El sucesor del Mustang con tracción delantera y sin motor V8 que llegó... Con otro nombre

Ford Probe de primera generación

En los años 80, el Mustang estuvo a punto de perder la tracción trasera y el motor V8. Así es como se planteaba un sucesor que acabó llegando al mercado, pero bajo el nombre de Ford Probe.

Cuando hablamos del Ford Mustang, nos imaginamos un deportivo con un motor V8 y tracción trasera. Sin embargo, hubo un coche llamado a ser el sucesor del Mustang con tracción delantera y sin motor V8 que finalmente no salió adelante, pero que llegó al mercado con otro nombre: Ford Probe.

Para conocer la historia de este deportivo, hay que retroceder a finales de los años 60 y comienzos de los años 70. Entonces, Mazda era una marca relativamente joven y estaba buscando vender acciones para seguir creciendo. Esto atrajo a Ford, que quería además ganar presencia en Asia. Así, se inició una relación entre marcas que duró varias décadas.

Los resultados de esto se empezaron a ver poco después, con camionetas como la Ford Courier norteamericana siendo una Mazda Serie B. Sin embargo, más adelante se fue más allá, con la compra de la firma del óvalo del 25% de las acciones para finales de los años 70. Así podrían crear coches más eficientes, algo esencial en unos años marcados por la crisis del petróleo.

Esta situación comenzó en la primera mitad de la década, pero se mantuvo durante años e incluso llegó a los años 80. Entonces, el público estadounidense buscaba modelos más eficientes, de manera que los muscle y pony cars perdieron popularidad, a la vez que algunos modelos japoneses entraron en el país con fuerza por sus bajos consumos en comparación con los americanos.

Todo esto hizo que Ford contratara a Toshi Saito como diseñador, quien debía a principios de los años 80 idear un nuevo Mustang que sustituyera al Foxbody y contara con tracción delantera, ya que este tipo de coches estaban ganando presencia en aquel momento. ¿El nombre interno de este futuro modelo? SN16.

Ford Mustang Cobra de tercera generación -Foxbody- (1979)
Ford Mustang Cobra de tercera generación -Foxbody- (1979)

Su base iba a ser la plataforma G de Mazda, nueva en aquel momento y utilizada para coches como el Capella y el 626. Ahora bien, un coche sin un motor V8 ni tracción trasera no cuadraba con lo que significaba el Ford Mustang y, si bien ahora se ha aceptado razonablemente bien a coches como el Mustang Mach-E, en aquel momento hubo una clara reacción negativa al respecto.

Por parte de Ford, John Coletti -director de SVT- expresó su disconformidad con la idea que pretendía llevar a cabo la marca, algo con lo que también coincidieron otros integrantes de la firma. Mientras tanto, los aficionados más fieles al icónico deportivo norteamericano tampoco estaban contentos y escribieron multitud de cartas a Ford Motor Company en cuanto se enteraron.

Esto último fue posible a raíz de un reportaje de la revista AutoWeek del año 1987, donde se adelantaban muchos de los detalles que tendría el futuro Mustang de 1989. Sin embargo, tras la reacción externa e interna que suscitó el proyecto, había que hacer un cambio de planes. Ahora bien, el coche ya estaba en desarrollo y no era viable abandonarlo por completo.

En la planta de Flat Rock (Michigan), donde ahora se fabrica el Mustang, ya se habían construido instalaciones para el ensamblaje del coche. De hecho, había un contrato entre Ford y Mazda que especificaba que la firma americana fabricaría un cierto número de coches sobre la plataforma de la japonesa. ¿La solución? Lanzarlo igualmente, pero como un coche complementario.

La decisión fue mantener el Mustang Foxbody unos años más, hasta el lanzamiento del SN95 en 1994. Mientras tanto, el que iba a ser el sustituto se vendería como el Ford Probe, nombre ya usado por la marca del óvalo en diversos concepts años atrás, entre los que se encontraba el que posteriormente sería el Foxbody.

El primer Ford Probe: faros escamoteables y motor turbo

El Ford Probe de primera generación se lanzó en 1988 y se caracterizaba por una idea que también siguió su sucesor: mecánica de Mazda y exterior de Ford. Todo lo que tenía que ver con el diseño e interior corría a cargo de la marca americana, mientras que la japonesa aportaba la base y parte de los motores.

En este sentido, la mecánica del modelo base era un motor Mazda de cuatro cilindros con unos 110 CV, mientras que el GT incorporaba un turbo que permitía alcanzar 145 CV. Eso sí, más adelante el modelo más deportivo recibió un motor Ford: un V6 Vulcan de 3 litros de 145 CV, pero con menos par.

Junto a estos motores, se ofrecieron cambios automáticos y manuales si bien el manual fue la única opción para el GT. Los modelos más modestos sí podían optar por un cambio automático, pero no era la opción más fiable. Con todo, el primer Probe no llegó a nuestras carreteras, pero fue un éxito y se mantuvo hasta el año 1992.

El segundo Ford Probe: más moderno y mecánica 100% japonesa

Para finales de 1992 y comienzos de 1993, la idea era lanzar una nueva generación de este deportivo que tan bien había funcionado en sus primeros años. Por ello, se pensó en crear algo que mantuviese las claves que ya se habían utilizado, pero que aportara una evolución clara. Esta vez, los motores serían completamente de Mazda, pero Ford realizaría un gran cambio en el diseño.

A cargo de esta tarea se designó a Mimi Vandermolen, una pionera como diseñadora de coches y alguien que ya había demostrado su valía con un gran éxito de las carreteras estadounidenses: el Ford Taurus. Aquel coche triunfó, en parte, por su revolucionario diseño exterior de líneas suaves y su habitáculo más ergonómico. Así, se vendieron sorprendentemente bien durante años.

Mimi Vandermolen, diseñadora responsable del segundo Ford Probe
Mimi Vandermolen, diseñadora responsable del segundo Ford Probe

Ford Motor Company

Con el resultado obtenido con aquella berlina, Vandermolen se puso manos a la obra con el Probe de segunda generación, el cual diseñó especialmente para el público femenino. Según pensaba, si era un coche más cómodo de usar para las mujeres, también lo sería para los hombres, de manera que se vendería mejor.

Con esto, no solo se diseñó un coche que mostraba un aspecto claramente más moderno que el de su predecesor, con líneas más estilizadas, sino que era un modelo que contaba con soluciones interesantes. Por ejemplo, se redujo la altura del frontal para mejorar la visibilidad, el techo se diseñó para que no te despeinara el aire y los botones de las puertas podían operarse con uñas largas.

Esto último lo comprobaron, al parecer, los diseñadores de la marca, que tuvieron que probar los botones mientras llevaban uñas postizas. Aun así, lo principal es que el producto final fue atractivo para compradores y medios especializados desde el primer momento. De hecho, fue seleccionado como el Coche del Año de la revista Motor Trend en 1993.

En el caso de esta generación, que sí se vendió en Europa, se podía encontrar en dos variantes. El modelo base montaba un motor de cuatro cilindros con unos 115 CV, mientras que el GT -24 V en Europa- utilizaba un V6 KLDE con 165 CV. Ambos podían montar un cambio automático de Ford que, de nuevo, no fue muy fiable, pero también se ofreció un cambio manual Mazda de cinco velocidades.

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Con esta última opción incorporada, el Ford Probe V6 podía pasar de 0 a 100 km/h en poco más de 7 segundos, lo que no estaba nada mal. Además, ofrecía una dirección rápida y suave para la época, así como un sonido espectacular de su motor. En general, era un coche razonablemente rápido y cómodo, aunque su gemelo Mazda MX-6 tenía una puesta a punto algo más deportiva.

En Europa, este modelo se ofreció con unas variantes y equipamientos que daban poca elección, pero en Estados Unidos se añadieron varios accesorios, así como diversas variantes estéticas. Por ejemplo, en 1997 se podía comprar el Probe GTS, que añadía detalles como unas bandas decorativas en la parte superior del coche.

Ford Probe de segunda generación

Ford Motor Company

Aquel año fue el último de producción de este modelo, además, que ya no estaba vendiéndose tan bien. Tras un leve restyling que cambió elementos como su trasera para montar unos pilotos unidos, el deportivo americano-japonés se mantuvo a la venta algunos años, pero se decidió parar su producción en 1997.

Tras ese momento, Ford decidió no lanzar una tercera generación, si bien hubo un sucesor que tendría otro nombre. Se trataba del Ford Cougar -Mercury Cougar en EE.UU.-, que se basaba en la plataforma del Ford Mondeo, pero que no era lo mismo. Así, acabó en los 90 la historia del Ford Probe, el sucesor fallido del Mustang que pudo encontrar un éxito propio.