Toyota Origin: el clásico que saltó al siglo XXI con puertas suicida y un motor 2JZ

Toyota Origin

¿Habías oído hablar de él?

Puede que lo que estás viendo en la imagen te parezca extraño. De hecho, es uno de los coches más raros y exclusivos de Toyota. Se trata de un sedán de edición limitada que se vendió entre el 2000 y el 2001, concebido para homenajear a uno de los modelos más importantes de la compañía. Así era el Toyota Origin.

A finales de los 90, la marca superó la cifra de 100 millones de vehículos fabricados en Japón. Esto supuso un hito y pensaron en hacer algo especial para celebrarlo. Así, se les ocurrió lanzar un coche especial que recordara al Crown, una de sus creaciones más importantes. Fue lanzado a mediados de la década de los 50 y aún sigue a la venta, tras múltiples evoluciones.

Aquel coche fue y es una referencia en Japón, por lo que era la elección perfecta. Así, se pusieron manos a la obra para fabricar un automóvil moderno, pero con el estilo y algunas características de aquel clásico japonés. Quisieron lograr el mejor resultado posible, de manera que incluso trabajaron en él los artesanos encargados del Century, la berlina más lujosa de la marca.

En general, el Toyota Origin se fabricó con tecnología moderna, pero combinada con tareas artesanales para asegurar el mejor acabado. Esto cobró una mayor importancia en aspectos como el ensamblado de las piezas y el tratamiento de la pintura, con un acabado lacado.

Así vio la luz este peculiar modelo, cuyo diseño estaba evidentemente influenciado por el del Crown de 1955. Por ejemplo, los faros eran redondos y la parrilla delantera tenía un diseño similar a la original. Esto, junto a los detalles cromados en los paragolpes y las llantas, aportaba un aspecto clásico.

En el interior, por otra parte, la atmósfera era más moderna. La disposición era similar a la de otros modelos que Toyota ofrecía en aquel momento, pero se añadieron toques más lujosos. Por ejemplo, la tapicería era de piel y se podían encontrar detalles de madera, que era elegida por el aspecto de sus vetas. 

En esta imagen del catálogo del Origin, podemos ver cómo se disponía el puesto de conducción.
En esta imagen del catálogo del Origin, podemos ver cómo se disponía el puesto de conducción.

Eso sí, también había aspectos modernos en el habitáculo. Por ejemplo, se colocó una pantalla de 7” para el sistema de navegación, pero que también aportaba información de aspectos como las emisoras de radio. Asimismo, se incluyó un sistema para el control de crucero que detectaba a otros vehículos de la vía, modificando la velocidad del Origin en función del tráfico.

Además de esto, Toyota decidió incorporar otros puntos interesantes en este coche. Uno de ellos eran sus puertas. En otra referencia al Crown original, se decidió que era necesario montar puertas de estilo suicida, algo que ya no era común en el automovilismo y que le aportaría un toque diferenciador.

Y bajo el capó, un motor 2JZ

Con todo, la firma japonesa ya tenía algo muy especial entre manos. Eso sí, aún faltaba otro detalle por concretar: la mecánica. Dado que este era un modelo que debía representar lo mejor del fabricante, se decidió que bajo el capó se situaría un motor 2JZ

Puede que conozcáis este bloque porque es el que se encontraba en el Supra A80, pero esta no era la versión con turbo, que es la más codiciada. Se trataba del 2JZ-GE, que montaron también el Aristo y el Crown, entre otros. Se caracterizaba por su buena respuesta y su fiabilidad, así que era la elección correcta para el Toyota Origin.

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Con este propulsor de 6 cilindros en línea y 3 litros, la potencia era de unos 212 CV, la cual se transmitía a las ruedas traseras mediante una caja automática de cuatro relaciones. Así, esta mecánica debía mover sin problemas un coche de 4.560 mm de largo, 1.745 mm de ancho y 1.455 de alto, con un peso de 1.560 kg.

De esta forma, se desarrolló la receta para este peculiar modelo, que acabó siendo uno de los más exclusivos. En un primer momento, se concretó que se fabricarían solo 1.000 unidades del Toyota Origin, pero se dice que realmente fueron unas 1.073. Cada una se vendió por 7 millones de yenes, que equivalen a unos 55.000 euros en la actualidad.