minutos y medio y ocupa 64 gigas”, nos explican). Las gafas de realidad virtual, unas Oculus de última generación, son las más avanzadas, las únicas que no se desconectan si detectan cambios bruscos de trayectoria o las mencionadas fuerzas G para evitar mareos. Todo, para que 20 afortunados disfruten de esta experiencia, que trastoca los límites de lo real.

5 vídeos de realidad virtual de coches que tienes que ver.

He de confesar una cosa: esa misma mañana, Dani Juncadella, piloto de la marca en el DTM, nos ha dado una vuelta al Jarama (una vuelta real, sin virtualidades) en el Mercedes Clase A AMG 45 para que comprobemos que los límites del coche están muy altos, pese a que la pista está aún mojada por la lluvia de la noche anterior. Lo siento, Dani. En este caso, la ficción supera la realidad.