Prueba: Toyota RAV4. El empaque que le da el ser pionero

Prueba Toyota Rav 4

El RAV4 fue el primer SUV híbrido que iba en serio. Y claro, se nota

Probar un Toyota RAV4 no es lo más apasionante que he hecho en 2020. Hasta ahí seguro que nadie se sorprende. Pero sí que tengo que decir que siempre es agradable subirse a este modelo, al que se le puede considerar el pionero de los SUV híbridos. Al menos, de los que "van en serio".

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El Toyota Rav 4 recibió un poderoso restyling en 2019. Pasó de una imagen más bien fluida a otra más rotunda que recuerda a los diseños que Toyota vende en América: líneas y ángulos más bien rectos son su principal seña de identidad. Y también los culpables de su éxito.

Más allá de gustos estéticos, salto al Rav 4 sabiendo que me espera un interior espacioso. En sí es un coche cómodo. Todos los mandos están bien ubicados, desde las grandes ruletas de los controles del climatizador hasta los pequeños botones que rodean a la pantalla de infotainment.

Pantalla de infotainment del Toyota Rav4

También es ancho. Vas a agradecer la sensación de desahogo que tiene en el día a día y también el tacto de los materiales. No te voy a decir que estás en un Mercedes top de gama; pero lo cierto es que no está nada mal: la parte del salpicadero tiene un material de tacto engomado y todo lo que queda al alcance de la mano tiene suficiente calidad como para que no tuerzas el gesto.

También las plazas traseras me dejan buen sabor de boca. Si piensas meter a la familia, seguro que no se quejan. Es uno de los SUV más espaciosos de su categoría, lo que es decir mucho: el milagro lo obra la plataforma TNGA que permite ofrecer mucho espacio con una batalla relativamente comedida.

SUV híbridos enchufables

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Los SUV híbridos enchufables son la mejor solución para los que quieren moverse por el tráfico trabado de las ciudades y a la vez disfrutar de las ventajas de estos coches porque su autonomía te permite moverte sin gastar apenas gasolina en el día a día. Aquí tienes toda la info que te interesa.

Más allá de aspectos técnicos, los que se montan detrás disfrutan de una posición correcta (el respaldo se reclina), espacio para piernas y cabeza, salida de aireación y un par de tomas USB para cargar el móvil. También hay suficiente hueco para dejar cosas, aunque, como curiosidad, solo hay un bolsillo detrás del asiento delantero de la derecha.

En cuanto al maletero, es una caverna con un borde de carga algo elevado y mucha profundidad. No se le puede pedir más. Bueno, sí: que el portón eléctrico se abra más rápido porque es leeeeeeeeento.

En marcha: un modelo suave

Probablemente no te sorprendas si te digo que el Toyota RAV 4 de esta prueba es un modelo suave. Y mucho. Al presionar el botón de arranque todo cobra vida en absoluto silencio. Puede que si tardas un poco el cuatro cilindros de 2,5 litros de 177 CV (sí, en 2020 hablamos de un 2.5 en un híbrido) entre en funcionamiento, pero es justo decir que lo hace de manera suave y comedida.

Prueba Toyota Rav4

En marcha está muy bien aislado de lo que ocurre fuera... en el buen sentido: la carretera se filtra lo necesario y en general tiene una muy buena calidad de rodadura. Supongo que no seré el único, pero cuando conduzco un coche híbrido, tiendo a buscar la eficiencia por encima de las prestaciones. 

Aquí casi es mejor, porque si pisas a fondo, por un lado disparas el consumo a niveles de sudor frío. Por otro, recibes como respuesta algo más de aspereza en forma de vibraciones y sonoridad: como suele ocurrir con este tipo de cambios, la relación entre ruido, aceleración y agrado de conducción no es proporcional. De hecho, a veces te preguntas dónde están esos 217 CV combinados. 

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Pero en general es un coche muy agradable de conducir, con suspensiones suaves y una dirección razonablemente rápida y con bastante precisión. Quizá la única pega que se le puede sacar en el aspecto dinámico es que el tacto de los frenos es un tanto peculiar: habitual en este tipo de coches, lo cierto es que hay ya muchos modelos que han sabido dar con la tecla de un tacto más natural a pesar de que el pedal no esté conectado directamente al sistema.

Sobra el Sport, falta una B

El Toyota RAV 4 tiene tres modos de conducción: Eco, Normal y Sport. ¿Y sabes qué? El Sport me sobra: apenas se nota un cambio y, en todo caso, no tiene demasiado sentido. Por otro lado, a mí me gustaría contar con un modo de regeneración (el típico 'B') que sirva también como una manera de retener el coche sin necesidad de utilizar el irreal cambio secuencial con seis relaciones artificiales... que bajo mi punto de vista aporta más bien poco.

Para terminar con la prueba del Toyota RAV 4, quizá debería hacerlo con el aspecto más flojo del coche: el sistema de infotainment. A estas alturas, no puedes disfrutar de Car Play o Android Auto (sí MirrorLink), aunque aseguran que están trabajando en ello. ¿Quizá para el restyling de dentro de un par de años?

Tampoco está al nivel de los mejores el navegador (si quieres algo "conectado" tienes que prestar los datos de tu móvil), los gráficos en general, con una apariencia pobretona, o el aspecto de la pantalla principal, con un mapa que siempre apunta al norte (no ocurre así en la pantalla propia del mapa) y que, en general se lee más bien regular.

Pero, ¿sabes qué? Como siempre me ocurre tras probar el Toyota RAV 4, en 2020 sigue siendo uno de los mejores del segmento. Es cierto que han llegado muchos, pero los años de ventaja que lleva el equipo de desarrollo de Toyota en busca de la eficiencia se notan, y mucho.

Nuestro veredicto

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