Prueba: nuevo Volvo V90

El nuevo Volvo V90 ya ha pasado por nuestras manos; llega uno de los jefazos en esa selva que es la industria automovilística.

Texto: Paul Horrell

El nuevo Volvo V90 y sus 60 años de ‘herencia familiar’.

Ah, una de las grandes bestias de la jungla del automóvil, el Volvo V90.

Oh, yeah. Pero, literalmente, ha renacido. Todo es nuevo. Comparte muy pocas piezas con el Volvo V70, al que reemplaza.

Así que hay mucho que decir.

Sí y no. Su ingeniería y tecnología básicas y los condimentos de su diseño exterior e interior se han copiado y pegado del Volvo XC90.

Lo que no debería ser un problema, porque es uno de los coches favoritos de Top Gear.

Lo es. Muy seguro, relajante; sentarse en él es una delicia. Así que no tenemos noticias particularmente impactantes sobre el nuevo familiar. También cuenta con esas cualidades y en abundancia.

Ok, ¿alguna diferencia respecto al XC?

El Volvo V90 tiene cinco plazas, no lleva la tercera fila de asientos del XC90. Eso permite que el diseño sea mucho más elegante. La posición de conducción es más cercana al suelo, obviamente, y su parabrisas y frontal también son más bajos. La batalla es 43 mm más corta, así que todavía hablamos de un vehículo grande. Uno que parece muy pulcro, además, con una parrilla seria a la que se le da un giro sorprendente con las luces diurnas en forma de T. La línea de los hombros habitual en Volvo se ha afilado y tensado, mientras que los grupos ópticos traseros derivan en formas angulosas.

Y ¿mecánicamente?

Pocas diferencias aquí; en su mayoría, se han tuneado los ingredientes del XC90. Los componentes básicos son los mismos: motores de cuatro cilindros con un turbo más agudo, tracción total en opción, suspensión de aluminio de lo mejorcito en su categoría, un montón de equipamiento de seguridad.

¿Es el habitáculo tan bueno como parece?

Sí. Se ha realizado con un compromiso impresionante, necesario, por otra parte, dada la fuerza de los coches alemanes con los que rivaliza -sin copiarlos-. El diseño muestra lo mejor de los materiales y viceversa. Tiene un estilo moderno y escandinavo y se aleja de estereotipos falsamente racing.

El sistema de infoentretenimiento es una tablet en la consola central. Es de alta resolución y ofrece una respuesta muy buena, aunque requiere un poco de práctica aprovecharla al máximo. Volvo, además, hace asientos maravillosos.

¿Qué me dices de la conducción?

Mejor que en el Volvo XC90. Se comporta de forma más armoniosa porque va más pegado al suelo y sospecho que también porque es el segundo intento de la marca poniendo a punto un modelo de estas características.

La dirección no tiene demasiada asistencia y su peso se siente de forma muy natural al mover el volante. La suspensión se orienta a la comodidad, deja respirar el cuerpo sin sacudidas ni bandazos. Todo sucede de una manera distendida, incluso si vas a buen ritmo por un carretera retorcida. La tracción tampoco es un problema, ya que el motor D5 lleva asociadas las cuatro ruedas motrices.

Este coche familiar también es perfecto para el día a día; en la autopista, planea de forma serena y se ciñe con eficiencia a su carril. A velocidades de ciudad, el comportamiento sigue siendo ágil.

¿Hay suficiente potencia para disfrutar?

El diésel D5, que ofrece casi 240 CV, cuenta con modificaciones en el motor biturbo secuencial. Ellos lo llaman Power Pulse. Una pequeña bomba eléctrica comprime aire en un contenedor de dos litros. Cuando aceleras desde la zona baja del cuentavueltas, se abre una válvula y dicho contenedor expulsa su contenido en la admisión a un ritmo determinado, como si fuera un latido. Así, tienes presión incluso antes de que el primer turbo empiece a girar. De hecho, reduce el retraso, aunque el efecto no implica muchos cambios (en breve, otros Volvo disfrutarán de este dispositivo).

Enganchada a una caja de cambios automática de ocho velocidades, se trata de una mecánica discretamente autoritaria. No es rápida de una forma que asuste ni lo suficientemente silenciosa como para que no la notes. Bueno, más que las de sus rivales, seguro.

Vamos con la tecnología de seguridad de Volvo. ¿No debería conducir solo?

Vale, el V90 (y el Volvo S90, lanzado a la vez) lleva una repetición del asistente pilotado. Puede mover la dirección de forma autónoma durante un rato siguiendo las líneas de demarcación de los carriles e identifica otros vehículos -e incluso animales y humanos- mediante una variedad de sensores. En otras palabras: la misma habilidad que muestran los Mercedes Clase E, BMW Serie 7 o un Tesla.

Pero Volvo ha puesto mucho cuidado para no publicitar eso como conducción autónoma. Son medidas de apoyo. Estás obligado a mantener las manos sobre el volante, los ojos en la carretera y tu cerebro, en su tarea. La marca argumenta que el momento en el que estos sistemas pierdan su efectividad puede ser muy estresante. Si en ese punto crítico el supuesto piloto (es decir, el dispositivo autónomo) está a kilómetros de distancia –hablando metafóricamente, claro-, la transición de la máquina al humano puede ser muy liosa. Hemos probado sus rivales y estamos de acuerdo.

Así que Volvo continúa trabajando en la conducción autónoma, pero únicamente permitirá que el humano se elimine de la ecuación cuando el coche pueda de verdad marchar solo durante períodos significativos del viaje. Y cuando pueda dar al piloto multitud de avisos en el caso de que su intervención sea necesaria.

¿Cuándo se pone a la venta?

Ya está a la venta, aunque las primeras unidades llegarán a los concesionarios este verano y las entregas se realizarán poco antes del otoño. El Volvo V90 D5 AWD automático tope de gama que hemos probado cuesta 66.411 euros, pero su precio comienza en los 47.920 euros. Habrá una versión T8 híbrida enchufable para rebajar las emisiones y favorecer los impuestos en el caso de los coches de empresa.

Vale, así que estamos ante el Volvo familiar reinventado. ¿Pero, qué pasa con lo que se ha inventado?

Ya veo por dónde vas y es una buena pregunta… Sus nuevas líneas, con una silueta elegante y una caída del techo pronunciada, no quitan espacio al maletero. Pero no es el vehículo preparado para Ikea que se supone que vas a encontrar en cualquier coche familiar sueco, ya que, si bien la zona de carga es amplia, no hay mucha altura.

Aunque en los 363 días al año en los que no necesitas su máxima capacidad, apreciarás las inteligentes soluciones de almacenaje. Es un modelo útil, eso queda fuera de toda duda… y también uno del que puedes disfrutar sutilmente.

Nuestro veredicto

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