Ford Fiesta ST, Renault Clio RS y Peugeot 208 GTI: ¡Batalla histórica!

Tres compactos deportivos para disfrutar de la carretera

Los compactos deportivos son una opción sensacional en relación calidad-precio para disfrutar de la carretera y una buena conducción. Hay varios niveles, pero hoy nos vamos a centrar en una batalla que tuvo lugar hace años entre las apuestas de Ford, Renault y Peugeot.

Un buen compacto deportivo demuestra su potencial en Nürburgring

El Ford Fiesta ST, el Renault Clio RS y el Peugeot 208 GTI ofrecieron unas opciones geniales por poco más de 20.000 euros. Diferentes entre ellos, pero nacidos para recorrer las carreteras de montaña y hacer disfrutar a sus pilotos como nadie.

Un vistazo atrás en el tiempo entre tres pequeñines endiablados

Peugeot 208 GTI.
Peugeot 208 GTI.

Allá por el año 2013, TopGear reunió en su revista a estas tres bestias de asfalto para, bueno. Para una de esas pruebas tan nuestras. Un enfrentamiento a través de cerradas curvas con los coches rozando los límites y mordiendo alguna que otra cuneta.

El Peugeot 208 GTI resultó realmente curioso. Unos inicios de modernidad con una pantalla no muy resuelta y un interior con una posición de conducción diferente a todo lo demás: volante bajo, panel de instrumentos bajo... Pero lo que de verdad impresionó fue su su motor 1.6 THP de 208 CV. Desarrollado conjuntamente con BMW, no era de un gran carácter, pero iba muy, muy fino.

Un manejo coherente. El coche asienta bien y se siente ligero. Le falta empuje en bajo régimen de revoluciones, pero arriba del medidos es un espectáculo. Sin embargo, parece que los otros contendientes pueden estar incluso mejor posicionados.

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Renault Clio RS.
Renault Clio RS.

El Renault Clio RS de la prueba no tenía ni pies ni cabeza en cuanto a diseño. Pintura amarilla con detalles interiores en naranja, algún rojo perdido por ahí... En fin, dejémoslo en minucias, porque la belleza está en el interior (el motor), ¿no?

Las normativas anticontaminación lastraron evidentemente a este nuevo Clio RS en comparación a su brutal predecesor con el motor V6 de 2,0 litros atmosférico. Ahora, la unidad 1.6 turbo lleva la batuta junto a un cambio automático con levas en el volante. Normal, ya que por aquel entonces el DSG de Volkswagen ya era todo un triunfo.

El coche se queda en un breve quiero y no puedo, seguramente porque su anterior versión fue sublime. Por poner en contexto, no un diferencial autoblocante en el eje delantero. Usa la electrónica y el ESP para bloquear la rueda delantera interior en curva e intentar meter el coche a la dirección. Bien, pero con algo de desconfianza.

El Clio RS 200 es rápido como un diablo, con un 0 a 100 km/h inferior a los 7,0 segundos, pero falta vida. Algo le falla. Pocas cosas, aquí y allá. Pero varias en conjunto. Y le pesa mucho la historia de Renault. Quiere ofrecer una experiencia normal para el día a día y también deportiva. Pero el que mucho abarca, poco aprieta.

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Ford Fiesta ST.
Ford Fiesta ST.

El Ford Fiesta ST es uno de esos coches cuya belleza no reside en el habitáculo, desde luego. Su consola central, estilo teléfono de hace dos décadas, deja que desear. Una pantalla tan pequeña que es mejor ni mirarla, plásticos resistentes pero poco lúcidos... Pero tiene algo que te dice: 'Eh, tú. ¡Condúceme!'. Dicho y hecho.

El downsizing atacó de nuevo a su motor, que pasó de un 2,0 litros a un bloque EcoBoost 1.6 turbo. Con 25 CV menos que el Renault Clio, pero con un breve overboost en algunos momentos que lo elevan hasta poco más de los 200 CV.

Suspensiones mejoradas con un altura 15 mm más baja, refuerzos de chasis... Mucho más ruidoso (en todos los aspectos) que el Peugeot 208 GTI y menos cómodo de conducir que el Renault Clio RS, pero con una respuesta nítida y fiable en la dirección.

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Renault Clio RS.
Renault Clio RS.

Posee una conducción robótica, que la gente que rueda en circuito sabe que proporciona la mejor experiencia. No piensas porque no hay nada que calibrar. Aceleras, frenas, giras, reduces, cambias... El coche entra y sale bien de cada escollo. Y eso es lo genial de este coches: es coherente en su baile sobre el asfalto.

Sales del Clio desconcertado, del Peugeot lo haces admirando algunos de sus puntos de rendimiento y diseño. Y del Ford Fiesta ST sales pensando en volver a subir para otro buen rato de conducción. Esa es la diferencia esencial entre estos coches. 

El Ford fue, en su momento, el más barato de los tres y el más divertido de conducir. Una pequEeña genialidad cuyo interior no era precisamente genial y con una reacción al tirar de freno de mano algo... Bueno, no sabemos si quiera si eso era una reacción. Pero se perdona. Fueron otros tiempos, y lo que te produce al conducirlo eclipsa audazmente al resto.