Prueba Audi S1 Sportback: 231 CV recluidos en 3,97 metros

Un motor 2.0 TFSI de 231 CV, un cambio manual de seis velocidades y una diversión al volante de la que pocos deportivos, incluso mucho más caros, pueden presumir...

Dicen que las mejores esencias vienen en frascos pequeños. En este caso he probado el Audi S1 Sportback, la esencia de acceso a la amplia gama de productos S que tiene la compañía de los cuatro aros.

Como el resto de sus hermanos, el urbano se caracteriza por su imagen deportiva y sus excelentes sensaciones al volante. No llega a ser tan espectacular y exclusivo como el A1 quattro, del que solo se fabricaron 333 unidades y que equipaba un 2.0 TFSI de 256 CV, pero sí tan importante como para adoptar el nombre del primer S de la Historia. Y es que fue en 1985, tras una excelente evolución en el que el Audi Quattro del Grupo 4 y los A1, A2 y Sport Quattro del famoso Grupo B se hicieron dueños y señores de los tramos, cuando apareció el primer modelo S de la casa de Ingolstadt: el Audi S1. Pilotos como Walter Röhrl o Michele Mouton fueron los encargados de hacer crecer la leyenda de este coche de rallys. Veintitrés años después, en 2015, apareció el vehículo al que hoy le echo el guante. 

A primera vista es reconocible como integrante de la gama S por su parrilla Singleframe en color gris platino con listones cromados dobles dispuestos en horizontal, las carcasas de los retrovisores exteriores en efecto aluminio y las salidas de escape dobles, características de todos los modelos que tienen el honor de pertenecer a esta noble estirpe. 

Dentro, sus asientos deportivos tipo bacquet me acogen como si llevaran meses sin verme -podrían poner celosa a mi novia- y me sujetan a la perfección en curva. El volante grueso, pero achatado por la parte inferior, cosa que nunca me ha convencido, es la herramienta perfecta para llevar al peque de la familia por el buen camino: un puerto de montaña.

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Y es hasta allí a donde me dirijo para exprimir su motor 2.0 TFSI de 231 CV. Sí, puede que sea el menos potente de toda la gama, pero también puede que sea es uno de los más divertidos. Sus 3,97 metros de longitud y un cambio manual de seis velocidades -único modelo que no adopta uno automático- hacen que sea un juguetito en tramos revirados. Subir y bajar de marcha es toda una experiencia porque el sonido que produce, tanto su motor como el escape, es adictivo. Y lo cierto es que tampoco es necesario jugar con el cambio, ya que ofrece todo su par, nada más y nada menos que 370 Nm, entre las 1.600 y las 3.000 rpm. Y toda esa fuerza para mover sus 1.315 kilogramos, motivo por el cual realiza un 0 a 100 km/h en solo 5,8 segundos -alcanza los 250 km/h de velocidad máxima-. ¡Espero que uses gomina extrafuerte si no quieres desprenderte de tu tocado!  

Audi S1 Sportback

Quizá su consumo medio oficial de 7 l/100 km no te interese lo más mínimo, y porque tú, al igual que yo, quieres sensaciones: te comento que su dirección precisa y de peso exquisito responde a mis órdenes sin atisbo de duda, y que su suspensión, mantiene esta bombita totalmente plana en los virajes. 

“¡Qué me lo envuelvan para regalo que me lo llevo!”, pienso antes de ver su precio base de 36.720 euros, cifra que se multiplica más rápido que los Gremlins cuando los mojas hasta alcanzar los más de 50.000 euros que cuesta la unidad del Audi S1 Sportback que he probado.

Nuestro veredicto

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