Prueba: Peugeot 5008 GT Line 150: sea lo que sea, mola

¿Es un pájaro? ¿Es un avión?

Me enfrento a la prueba de este Peugeot 5008 BlueHDI GT Line 150 confuso. Por muchas razones. No sé si me gusta o no. No sé si me va a convencer el i-Cockpit. No sé si es un SUV, un monovolumen o un invento del departamento de Marketing. Pero allá voy.

El caso es que según entro me agrada encontrarme con un coche a priori espacioso y cómodo. Los asientos son tirando a duros, pero la verdad es que durante los kilómetros de la prueba he podido corroborar que sí, que molan para viajar. Al principio me llamó la atención el 'generoso' apoyo lumbar que tiene, algo que al principio se me hacía un poco cuesta arriba, pero al final acabé por acostumbrarme. Lo mismo con la postura de conducción, con un volante 'no-redondo' que tienes que llevar un poco más bajo de lo normal. Al menos, así tienes buena visibilidad del cuadro de instrumentos, algo que no ocurre con el Peugeot 308, por ejemplo.

También me gustó la amplitud a lo ancho y largo de las plazas traseras: tres ocupantes adultos seguro que van bien, y si te lo planteas como coche en el que meter sillitas de niños, sin duda es una buena opción. Al entrar en esta zona me topé (nunca mejor dicho) con un problema: en el coche la altura interior es tirando a justa, aunque parezca mentira. Bueno, para ser precisos, el que se topó es el fotógrafo que tomó estas horribles imágenes, un sujeto que, aunque no lo creas, tiene nombre: Álex. Pues bien, resulta que mide 1,97 y al entrar para fotografiar el interior se dio cuenta de que, si eres alto, vas a rozar con la coronilla o el flequillo tanto delante como detrás. Supongo que el más que generoso techo de cristal retráctil se come unos cuantos centímetros, aunque quizá haber bajado un poco la banqueta de los asientos también hubiera ayudado. Aquí es donde el ingeniero que ha pasado meses estudiando estos parámetros hace vudú con un muñeco que me representa.

Para ganarme la liberación de mi espíritu tengo que reconocer que lo que hay detrás de los asientos no es un maletero, sino una cueva de 102 cm de profundidad como poco en la que podría vivir una familia cómodamente. Además, tienes dos plazas adicionales que no están tan mal como en este tipo de modelos y se pueden utilizar más alegremente. Esto, por cierto, es su gran diferencia con el semigemelo Peugeot 3008.

Menos alto de lo normal

Pero no creas que eso empaña la prueba del Peugeot 5008 BlueHDI 150, ya que en realidad es un asunto de poca envergadura (ojo al paradójico juego de palabras). Los materiales a priori están colocados de tal modo que todo lo que ves y tocas ofrece buena impresión. Y es que en general todo da sensación de ser sólido y bien rematado: desde el tacto de los botones hasta las juntas del salpicadero.

Uno de los elementos que me avisan de que me estoy convirtiendo en un viejuno es que la ingente carga tecnológica presente se me 'hace bola'. Me parece genial todo lo que ayude a la seguridad y la dinámica, pero por ejemplo me gustan poco los cuadros digitales como el que tiene este Peugeot 5008, que en el fondo me gusta más que el del nuevo Volkswagen Golf GTI que probamos hace poco. La verdad es que el del modelo francés es espectacular, las animaciones te harán quedar muy bien con el vecino del quinto y con tu cuñado (tenía que salir a relucir), pero a mí personalmente no me aporta nada: mucha información, muy dispersa... y en ocasiones hasta duplicada. La parte positiva es que puedes configurarte una pantalla con datos como el ordenador de viaje, el sistema multimedia y la velocidad, por ejemplo. O uno mínimo que solo muestra la velocidad y que me recuerda a aquellos 'Black Panel' de los difuntos Saab (más pistas de que estoy empezando a ser viejoven).

En cuanto al i-Cockpit... Lo cierto es que ha mejorado mucho, mucho, pero mucho, con respecto al que se presentó con el Peugeot 308. Para mí, no poner botones físicos para las funciones más importantes es un error, porque mientras conduces tienes que mirar a ver si tocas el 'dibujito' adecuado. En esta ocasión, aunque en realidad se puede manejar casi todo desde el volante, en Peugeot han acoplado unos pulsadores que me recuerdan a un piano, con acceso directo a lo que realmente necesitas: climatizador, radio, navegador... Además, responde con relativa rapidez, con lo que andar cambiando de pantalla para cambiar la emisora de radio y después subir la temperatura del 'clima', es menos doloroso. Ah, y ya que hablo de dolor, el que me generó el navegador con catografía TomTom y tráfico en tiempo real: lo probé tres días distintos y la verdad es que reconozco que... ¡cada vez lo hizo peor que la anterior! Me mandaba por sitios en los que claramente el tráfico era horrible. Habría que darle una pensada a su sistema de tráfico en vivo... ¿Como por ejemplo utilizar a Google?

Peugeot 5008 GT Line 150

El marcha con el 5008 HDI 150

Decido empezar la prueba dinámica de este Peugeot 5008 BlueHDI GT Line 150 atravesando una pequeña zona de montaña con un par de curvas complicadas. No, no es lo suyo: balancea, cabecea y me muestra que no está cómodo. Le doy la razón: este coche es para disfrutar conduciendo kilómetros y kilómetros, aprovechar la habitabilidad interior y sacar partido al confort de marcha. Así que apunto a al autopista. A 120 km/h rueda a unas 2.000 vueltas, que es justo la zona donde empieza a ofrecer el par máximo. Rueda silencioso y, si acaso, sientes el runrún del aire y del cuatro cilindros. Las juntas del asfalto parecen desaparecer y la estabilidad lineal está a la altura de los mejores y muy al estilo de su primo hermano el nuevo Citroën C4 Picasso, con el que comparte muchos genes.

La verdad es que este motor 2.0 de 150 CV es uno de los diésel que más me gustan, ya sea en este modelo o en cualquiera de los Peugeot o Citroën que los utilizan: tiene fuerza desde muy abajo y, aunque tiene genio, la entrega de potencia es suave y lineal. Puedes llanear a cruceros alegres sin hacer consumos exagerados, atravesar carreteras secundarias sabiendo que los adelantamientos los harás de manera segura y rápida, especialmente si ruedas entre 2.000 y 3.000 rpm y salir airoso de curvas rápidas. Pero vuelvo a lo de antes: es un coche familiar que es feliz llevándote a ti y a los tuyos a la playa, a la montaña o a comer con los abuelos.

En cuanto a la conducción en sí, la dirección es soprendentemente rápida para un modelo así, mientras que el cambio (el 5008 BlueHDI 150 solo existe como manual) es preciso y fácil de manejar, por lo que no te va a dar quebraderos de cabeza a no ser que quieras emular a algún piloto de rallies.

Ah, por cierto: no puedo terminar la prueba del Peugeot 5008 BlueHDI GT Line 150 sin hacer una mención al sistema Start-Stop. Y te digo por qué: sencillamente me parece el mejor de todo el mercado: entra en funcionamiento al instante, y lo hace además con suavidad. A la hora de desactivar el motor, lo hace cuando el coche se va a detener, permitiéndote ahorrar unas gotas de combustible incluso antes de estar detenido en el semáforo, el atasco o la cabina de peaje. Además, cuando levantas el freno, te permite dejarlo caer si estás cuesta abajo hasta unos 25 km/h, con lo que incluso puedes entrar en el garaje con el motor apagado. Ojo anécdota: mientras tenía este coche, entré en el aparcamiento de mi casa de este modo, y un vecino me preguntó si este era el nuevo Peugeot 5008 eléctrico... Pisé el embrague y retiró la pregunta.

Nuestro veredicto

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