Prueba: Subaru Outback GLP

Prueba Subaru Outback GLP

Con gas mola más (y rima)

El Subaru Outback de esta prueba sorprende por muchas razones. La primera, por su etiqueta Eco, que te da mucha vida en las grandes ciudades donde las restricciones se van imponiendo poco a poco. Además, es un modelo muy espacioso y utilizable a diario en cualquier situación gracias a su tracción integral. Pero vayamos por partes.

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En general diría que es un coche blando, pero no en el sentido negativo, sino meramente descriptivo. Por ejemplo, la suspensión es muy suave, como también el tacto general de los mandos, los pedales y hasta el mullido de los asientos. Esto, la verdad, no es ninguna novedad: es así desde el primer Subaru Outback, al que se podría describir perfectamente del mismo modo.

Prueba del Subaru Outback GLP: primero el interior

Un coche tan espacioso merece que le eche un vistazo a la habitabilidad posterior. El acceso está bien y, una vez dentro la postura es relajada, hay hueco de sobra para piernas, hombros y cabeza y, sorpresa, los asientos de mullido tirando a blando te recogen el cuerpo bastante bien. 

También la visibilidad es muy buena, por lo que tus acompañantes no se quejarán de sensación de agobio. Quizá se podría mejorar añadiendo un techo panorámico en lugar del convencional que a estas alturas se queda un poco justo. A su favor he de decir que es de buen tamaño.

Sigo por la zona posterior. Abro el maletero y lo que me encuentro es un gran compartimento portaobjetos de formas muy cuadradas y aprovechables. Bajo el suelo, donde en las versiones no GLP hay un hueco adicional, está ubicado el depósito del gas, pero no interfiere para nada en el hueco principal (salvando que no dispones de ese espacio que ocupa, claro).

Subaru Outback Black Edition

Salto a las plazas delanteras. Me acomodo fácilmente. El asiento tiene un gran respaldo en el que la espalda apoya bastante bien. De nuevo el relleno es tirando a blando y tras los días que lo he tenido de prueba puedo decir que son muy cómodos.

Una vez acomodado, echo un vistazo a lo que me rodea. Una consola central vistosa con pantalla de infotainment se ve empañada por esa moda de utilizar negro brillante: toda una oda a las huellas dactilares.

Antes de empezar, como siempre, tengo la sensación de que Subaru pasa de ofrecer grandes fuegos de artificio y prefiere vender un producto bien hecho y con sentido. Por eso los relojes son bonitos, con buena visibilidad ¡y analógicos! La pantalla del ordenador es suficientemente grande, aunque es cierto que los datos que ofrece, más allá de los básicos podrían ser más y mejor ordenados para mi gusto.

Ahora toca arrancar el coche. La prueba del Subaru Outback GLP, como no puede ser de otro modo en un coche híbrido, empieza en pleno centro de Madrid. Al presionar el botón de arranque el bóxer de cuatro cilindros cobra vida alimentándose de gasolina para, al poco, cuando todo está en orden, pasar el gas. Es una acción que no vas a notar ni por vibraciones, prestaciones y sonido. Quizá lo haya, pero habría que ser muy, muy fino para detectar el cambio.

Outback en marcha: confort a tope... y CVT

En marcha, como decía al principio, la suavidad es la protagonista. La dirección apenas opone resistencia a baja velocidad, lo que es ideal para callejear, lo mismo que los grandes retrovisores y una visibilidad circular que, a pesar de ser un coche que coquetea con los cinco metros, es bastante buena.

En movimiento te pide tranquilidad, lo que tampoco está mal debido a, seguro que lo imaginas, una caja CVT que aunque tiene siete relaciones preestablecidas y elimina un poco esa sensación gomosa de este tipo de transmisiones, sigue revolucionando el coche demasiado cuando quieres velocidad, añadiendo ruido y vibraciones al interior.

Pero si te moderas con el acelerador disfrutas de una gran calidad de rodadura. La siguiente etapa de la prueba del Outback GLP es un buen tramo de autopista donde ruedo desahogado a 120 a unas 2.000 vueltas. El coche está bien asilado y apenas se escucha el aire o los cuatro cilindros (siempre que no pises a fondo). La dirección gana peso y la suspensión, blanda, traga las irregularidades sin inmutarse.

Subaru Outback Black Edition

Si conduces por carreteras secundarias, a lo mejor el tarado de los muelles y amortiguadores te parece muy blando. En curvas amplias a cierta velocidad balancea más de lo que me gustaría, y lo mismo ocurre con los cabeceos al frenar. Quizá unos muelles algo más duros y hasta una estabilizadora un poco más gruesa ayudaría a mejorar el comportamiento dinámico, aunque, eso sí, a costa de sacrificar algo la comodidad e incluso de comportamiento fuera del asfalto.

Y es que si sientes la imperiosa necesidad de hacer una excursión por alguna zona no asfaltada y algo más complicada de lo normal, vas a encontrar un modelo muy capaz gracias a su tracción integral, al modo todoterreno (denominado X-Mode) y a esas suspensiones que, ahora sí, se encuentran 100% en su salsa. Eso sí, si quieres ir más allá, tendrás que utilizar unos neumáticos más dedicados que los que lleva, unos Bridgestone Dueles más asfalteros que camperos, y nunca olvidar que no tiene ningún tipo de bloqueo.

Para terminar con la prueba del Subaru Outback de gas, quizá estaría buen un resumen rápido: se trata de un familiar amplio y cómodo, muy rodador, relativamente eficiente y más capaz de lo normal fuera del asfalto y en situaciones adversas como carreteras deslizante, nevadas o rotas. Sin duda, si optas por uno de estos, no lo vas a lamentar.

Nuestro veredicto

8

Etiquetas: 4x4, crossover