Hemos viajado al TT Isla de Man: el Olimpo del motociclismo

Así ha sido la experiencia de asistir al evento patrocinado por Monster Energy en la isla del Mar de Irlanda

Para hablar, leer u opinar del TT Isla de Man, es momento de dejar de lado todo aquello que creéis conocer sobre la competición. Y, sobre todo, los prejuicios. Haber podido presenciar con mis propios ojos lo que se vive en Isla de Man ha sido un choque de realidad... Muy positivo.

Fabio Quartararo: "Correr el TT Isla de Man es lo peor que puedes hacer"

Es momento de hablar de lo que significa el TT Isla de Man, de las gentes de su territorio, de sus paisajes, las experiencias y la afición por el motor (indistintamente por motos y coches). Este Tourist Trophy va más allá de las carreras y del motociclismo. Es todo un mundo por descubrir, y es increíble.

"Si no te gusta lo que hacemos, sale un barco cada media hora"

Castillo de Peel, al oeste de Isla de Man.
Castillo de Peel, al oeste de Isla de Man.

Banzai Motorsport

Esto es lo que reza el cartel que te recibe en Douglas al bajar del ferry de Liverpool. Yo, por suerte, tuve la opción de aterrizar en avión e irme haciendo a una idea de lo que era la isla desde el cielo. Al pisar tierra, lo primero fue coger un taxi y, sin pensarlo, ir a ver las carreras.

El taxista es de la República Checa, y viste con una camiseta del TT Isla de Man. Lleva varios años en el territorio, y está enormemente contento de la vuelta de la competición. Es un impulso extraordinario para esta tranquila isla de grandes praderas y curiosos pueblos.

La carretera está llena de motos. Se cuentan por cientos, incluso miles. Por cada coche, debe haber 10 motos, de las cuales la mitad son modelos BMW S1000RR, Honda CBR 1000RR, Yahama R1, Ducati Panigale V4 o Aprilia RSV4. No falta afición por las deportivas, desde luego.

Pronto llegamos a nuestro destino: ni más ni menos que la curva de Bray Hill. Aún no hay motos en pista, y todo está en calma. La carretera serpentea desde una gran bajada hasta una subida a través de una buena curva rodeada de casas, bordillos, farolas, muros...

Moto del Supersport TT a más de 260 km/h en Bray Hill, en la subida tras la curva a derechas.
Moto del Supersport TT a más de 260 km/h en Bray Hill, en la subida tras la curva a derechas.

Banzai Motorsport

Estoy en lo alto de un muro, en la parte exterior antes de la entrada a la curva. Pronto, se comienzan a escuchar escapes a lo lejos, amplificados por la megafonía. El helicóptero del evento aparece, y como un rayo de luz, fugaz e indescriptiblemente rápido, tres superbikes atraviesan la zona y se evaporan en apenas un segundo.

Mi cara se descuadra por completo. El fin de semana anterior asistí al Gran Premio de Catalunya de MotoGP. Pude hablar con pilotos como Quartararo, Mir o Morbidelli sobre Isla de Man. Pregunté a espectadores claramente posicionados en contra, y observé a centímetros las máquinas del Campeonato del Mundo rodar sobre Montmeló

Nada de ello podía acercarse mínimamente a lo que presencié en Bray Hill. Ninguno de los vídeos o fotografías hacen justicia al escalofrío que supone ver a estos pilotos bajar la carretera y tomar la curva a 270 km/h, entre casas con sus propietarios tomando el café en las ventanas.

Después de varios minutos presenciando el evento, no pude evitar llorar. No fue de tristeza, desde luego. Fue de emoción. Carteles de Monster Energy, de Motul, Dunlop, protecciones en los muros, aficionados con vestimentas del Tourist Trophy, equipaciones de equipos, el #46 de Valentino Rossi aquí y allá... Lloré, y fue de felicidad y del impacto que me supuso la realidad.

Los maneses: claros defensores de su historia, su cultura y el motociclismo

Michael Dunlop, en la línea de salida con su Supersport TT..
Michael Dunlop, en la línea de salida con su Supersport TT..

IOMTT

En aquella curva, mientras grababa algún que otro vídeo, se me acercó un hombre que me había escuchado hablar. "¡Eres español eh! Y qué joven, ¿Cuántos años tienes, chaval?", me preguntó. Él tenía unos 50 años, con una chaqueta del TT Isla de Man y visiblemente ilusionado. Su nombre es Fredrik L., residente en Man. Contesté que efectivamente, tengo 25 años.

"Es fantástico ver gente joven de otros países aquí. Hoy en día a la gente de vuestra edad no le suelen gustar estas cosas, y menos esta carrera", comentó. Me impresionó lo abierta que es la gente de la isla, dispuesta a hablar y conversar sin problemas. Fue momento de preguntarle, sin dilación, por el 'por qué' la gente cree que esta carrera es una locura.

Guía del TT Isla de Man 2022: ¡Todo lo que necesitas saber!

"Las muertes... Afectan, desde luego. Es algo que está ahí, y no es fácil de llevar nunca. Pero nadie obliga a ningún piloto a correr aquí. Viene gente de otros países o de la misma Isla para competir por ser los mejores. Esto es motorsport de la vieja escuela, simplemente", dijo defendiendo su postura.

"Además, lo bello de este deporte es lo que rodea a la carrera. La gente es amable. Si te chocas con alguien, se gira para pedirte disculpas y tú a él. Todo el mundo habla, se toma una cerveza y ríe o se ayuda con lo que sea" 

"Y como aquí, en cualquier deporte del motor. Es muy diferente a, por ejemplo, el fútbol", continuó. Pronto, surgió el tema económico. Es inevitable y algo intrínseco a todos estos eventos. No cabe duda de que este pequeño trozo de tierra con 85.000 habitantes, lo agradece.

La afición observa el Tourist Trophy en las pantallas de la zona habilitada por Monster Energy.
La afición observa el Tourist Trophy en las pantallas de la zona habilitada por Monster Energy.

IOMTT

Tanto Fredrik L. como tantos taxistas y vecinos de los pueblos cercanos a Douglas, estaban deseando el retorno del TT Isla de Man. "Llevamos dos años de pérdidas donde el trabajo ha sido complicado. Este TT nos da mucha vida, y es muy importante para nosotros. Nos encanta recibir tanta gente todos los años", me comentó un camarero en la capital.

En Port St. Mary pude cenar el primer día en un restaurante italiano llamado Andrea's que os recomiendo encarecidamente. La pizza y la lasaña estaban espectaculares, y el hombre nos atendió tarde, pese a las horas de nuestro inocente horario de comidas español.

Me percaté de un cuadro en la pared de Valentino Rossi, con varias fotografías de su época en Fiat Yamaha. Estaba firmado, y pregunté a Andrea por él. Rossi estuvo en aquel restaurante cenando en 2009, cuando dio aquella vuelta de exhibición en el TT Isla de Man de aquel año. Lo muestra con orgullo. Aquí todo el mundo ama las motos y la competición. Un pedazo de historia.

Esa historia hace que lleguen aquí más de 50.000 personas (muchas ellas con sus propias motos) para ver correr a sus ídolos y visitar los enclaves turísticos de la isla, que os aseguro que no son pocos. El caso es disfrutar de tu moto o tu bólido en compañía de parejas, familia o amigos. 

Bólidos porque sí, también hay muchísimos. Desde viejas glorias que pude ver como un BMW M3 E30 o un Mitusbishi Lancer EVO VIII hasta modernas máquinas como el Audi R8, Nissan GT-R o algún que otro Ferrari en la lejanía.

Españoles tampoco faltan, y es una alegría encontrarlos. Recorriendo al día siguiente el circuito durante la jornada de open roads, conocí en el pequeño pueblo de Pill a unos jóvenes que habían llegado con sus motos cruzando el canal de la mancha y cogiendo el ferry en Liverpool. A eso lo llamo yo pasión.

"Esto es una pasada. Y es voluntario, básicamente. A nadie le obligan a venir. En esta carrera, sabes a lo que vas, y estás participando en la historia básicamente", comentó uno de los chicos del grupo.

"Nosotros hemos venido a disfrutar del ambiente, de la isla... Las carreras están ahí, pero no lo son todo", dijo otro. No pude evitar hacerles la misma pregunta que le hice a Quartararo. Quería saber si correrían, y la respuesta suele ser bastante unánime con todo el mundo.

"No, ni de coña. Por los caminos y las carreteras, el paisaje, todo tan bonito... Vas con calma y a tu ritmo, y mola. Y vemos a los demás correr", concluyeron entre risas. Eso sí, destacaron que son de los pocos jóvenes que hay por aquí.

La mayoría de aficionados que vienen de fuera suelen ser adultos, entrados en buena edad. Quitando a los adolescentes y jóvenes de la isla, no es común ver extranjeros entre las edades de unos 20 a 30 años. La experiencia es memorable, aunque no faltan las penurias. Llevar equipaje para dormir o acampar en motos R durante miles de kilómetros, es toda una hazaña.

La competición está llena de detalles, y la ruta aún más

John McGuinness reza sobre su moto antes de una de las carreras.
John McGuinness reza sobre su moto antes de una de las carreras.

IOMTT

En la capital, Douglas, se encuentra el punto de salida y llegada de los pilotos. Justo entre Bray Hill y The Nook. El pitlane está junto a un gran edificio cuya fachada escalonada hace las veces de grada con una gran torre de control.

Detrás se encuentra un inmenso parque que hace las veces de paddock. Allí están todos los camiones de los equipos, sus carpas, garajes, los pilotos... Y por supuesto, la enorme zona para los aficionados que Monster Energy acondiciona de una manera sensacional.

Una amplia pradera rodeada de puestos de comida, venta de recuerdos, merchandising, un escenario para conciertos y algunas pantallas para poder seguir de cerca la competición. Pero esta es la vista bonita, agradable.

De vuelta al pitlane, si miras al otro lado de la pista, te encuentras con el Douglas Borough Cementery, el mayor cementerio de la Isla de Man. Justo en frente de donde salen los pilotos para encaminarse hacia el abismo de una ruta de unos 60 kilómetros.

Dean Harrison y Lee Johnston conversan en el pitlane.
Dean Harrison y Lee Johnston conversan en el pitlane.

IOMTT

Tétrico, desde luego. Los pilotos se despiden de sus parejas, familia y amigos antes de partir. Realmente no saben si volverán a entrar otra vez a boxes cuando acabe el evento. Aquí han muerto ya más de 250 pilotos, y este año la cifra parece que podría ser de cuatro fallecidos. Esperemos que ni uno más.

Pero no os quedéis con eso, porque lo que vi en las caras de pilotos, mecánicos y asistentes, es ilusión. Como la mía al apoyar al equipo español Toll Racing y a Raül Torras o a al ver a Maria Costello. Porque sí, aquí también corren mujeres. Y hacen historia.

Por otro lado, recorrer el circuito en los días de carreteras abiertas es muy fácil. Solo hay que seguir los carteles que indican cada tramo especial, los llamados milestone; y las protecciones que se agolpan a lo largo de muros, farolas y árboles.

Muchas de estas carreteras, por no decir que casi todas, carecen de límite de velocidad. Los aficionados surcan el asfalto a velocidades inimaginables en muchos casos, mientras otros se dedican a disfrutar del paisaje, la naturaleza y los castillos. Ciudades como Port St. Mary, Peel o la curva de Bungalow albergan lugares maravillosos que vale la pena descubrir.

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Os recomiendo encarecidamente esta última curva, ya que allí se encuentra la estatua de una leyenda como es Joey Dunlop y un bar y museo muy interesantes, con un ambiente sensacional y un parking para coches y motos realmente extenso. Además, desde Douglas salen trenes eléctricos hasta lo alto de esta montaña. así que formas de llegar allí no te faltarán.

Claro que, sin límites de velocidad y con tanta gente envuelta por la afición y las carreras... Os podéis imaginar que hay bastantes accidentes de motociclistas aficionados. Pero la policía y los servicios de emergencia están bien preparados. Saben lo que hay, cómo y cuándo actuar para socorrer a quién lo necesite.

Pudimos presenciar uno de esos accidentes delante nuestra, de un joven que se fue recto en una curva y acabó colina abajo. Finalmente, las asistencias acudieron rápidamente al lugar y el motorista fue rescatado perfectamente, sano y salvo pese a algunos traumatismos. Su BMW S1000 RR, siniestro total. La suerte del siglo.

Una carrera reservada solo para las leyendas

El TT Isla de Man está reservado para los mejores (y más valientes) pilotos del mundo. ¿Locos? Puede ser. Seguramente Juan Manuel Fangio, Niki Lauda, Mike Hailwood, Giacomo Agostini o Doohan también estaban locos en sus tiempos.

Esto es la vieja escuela. Aquí los pilotos vienen a mirar a la cara a la muerte con un cronómetro en la mano. Lo que se respira aquí, no se respira en ningún circuito. Los grandes nombres de esta edición son viejos conocidos: Michael Dunlop y Peter Hickman.

Dunlop viene de una familia de leyendas. Hermano del difunto William Dunlop (muerto en la Skerries 100 de Dublin), hijo de Robert Dunlop y sobrino de la leyenda del TT Isla de Man: Joey Dunlop, que venció en 26 carreras y consiguió tres tripletes en 1985, 1988 y el 2000. Su estatua, de hecho, es la mencionada que preside las montañas de The Bungalow.

Michael obtuvo el 6 de junio su vigésima victoria en Isla de Man en la categoría de Supersport, con una vuelta récord de 208,36 km/h de velocidad media, seguido de la Kawasaki de Harrison y de Peter Hickman. El irlandés se convirtió por tanto en el tercer piloto en alcanzar la cifra de 20 victorias, junto a su tío Joey y al gran John McGuinness.

Michael Dunlop (MD Racing) seguido por varios competidores.
Michael Dunlop (MD Racing) seguido por varios competidores.

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Pero Hickman no se quedó sin la miel del triunfo, porque se lleva un triplete venciendo en el RST Superbike TT, el RL360 Superstock TT y la Bennetts Supertwin TT. Las dos primeras con el apoyo del equipo Gas Monkey Garage by FHO Racing y su espectacular BMW S1000RR.

Pilotos que están escribiendo su nombre en la historia y que, como pude comprobar en Barcelona durante MotoGP, muy poca gente conoce más allá de sus fronteras. Una verdadera pena, y todo culpa del 'habría que prohibir esa carrera'. Odiosos prejuicios.

Antes, respetaba esos comentarios. 'En parte llevan razón...', he llegado a decir aún estando enamorado del evento. Después de vivirlo, ver las caras de los pilotos, su amabilidad, las fotos con los aficionados, a sus familias, la forma de ser de estas gentes... No. No hay que prohibirlo.

Ojalá se siga corriendo siempre. Cueste lo que cueste. Las vidas humanas nunca son un precio a pagar por un gran evento, pero en calidad de ser humano, cada uno es libre de arriesgar lo que quiera por la gloria. Por tener algún día una estatua en las montañas de Isla de Man como Joey Dunlop.

Lee Johnston (Ashcourt Racing) saltando en Ballough Bridge.
Lee Johnston (Ashcourt Racing) saltando en Ballough Bridge.

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Este pedazo de tierra en mitad del mar de Irlanda me ha enamorado. Sus paisajes, carreteras, castillos, playas, montañas, praderas, habitantes... Y el TT Isla de Man solo me ha dado más argumentos para defender lo pura que es esta carrera. Vale la pena vivirla una vez en la vida.

Yo, personalmente, espero que muchas más. Allí nos veremos en 2023, listo para abrir los ojos como platos mientras las motos levantan sus dos ruedas en Ballough Bridge 'Raven' o mientras rozan los bordillos de Kirk Michael. No hay ni una sola experiencia que se acerque mínimamente a esto. 

Es de una belleza inconmensurable.