Prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-X- potente sí. Deportivo, no

Prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-X

No todo el mundo va a fuego

Lo que tiene que quedar claro es que el Mazda CX-30 de esta prueba no es un coche especialmente rápido a pesar de contar con una cifra de potencia que se podría definir como considerable. Pero eso no quiere decir que estemos ante uno de esos coches que venden mucho humo. 

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En realidad, el Mazda CX-30 con el motor Skyactiv-X es un buen coche, con fuerza suficiente, pero al que hay que saber (o querer) entender.

Mazda: rightsizing, no downsizing

Porque, para comenzar, te pones al volante de un modelo con un motor 2.0 atmosférico. A principios de los años 2000 era la opción por defecto de la berlina media, el típico coche de tus padres de tres volúmenes, probablemente granate o gris oscuro, con tapacubos y potencias en torno a los 120 CV. 

Pero las cosas han cambiado bastante. Es complicado encontrar un bloque que no reciba la ayuda de algún tipo de compresor (lo del color granate ya lo dejamos para otro momento), y todos nos hemos acostumbrado a conducir modelos con turbo: nada antes de las 2.000 vueltas, todo hasta poco más allá de las 4.000. Y eso si llegas tan arriba.

El los últimos años, sin embargo, hay una marca que se resiste a las tendencias mayoritarias y, como la aldea gala de Asterix, apuesta por su propio camino, que tampoco está claro que sea el correcto... bueno, ni el equivocado. 

Evidentemente, ellos sí piensan que van por la buena senda: hablan siempre de rightsizing en lugar de downsizing. Es decir, que utilizan un motor del “tamaño adecuado”. Estas palabras no son mías, sino que las repite constantemente la gente de la marca como un mantra al que agarrarse.

En marcha: suavidad es lo que define al CX-30

Durante la prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-X tengo muy presente que, en un uso diario, las diferencias en prestaciones entre un CX-30 de 122 CV y este de 180 pasan desapercibidas. Ocurre lo mismo que con cualquier TSI, por ejemplo: si vas tranquilo, no vas a echar en falta más. 

Pisa a fondo en sexta a 80 y tardarás en llegar a la velocidad que quieres más de lo acostumbrado. Seguramente desearás algo más de par, y es que una de las ventajas que tienen los motores turbocomprimidos es precisamente esa, que salen desde muy abajo. 

Al menos el Mazda tiene una palanca de cambios de manejo tan agradable que no te de pereza utilizarla siempre que puedas. Y es que en este coche la usabilidad cobra una importancia especial. En Hiroshima quieren desarrollar coches plug and play, de los que te montas y te vas, sin que tengas que estar buenos ratos hasta que estás cómodo. Sin complicaciones.

Mazda quiere hacer coches fáciles de conducir, como el MX-30 de esta prueba

Y lo cierto es que lo han conseguido. Entra en su agradable interior, presiona el botón de arranque, mete primera y sal a la carretera. En marcha te puedes deleitar con un sistema de infotainment que, sin duda, podría ser más vistoso, pero que no tiene pantallas táctiles.

Solo con eso ya se me ablanda el corazón. Por eso probablemente intento fijarme en detalles que en otros modelos no me llaman la atención como la buena legibilidad de los relojes (una gran pantalla digital hace de velocímetro, pero sin grandes aspavientos ni toneladas de información de colores brillantes martilleándote la córnea.

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También, una de las cosas que más me gusta del Mazda CX-30 que se lanzó en 2019 es la disposición de controles y salpicadero en tres niveles: climatizador, infotainment, pantalla.

CX-30: no busques ir a por el récord del tramo

Pasemos a la carretera para empezar la prueba como tal. El CX-30 Skyactiv-X es un coche potente, pero no deportivo. Aunque su consumo suele ser contenido en uso normal, se puede ir bastante más allá de los siete litros (a pesar de contar con la ayuda del sistema que lo convierte en mild hybrid) si quieres pasarlo bien subiendo el ritmo, ya que tendrás que superar la barrera de las 5.000 vueltas que es cuando el cuatro cilindros empuja con garra.

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Algo menos de esto último me encuentro en la puesta a punto del chasis. Las suspensiones relativamente firmes a ritmo moderado y la dirección de peso casi ideal cuando lo usas con tranquilidad (que por otro lado es para lo que está pensado), se muestran incómodas cuando exiges un apoyo fuerte o una trazada con curvas enlazadas: el tren delantero se vuelve algo impreciso y la dirección se solidariza con él. Al menos su comportamiento es noble y te trata con mimo en todo momento.

Pero, ¿sabes qué? Acabo la prueba del Mazda CX-30 Skyactiv-X con buen sabor de boca. Porque todo esto es algo que se le puede perdonar: esas situaciones están claramente fuera de su zona de confort y dudo mucho que alguien llegue a eso. Sin embargo, los que quieran un SUV de este tamaño bonito y agradable de conducir, acertarán de pleno.

Etiquetas: SUV, SUV compacto