Prueba Mustang Mach-E: ¿cuánto de Mustang tiene el primer eléctrico de Ford?

Antes de que te indignes, recuerda: no se pueden poner puertas al campo

Prueba Mustang Mach-E. Antes de rasgarnos las vestiduras y  enfadarse y dejar de respirar, hay que preguntarse ¿por qué el primer coche eléctrico de Ford se llama Mustang? Y el porqué es sencillo: el futuro reclama una movilidad limpia y sostenible. Y atención a este argumento: "Todo el mundo puede hacer un eléctrico, pero solo Ford puede electrificar un Mustang".

Esta declaración de intenciones –que me parece brillante– es lo que nos contaron en noviembre de 2019 en la presentación del Mustang Mach-E, en pleno territorio de Tesla. Comprendo el shock que puede ocasionar el pensar que Mustang va a dejar de ser Mustang. Pero del mismo modo que estás leyendo estas líneas en tu smartphone y no en una revista de papel, es hora también de que los coches entren en el siglo XXI. Así que, vamos a ello.

Me acerco al Mustang Mach-E y entonces me viene a la cabeza uno de los detalles que en su momento no me gustó de este coche eléctrico: el curioso tirador de la puerta. Afirman los responsables de Ford que es una solución aerodinámica, pero en mi humilde opinión creo se han pasado de sofisticados. 

Prueba Mustang Mach-E

Tomo asiento en el puesto de conducción y mis ojos se van a la enorme pantalla central. Si no estaba claro qué modelo tiene Ford en el punto de mira, con la pantalla, se despejan las dudas. Exacto: a Tesla. Me gusta que el volumen del equipo de infotainment pueda controlarse a través de un mando giratorio.

Prueba Mustang Mach-E

Pulso el botón de arranque y mi cerebro se queda como cantaba Jim Morrison en 'Riders On the Storm": "like a dog without a bone" (como un perro sin su hueso). Y es que la última vez que me puse a los mandos de un Mustang conduje un Mustang Shelby GT500 de 760 CV y motorcito V8. El cerebro, tan amigo de suplir los vacíos, parece decirme: "he almacenado recuerdos tuyos en los que un poderoso V8 bramaba nada más arrancar". Bienvenido al futuro, querida masa gris.

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Inicio la marcha. El Mustang Mach-E consta de tres modos de conducción: Active, Whisper (susurro) y Untamed (salvaje). ¿Y por qué no los denominan como todo hijo de vecino? Pues porque esto es un Mustang. El modo Active es el adecuado para tener un compromiso entre consumos y prestaciones; Whisper, como su propio nombre indica, es más pausado y suave; mientras que en Untamed el Mustang debería dar rienda suelta a sus 258 kW (351 CV) de la versión de rango extendido (540 km de autonomía WLTP) y tracción integral, que voy a conducir.

Ya en carretera y al querer cambiar de modo de conducción, he de pulsar el icono del coche en la pantalla. En el submenú, además, se puede seleccionar el e-pedal, que me parece una gran innovación, sobre todo para circular en ciudad, pues te olvidas del freno y todo lo controlas con el acelerador, y basta con levantar el pie, y el coche puede retener hasta detener el coche.

Volviendo a los modos de conducción, preferiría tener un botón en el volante o junto al mando giratorio de las marchas para acceder directamente. La enorme pantalla de 15,5 pulgadas está bien para controlarlo todo, pero en marcha, mejor no apartar la vista de la carretera. Puestos a pedir, me gustaría que en la instrumentación se reflejara de alguna forma en qué modo de conducción circulamos.

Al volante del Mustang Mach-E: Comienza el rock&roll... silente

Tras decenas de kilómetros de autopista, alcanzamos un puerto de montaña con muchas curvas. Es momento,de activar el modo Untamed. ¡A ver esos mesteños salvajes! Se supone que este modo incluye un sonido de motor y que otorga cierto dramatismo al momento. Y sí, suena, pero tan leve que Jim Morrison se me aparece y ataca de nuevo: "como a un perro sin su hueso". ¡Mecachis!

Prueba Mustang Mach-E

Eso no es óbice para que el Mustang Mach-E demuestre su poderío y suba las cuestas sin despeinarse. Y aunque es entre curva y curva donde el Mustang Mach-E está sacando músculo, echo de menos saber que te estás acercando al corte; con un coche eléctrico como este hay par inmediato y casi infinito. También echo de menos unas levas para controlar mejor la entrega de potencia o retener más en una bajada.

Curva tras curva el Mustang Mach-E me va conquistando, y sobre todo cuando llegan los adelantamientos (acelera de 0 a 100 km/h en 5,1 segundos) y el Mach-E fulmina los registros, y cuando toca frenar, no frena, clava. Señores 'negacionistas': ¡Esto es un Mustang!

En los cambios de apoyo, como muy buen eléctrico que es, va casi plano. Al que le ocurre también a los asientos: son planos, y lo suyo es que recogieran mejor. Al parecer, el Mustang Mach-E GT sí tendrá bacquets. El esquema de suspensiones del Mustang Mach-E pone de manifiesto que este Mustang es un Mustang para la familia, pues son más blanditas y provocan ciertos botes sobre firme en mal estado.

Conclusión 

A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César: el Mustang Mach-E no es un muscle car; tampoco creo que sus desarrolladores pretendan que lo sea. ¡Es un Mustang para el siglo XXI! Con todo lo bueno que eso tiene, como el hecho de que tras mucha zapatilla, el consumo ha sido de 20 kWh, un dato que es difícil de igualar con un Mustang 'normal' de combustión interna.

Prueba Mustang Mach-E

Además, si a eso se le añaden condimentos Mustang anteriormente descritos, puedo concluir que es un coche eléctrico bien divertido. Eso sí: señores de Ford: pongan más volumen en modo Untamed. Seguro que incluso a los más haters les mola.

¿Y cuánto cuesta? El Mustang Mach-E de acceso es tuyo desde 48.500 euros, y en el caso de que se aprobara un nuevo Plan Moves, Ford ofrecería un descuento promocional para que el precio se quedara en 45.000 euros y pudiera aprovecharse de las ayudas. Ni tan mal, ¿no?

Nuestro veredicto

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