Una pista de asfalto de 322 km, un Porsche 918 Spyder… ¿Se te pasa por la cabeza lo mismo que a nosotros? Posiblemente, pero hay una serie de factores que debes tener en cuenta. Esta carretera está abierta al tráfico y se encuentra en la zona norte de Australia. Es uno de los pocos lugares en el planeta en el que los límites de velocidad no existen. Al menos, hasta ahora: el gobierno local quiere imponer un máximo de 130 km/h para circular por allí, recoge carscoops.com.
Evidentemente, no todos tienen un coche deportivo (aunque aquí tienes 7 Porsche que puedes comprar por menos de 20.000 euros), pero los vecinos de la zona, acostumbrados a llevar sus vehículos con el pie a tabla (suponemos), ya han protestado, y también algunos fabricantes como Porsche en Australia. Según la BBC, el recién elegido ministro de esta zona, Michael Gunner, dice que la decisión se resume en salvar vidas: “Nuestra política es acabar con las áreas de velocidad ilimitada, basándonos en los consejos de doctores, enfermeras, cirujanos y policías, quienes están de acuerdo en que estas carreteras en las que no hay límites no deberían existir”.
Curiosamente, una investigación del anterior Gobierno mostró que las restricciones de velocidad en el área (antes de su anulación en 2014) habían provocado un aumento de las muertes.
Paul Ellis, director de Relaciones Públicas de Porsche, ha asegurado a la BBC y a ABC Australia que no es la velocidad el factor principal en los siniestros y acusó al territorio de ser un “estado niñera”: “Lo que digo es que tengamos una conversación lógica sobre lo que causa los accidentes. No creo que sea correcto afirmar que la velocidad es la razón primordial. La velocidad no mata, lo hace una mala conducción”, añade.
Ellis va más lejos y comenta que esta decisión podría impedir que las marcas de coches fueran a Australia: “Lo hemos hecho muy bien cargándonos la industria del automovilismo local y ahora parece que el territorio Norte está poniendo todo de su parte para desanimar a los fabricantes a venir al país para invertir en la economía”.
Duras palabras… Para contraatacar, Gunner ha asegurado que las marcas podrán realizar pruebas de sus modelos a cualquier velocidad (este Porsche a 350 km/h es un ejemplo), siempre que pidan un permiso.
Las críticas que decían que, al construir 918 de estos vehículos, Porsche había mordido más de lo que su base de clientes multimillonarios podía masticar son ahora un susurro lejano. Todos están más que vendidos y ya cambian de manos por 1,4 millones de euros, aproximadamente. Unos 600.000 euros más de lo esperado.
Es complicado ignorar esa cifra mientras Matthias Hoffsümmer, jefe de monitores del 918 (enseña a los compradores con montones de dinero, pero un poco menos de conocimiento, cómo manejar su inversión), nos da las llaves. Pedimos que quiten los paneles del techo para disfrutar al máximo de los escapes, en posición alta. Nuestros oídos lo agradecerán más tarde… pero nuestra frente, quemada por el sol, no.
Porsche 918, 3
Ajustamos el asiento -de forma manual-, ponemos el volante un poco más cerca de nuestro pecho y pasamos los ojos por la consola central. La pantalla está en un ángulo ridículo, ya que el conductor apenas puede ver lo que se muestra, pero la ejecución es artesanía pura. Giramos la llave y el Porsche 918 se coloca en modo E-Power, así que salimos en silencio del aparcamiento. Se trata de una herramienta muy útil para aquellos los propietarios de superdeportivos tímidos y discretos que no quieren anunciar su marcha a toda la provincia.
Durante los primeros minutos, nos mantenemos en el programa eléctrico, mientras nuestra visión periférica recalcula la anchura prodigiosa del 918. A pesar de que el motor V8 actúa, de momento, como un lastre, este coche es muy rápido: ofrece una jugosa ración de aceleración (eléctrica) que te lleva directamente a 150 km/h. Pero se acaba cuando recorres 30 km.
Porsche 918, 4
Mientras intentamos absorber lo que ocurre, Matthias nos explica –a un precio por hora muy sustancioso- los distintos modos de conducción: E-Power, Hybrid, Sport y Race. Es un montón de información para asimilar, pero empieza a juguetear con el dial en el volante y todo encaja. El 918 es un coche salvajemente complicado en aspectos que ni siquiera puedes ver, pero manejarlo es extrañamente sencillo.
El programa híbrido piensa por ti, combinando las diferentes fuentes de potencia para sacar aceleración cuando lo deseas y eficiencia cuando no quieres pasarte. Existen dos posiciones para la amortiguación y se activan desde botones independientes (el modo más suave ya ofrece agarre de sobra para una carretera secundaria). Puedes dejar que la caja de cambios PDK opere por sí misma o utilizar las levas para ir paseando por sus siete marchas según te plazca.
Porsche 918, 5
Rápidamente nos damos cuenta de que, en vías como éstas, el programa Sport y la transmisión en modo manual configuran el punto óptimo, ya que mantienen el motor permanentemente dándolo todo y el coche preparado para el máximo, listo para un salto en el tiempo, si se tercia. En cuestión de minutos, ganamos confianza (vale, el Porsche 918 es ancho, pero eso significa que tiene un agarre lateral inquebrantable en las curvas): la aerodinámica cumple su trabajo y las cuatro ruedas motrices hacen malabares con la fuerza para llevarla donde se necesita.
Básicamente, te hace sentir mejor conductor de lo que eres, permitiéndote frenar más tarde, mantener pisado el acelerador donde levantarías el pie si llevaras un 911 y cubrir distancias a un ritmo… bueno, más que decente. No te intimida, más bien te ofrece una diversión inimaginable.
Porsche 918, 6
La caja de cambios se maneja como un instrumento musical, golpeando las levas, sobre todo, para experimentar la gama de notas que ofrece el motor. Porque, honestamente, no importa la marcha en la que vayas: estarás continuamente nadando en fuerza. Los propulsores eléctricos pueden provocar que tu cabeza se eche hacia atrás cuando aceleres… aunque marches a 1.000 rpm en séptima.
Eso ocurre antes de que la mecánica empiece a galopar, emitiendo el aullido que esperas en un coche de carreras mientras se acerca al corte, situado en 9.150 rpm; el mundo se vuelve muy borroso. Lo que hace que todo cobre vida es el juego continuo entre la entrega de potencia eléctrica, casi de ciencia ficción, y la sensación orgánica del V8 atmosférico. Cada uno de los dos mejora el otro, así que todo parece innovador y futurista, pero tosco y pasado de moda al mismo tiempo.
Porsche 918, 7
El peso del Porsche 918 es alto, 1.685 kilos (1.640 con el pack de fibra de carbono Weissach), pero no modera su actuación: sólo la mitiga un poco, ayudándole a dar una impresión de mayor seguridad, de estar totalmente pegado al suelo. Lo cierto es, y jamás pensamos que escribiríamos esto, que podría utilizarse a diario.
Con una carga rápida por la noche, sería posible disfrutar cada mañana de ir al trabajo con él… sin contaminar. Y otra cosa: mientras sus proporciones parecen estratosféricas si viene hacia ti, pintado en plata y sin pegatinas ridículas, de verdad que no da tanto el cante. No, al menos, comparado con un McLaren P1 o con un Ferrari LaFerrari, por ejemplo.
Porsche 918, 8
Esa noche, tomando unas cañas, Matthias nos habla de una prueba interna de eficiencia. El Carrera GT y el 918 fueron conducidos durante 1.000 km, juntos, a velocidad idéntica y por la misma ruta. Al parecer, este último utilizó un 30% menos de combustible, a pesar de superar al GT en todas las cifras de prestaciones que se midieron. Ése es el ritmo del progreso.