7 hechos insólitos que solo han sucedido (y sucederán) en el GP Mónaco F1

Mónaco 1950

Javier Prieto

La cita en Montecarlo encierra algunos sucesos únicos e irrepetibles en la Historia de la F1. Desde olas que invaden la pista hasta coches que caen al mar o piñazos del coche médico o atropellos del safety car. Mónaco is different.

La Categoría Reina representa el vértice en la pirámide de la vanguardia de la tecnología. Sin embargo, esa (supuesta) perfección ha vivido en el Circuito de Montecarlo algunos anecdóticos deslices.

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La cosa va de 7 hechos insólitos que solo han sucedido en el GP de Mónaco F1. Sí amigo, han existido sucesos que se han saltado a la torera la cuadrada disciplina de los ingenieros. El factor azar se come, en ocasiones, los cálculos y las previsiones matemáticas del Gran Circo.

El protagonismo de los grandes récords y las míticas gestas vividas en las calles del Principado, hoy deja paso a otro tipo de plusmarcas históricas. Y es que la carrera en el país de los Grimaldi también nos ha regalado algunos hechos auténticamente asombrosos. Como allí todo es único y especial, los acontecimientos que te presentamos no se han repetido en ningún otro trazado del Planeta Motorsport.

 Todo lo que debes saber del GP Mónaco F1 y su Circuito

Abróchate el cinturón porque arrancamos. Solo prometemos unas cuantas curvas de diversión y una recta hacia la originalidad. O al menos esa es nuestra humilde pretensión. Si no crees que todo resulta posible en Mónaco, mira el vídeo que figura bajo estas líneas. Solo se trata de un pequeño aperitivo de lo que te espera en este post.

1950: Una ola de mar en la carrera

No, no has leído mal el titular de este epígrafe. Describe exactamente lo que aconteció en la primera edición del GP de Mónaco F1 1950. Durante la vuelta inicial de la segunda carrera en la historia del Mundial de la Categoría Reina, una ola del mar invadió la pista.

Sucedió en la curva Tabac. Imagínate la que se lió. Menudo estreno de la competición monegasca. Desconocemos si algunos peces también visitaron el asfalto. La combinación del agua del Mediterráneo con el aceite de los bólidos convirtió la pista de velocidad en una de hielo.

 

 

Afortunadamente todo quedó en un susto. Varios toques, algunos coches fuera de combate y poco más. Ese día el argentino Juan Manuel Fangio, subido al Alfa Romeo 155 nº 34, inauguró su legendario palmarés de 24 victorias en el Gran Circo. 

 

1955: ¡Hombre al aguaaaa!

El 22 de mayo de 1955, o sea transcurridos cinco años del marítimo incidente, el 'líquido elemento' volvió a ser protagonista en Montecarlo. En el giro 80 de 100, Alberto Ascari 'pisó' una mancha de aceite del Mercedes de Stirling Moss. Y acabó sumergido en las aguas del puerto con su Lancia dorsal 26. 

No se trató de un test crash acuático, sino de la primera prueba empírica de que los monoplazas carecían de propiedades anfibias. Por suerte, el italiano se salvó de las garras de Poseidón... de milagrito,

Sobrevivió a un impacto brutal, aunque su bólido cogió reuma, debido a la humedad. Sin embargo, el cruel destino quiso que el campeón del mundo 1952-1953 falleciera cuatro días después. Sufrió un espeluznante accidente a bordo de un Ferrari que estaba probando en Monza. La zona del autódromo fue bautizada en su honor con el nombre de Variante Ascari.

1965: Monoplaza 'anfibio' 

Parece ser que eso de zambullirse en el mar de Montecarlo con un monoplaza se puso de moda en aquella época. No hay otra forma de entender que una década después del chapuzón de Ascari, otro colega le emulara. El australiano Paul Hawkins se dio un buen baño al perder el control del Lotus-Climax número 10 en la vuelta 79 del Gran Premio de Mónaco de 1965.

 

 

San Cristóbal, que estaba echando hora extras por allí, le sacó del lío. Como desgraciadamente era habitual por aquel entonces, perdió la vida solo 4 años más tarde mientras competía en una prueba de Sport Car en Inglaterra. Por cierto, nunca más un corredor de la F1 ha terminado en las aguas de ningún océano. No digas que no es un dato curioso.

 

 

1982: ¡Uno, dos, tres, cuatro y cinco líderes en la última vuelta!

La edición de 1982 tuvo uno de los desenlaces más locos que se recuerdan en la Costa Azul. A poco más de un giro para el final, Alain Prost comandaba el grupo. Acariciaba él éxito. Sin embargo, se estampó a bordo del Renault nº 15contra la protecciones en la zona del puerto. Adiós a sus pretensiones. 

Favorecito por el piñazo del galo, Ricardo Patresse heredaba la privilegiada posición. Soñaba con la victoria... hasta que hizo un trompo,calando su Brabham-Ford número 2. Inmediatamente, Didier Pironí, heredó el primer puesto. Sin embargo, su Ferrari se quedó sin gasolina en el túnel. Cuarto líder... que se despedía del champán.  

     

Llegó el turno de Andrea de Crashseris. Se sentía vencedor a pocos metros de la bandera a cuadros. Pero su Alfa Romeo se detuvo con el mismo problema que el coche de Pironí. El irlandés Derek Daly fue el siguiente en la que parecía maldita cima de la carrera. Ya divisaba la meta, cuando su Williams-Ford #5 se detuvo a ¡300 metros! por un problema en la caja de cambios.

¿Y quién se llevó el triunfo? Patrese. ¿Pero no había trompeado y calado el coche? Sí, pero los comisarios de pista le empujaron. Gracias a esta ayuda, pudo poner el coche en marcha aprovechando la inercia en la bajada que desemboca en el túnel. ¡Qué locura de desenlace... y además verídica al 100%!

 

1995: Arrollado por ¡el coche de seguridad!

Taki Inoue, autoproclamado el peor piloto en la Historia de la F1, siempre tuvo un talento sobresaliente para... ir más lento y ser arrollado por los problemas en la pista. A pesar de su corta -y lamentable- andadura en el Gran Circo, el ínclito japonés tuvo tiempo de depurar su desastrosa técnica. Así lo demostró en el GP de Mónaco de 1995.

El nipón recibió un fuerte impacto del safety car después de que su Footwork-Hart nº 10 sufriera una avería en el giro 27. Tiene tela que fuera el coche de seguridad el que se estampara contra su monoplaza. Taki, todo un samurái o kamikaze, solo sufrió leves heridas de guerra.

No es cuestión de reírse (mucho) del oriental, pero tres meses después de esa heroicidad, se lo llevó por delante otro vehículo de asistencia en el GP de Hungría de 1995. Acabó con una pierna rota, aunque se ganó las carcajadas de medio mundo.

Los genios, a veces son algo incomprendidos. Por cierto, desde entonces vive en Montecarlo donde regenta una escuela de pilotos. A través de su sabiduría les explica a sus alumnos todo lo que no se debe hacer nunca para ser un buen corredor. ¡Qué crack!

 

1996: Increíble ganador en la carrera más caótica 

Antes del GP de Mónaco F1 de 1996, nadie daba un duro por un tal Olivier Pannis. El francés jamás había ganado una carrera y nada hacía presagiar que lo fuera a conseguir en el trazado más complicado y técnico del calendario. Sin embargo, los juguetones duendes del Principado se aliaron con la cambiante climatología y encumbraron a la gloria al francés de Toyota. La carrera se fue tragando uno tras otro a todos los rivales.

Problemas mecánicos, leñazos y todo tipo de de los rivales le dejaron el camino libre. Solo cruzaron la meta 4 coches, aunque los finlandeses Salo y Hakkinen se clasificaron quinto y sexto, de los 26 que tomaron la salida. Y el primero de ellos, el Ligier-Mugen-Honda JS43 número 10 de Pannis. Todavía se sigue preguntando cómo llegó a subirse al primer cajón del podio tras arrancar el 14º. Nosotros, también. Evidentemente, jamás repitió esa heroicidad.

2.000: Piñazo del ¡medical car! y varias costillas rotas 

Como cualquiera que se estrena en un nuevo trabajo, el ex piloto de F1 italiano Alex Ribeiro, estaba como un flan ese sábado. Se puso al volante del medical car con esa sonrisilla nerviosa que precede a la tormenta.

El día de autos, la sesión práctica del GP de Mónaco F1 del sábado prometía emociones fuertes. Y las hubo. El novato Ribeiro estampó el Mercedes C55 AMG contra las barreras en Tabac. El topetazo puso los pelos como escarpias.

Pudo reemprender la marcha y sin un rasguño salvo, aunque no así su copiloto. El Profesor Sid Watkins, el galeno de la FIA desde que Bernie Ecclestone tenía el pelo negro, acabó con tres costillas rotas. El Mercedes, que tenía un impacto bestial en la parte delantera derecha, acabó en el desguace. Y ojito, que aquel modelo era un tanque.

Ese pequeño error de debutante no desanimó a Ribeiro. Es más, siguió demostrando su pericia al volante del coche médico. En el GP de Brasil de 2002 abrió la puerta de su vehículo de trabajo para que se la llevara por delante el BMW-Sauber de Nick Heidfeld. Dicen que él no tuvo la culpa. Pero el efecto Ribeiro siempre planeó sobre el suceso.

2006: Kimi y su yate

Ya sabes la devoción que tenemos por las Raikkonadas de Kimi. Pues en el GP de Mónaco F1 de 2006 nos deleitó con una de las más auténticas. Iceman casi se derrite al ver que su McLaren-Mercedes MP4-21 comenzaba a arder en la vuelta 50. Tuvo que retirarse, pero no regresó al box.

Como llevaba un cabreo de mil demonios, se marchó directamente a su yate. Allí le esperaba una buena compañía y unos refrescos. No digas que este tipo, admirador de James Hunt, no es auténtico y genial. Cuanto le echaremos de menos el día que se retire.

Bueno, aquí finalizan los 7 hechos insólitos que solo han sucedido en el GP de Mónaco F1.

Imagen portada: Desconocemos el autor.

Etiquetas: F1, Mónaco, Curiosidades