Viejas glorias: Suzuki Samurái

Es imposible que no te guste. IM-PO-SI-BLE.

Fuente: Wikipedia

¿Quién no recuerda el cuadradísimo y pequeño Suzuki Samurái? Por aquí solemos mencionarlo bastante, ya que, como precursor del Jimny (bueno, con matices… ahora lo explicamos), es uno de nuestros vehículos favoritos: un TT de verdad, diminuto, pero muy solvente en situaciones en las que todo terreno más grandes palidecerían, robusto, simpático… y con una potencia (tenía motores de 45 a 70 CV) justísima en carretera. Estaba hecho para el campo y se notaba: el asfalto no era lo suyo. Por eso es tan auténtico…

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En realidad, el Samurái nació como Jimny en el mercado japonés, pero en otras regiones adoptó una enorme variedad de nombres. Aquí incluso fue Santana Samurái, que es en el que vamos a centrarnos; se trata de la versión SJ410 del modelo, que ya iba por su segunda generación.

Se construía en la planta que la empresa española poseía en Jaén y se vendía como vehículo ‘europeo’, ya que el 60% de las piezas eran locales; de esta forma se evadían los límites a la exportación de coches nipones. Se manufacturó en sus versiones de carrocería corta (como un dos puertas con techo desmontable o comercial), tres puertas largo y furgoneta.

Los Samurái españoles tenían una amortiguación más suave que la de sus parientes orientales, con el fin de aumentar la comodidad en la carretera, y colores combinados en el habitáculo, donde también había asientos de tela y moqueta en el suelo: estaban destinados a aquellos que no iban a utilizar el vehículo exclusivamente para hacer excursiones campestres.

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En 1990, el modelo recibió una serie de modificaciones y empezó a conocerse como Samurái Mil, debido a su motor 1.0. Ocho años más tarde, recibió una nueva parrilla y paragolpes, desarrollados específicamente para los consumidores europeos, y Santana se atrevió con una versión que incluía el propulsor 1.9 turbodiésel de 65 CV, con una velocidad máxima de 130 km/h. La producción española del Suzuki/Santana Samurái terminó en 2003… pero para entonces ya teníamos el Jimny que nosotros conocemos. Alabado sea.

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