Viejas glorias: esta es la historia del Ford Escort RS Cosworth

El sucesor de un coche glorioso solo podía ser glorioso.

La historia del Ford Escort RS Cosworth empieza donde termina la historia del Ford Sierra RS Cosworth. El sucesor directo de uno de los mejores Ford de la historia no lo tenía fácil para triunfar, pero lo consiguió: ¿cómo lo hizo? En estas líneas te voy a contar algunos de sus detalles más interesantes con los que se ganó el corazón de miles de aficionados.

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Al igual que con el Sierra, el Ford Escort RS Cosworth nace con la voluntad de competir en el Grupo A del Mundial de Rally. Fue diseñado para tal fin aprovechándose de alguna de las mejoras incorporadas en la última generación del Sierra, como por ejemplo la tracción integral con un tarado estándar del 66% del par en el eje trasero. Los ingenieros tenían entre manos el nuevo motor Cosworth YBT de dos litros capaz de entregar 230 CV y, pese a que el Sierra había sido sustituido por el Ford Mondeo, los chicos de Ford SVO decidieron seguir apostando por los Rally y mantener la magnífica base del Sierra Cosworth para no tener que gastar tanto dinero: si algo funciona, para qué hacer inventos raros.

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Así es: sobre la base, el Ford Escort RS Cosworth es un Sierra RS Cosworth pero con otra carrocería y diferentes mejoras para acercarse a sus rivales de la época en el Mundial de Rallys, como por ejemplo el Lancia Delta HF Integrale. El coche fue desarrollado bajo la batuta de Rod Mansfield y John Wheeler del departamento SVO, mientras que el coche fue diseñado por los chicos de MGA Developments. Probablemente esto no lo sepas: el icónico alerón trasero fue obra de Frank Stephenson, el reconocido diseñador creador de la resurrección del Mini y padre estético del McLaren MP4-12C.

Estéticamente era un coche imponente y con un rollo algo más jovial que el del Sierra RS Cosworth. El objetivo principal del coche era el de participar en los Rally, por lo que el coche fue originalmente concebido para cumplir con la estricta serie de 2.500 coches de calle que estipulaba la normativa FIA para poner participar en el Grupo A. Los primeros ejemplares son los únicos que se pueden considerar como ‘coches de competición homologados’ y destacan por su puesta a punto más radical y el motor YBT con el brutal turbo T3/T04B.

La primera serie del Escort más salvaje fue un éxito de ventas, aunque era un coche delicado y con un comportamiento explosivo. El Turbo tenía mucho lag y no era el mejor coche para moverse en el día a día por la ciudad. Era un coche de carreras con matricula y eso, al fin y al cabo, era lo mejor que tenía ese coche: exprimible y disfrutable en las manos adecuadas, un ‘carreras-cliente’ de los que ya no se hacen.

Las 2.500 copias se vendieron en un santiamén y Ford tuvo claro que este tipo de creaciones levantaban pasiones entre aquellos que buscaban un deportivo con un toque más práctico. Por eso, en 1994, dos años después de que empezara la producción de la primera serie, se creó una segunda, aunque con cambios notables para que mejorara en un uso diario.

Para ello, el turbo original fue sustituido por un Garrett T25, más pequeño y con un menor lag, lo que facilitaba el uso de la mecánica en un uso diario. Esta versión también empezó a incorporar elementos más enfocados al confort, además de la posible eliminación del gran alerón trasero.

En 1996 terminó su producción, contándose 7.145 ejemplares construidos: un gran éxito de ventas que también se puede entender por el relativo éxito que tuvo el coche en el Mundial: ganó diez pruebas, cinco de ellas en la temporada de 1993, cuando se quedó a apenas 12 puntos de llevarse el mundial de constructores, ganado por Toyota con su Celica Turbo 4WD.

El Ford Escort RS Cosworth, especialmente la primera generación, es un coche apasionante, para auténticos pilotos que quieren un coche de rallys en su garaje para pasarlo bien los fines de semana en una carretera de montaña. Un coche radical, para puristas y cuyas prestaciones, incluso a día de hoy, siguen poniendo los pelos de punta. 

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